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Gracias por la luz

El Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, sostuvo un encuentro, en la mañana de este miércoles, con los integrantes de la Brigada Henry Reeve, quienes enfrentaron a la COVID-19 en la ciudad italiana de Turín, y en San Vicente y las Granadinas

Autor:

Alina Perera Robbio

«Ya este tipo de encuentros se nos está haciendo tradición», expresó este miércoles el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, luego de extender muchos saludos y cariño a los integrantes de la Brigada Henry Reeve, quienes enfrentaron a la COVID-19 en la ciudad italiana de Turín, y en el país caribeño de San Vicente y las Granadinas.

Bien temprano el Jefe de Estado, acompañado del Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz; del titular de Salud Pública, José Ángel Portal Miranda, y de otros dirigentes, sostuvo un intercambio en el Centro Internacional de Salud Las Praderas, con los profesionales de la salud, a quienes propuso compartir el rico universo de vivencias que han ganado tras sus jornadas de entrega solidaria.

El mandatario recordó que cada brigada ha tenido sus particularidades. La de Turín —puso como ejemplo— enfrentó uno de los más complejos escenarios vividos por Italia en el contexto de la pandemia. Todavía están frescas en la memoria, dijo, las imágenes de cómo en honor a los internacionalistas cubanos que lucharon contra la COVID-19, se iluminó La Mole Antonelliana, símbolo de la ciudad, en gesto de reconocimiento y gratitud por parte de las autoridades anfitrionas.

En el caso de San Vicente y las Granadinas —detalló el Presidente cubano—, allí donde el escenario resultaba menos complejo, la Brigada se enfrascó en controlar la pandemia, y se vinculó a otras labores de la salud. Ese capítulo de colaboración nació, como explicó Díaz-Canel, a raíz del interés expresado por el primer ministro de la nación caribeña, Ralph Gonsalves, en que una brigada nuestra arribara allí para acompañarlos en el enfrentamiento al nuevo coronavirus.

A los valientes profesionales, el Presidente de la República comentó que los logros de nuestro país frente a la COVID-19 atienden a la fortaleza del sistema de Salud de Cuba, por lo cual, a pesar de todas las complejidades y adversidades, se ha salido adelante. Ese triunfo, como reflexionó Díaz-Canel, molesta al enemigo imperial, porque Cuba ha dado una lección de cómo un país alentado en el ideal socialista puede alcanzar el éxito.

En la medida que los protocolos médicos «se fueron afinando», comentó el Jefe de Estado, la letalidad del nuevo coronavirus fue disminuyendo; y al final no colapsó el sistema de Salud, como tampoco han muerto médicos, niños o embarazadas. Tal victoria, sin embargo, no significa que debamos confiarnos pues la pandemia es muy retadora, alertó  el mandatario.

Sobre lo logrado en un país pequeño y duramente bloqueado, el Presidente de la República expresó: «Creo que el pueblo ha tenido una comprensión y el apoyo ha sido tremendo». Y añadió el detalle de que los aplausos que los cubanos dan a sus artífices de la Salud, noche por noche, no han cesado.

Los Testimonios

Se escucharon los testimonios de quienes estuvieron dando lo mejor de sí en otras latitudes. Habló el cienfueguero Julio Guerra Izquierdo, jefe de la Brigada Médica en Turín, especialista en Medicina General Integral (MGI) y en Nefrología. Todo lo que hicieron allí, expuso, fue en nombre de Cuba. Y hay que decir que en la ciudad italiana los profesionales de la Isla impactaron, como comentó el doctor, por la capacidad de resolver situaciones complejas, desde el enfoque de once especialidades que hicieron posible realizar más de 5 200 atenciones hospitalarias.

¿Cuáles fueron las condecoraciones recibidas?, quiso conocer Díaz-Canel. Y el doctor Julio Guerra habló de Honor  al Mérito Civil, de Ciudadanía Honoraria (la cual se ha entregado por vez primera a extranjeros), y de las luces de La Mole Antonelliana, esas que solo se encienden en Turín de manera excepcional.

El doctor René Aveleira Cutiño, de la provincia de Las Tunas y especialista en Higiene y Epidemiología, contó que al llegar a Turín, él y sus compañeros vieron un escenario muy complejo, donde la pandemia había avanzado hasta tomar a un altísimo por ciento de los habitantes. Por su parte el artemiseño y Licenciado en Enfermería, Leonardo Baños Carmona, habló de cómo los cubanos aportaron mucho en materia de oficios, al tiempo que le iban «cogiendo la vuelta» a la tecnología: «Se formó un equipo italo-cubano bastante fuerte», dijo.

El método clínico, a modo de encuentro cercano entre el médico y el paciente, fue traído a colación por el especialista en MGI, Miguel Acebo Rodríguez, de la provincia de Villa Clara. Y el camagüeyano Manuel Emilio López Sifontes, también especialista en MGI y Máster en Urgencias Médicas, mencionó experiencias incorporadas en la labor intensivista.

Sobre esta, su primera misión internacionalista, contó el especialista en MGI y en Cirugía General, doctor Luis Miguel Osoria Mengana, quien tuvo «una experiencia gratificante», que fue la oportunidad de ampliar el dominio de las tecnologías. Este holguinero de 29 años no olvidará a la paciente número cien, que él tuvo en Turín, quien construyó con él fuertes lazos de gratitud y cariño.

Fue el ensayista y periodista Enrique Ubieta Gómez, quien ha recogido en crónicas magníficas cada jornada vivida en Turín, el que ofreció durante el encuentro detalles sobre la paciente número cien, rumana de nacimiento: Miguel Osoria, por ejemplo, fue el primero en conocer sobre la muerte de la madre de la paciente, porque ella, en su dolor, salió buscando el apoyo del joven médico que la había puesto a resguardo de la muerte.

Gracias a los internacionalistas, como explicó Enrique Ubieta, Cuba fue en Turín una realidad que trascendió el esquema según el cual solo somos tabaco o buen baile: nuestros profesionales, afirmó el cronista, demostraron capacidad, así como que la tecnología y la labor clínica no son excluyentes entre sí.

Cuando un médico toca la mano de un paciente —reflexionó Ubieta— eso va más allá de los libros; y esa fue una de las lecciones que dejaron nuestros profesionales en la ciudad de Italia. Similares huellas dejaron en San Vicente y las Granadinas nuestros internacionalistas: El licenciado en Enfermería y especialista en primer grado en Atención Primaria de Salud, Osmani Machado Rojas, expresó que los hijos del pueblo hermano «se asombraron con nosotros porque hacíamos todo tipo de tareas».

«No somos esclavos, como dice la propaganda enemiga», reflexionó este camagüeyano que ofreció una definición de él y de sus compañeros: «en todo caso somos esclavos del bienestar, del afán por devolverle la salud al Hombre».

Reconocimiento y Felicitaciones

De emocionantes calificó el Presidente Díaz-Canel las vivencias compartidas por los internacionalistas. «Ahora que van camino a casa, aprieten los corazones», apuntó el Jefe de Estado a sus interlocutores, a quienes pronosticó sentidas muestras de cariños, y estampas de emoción.

Pensando en el resplandor de La Mole Antonelliana, el mandatario aseveró a los valientes que ellos irradian la luz de la esperanza y la solidaridad. «Hay una enseñanza, un resultado muy enaltecedor en esta experiencia», afirmó.

«En nombre de Cuba, nuestro reconocimiento y nuestras más sentidas felicitaciones», subrayó el Presidente a los brigadistas, a quienes deseó un feliz regreso a sus hogares. Y el cierre, como ya es costumbre, fue hacerse una fotografía juntos, y conversar sobre algún que otro detalle de la vida al pie de altos árboles. Conversar sobre esa vida que ellos, los valientes, supieron defender con todo.

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