Camila Guevara. Autor: Portada del Disco Publicado: 07/10/2025 | 09:16 pm
Cargada de pasado y proyectada hacia el futuro, Camila Guevara resuena con una fuerza nueva, sin fronteras. Su debut discográfico, Dame flores, es un territorio emocional cartografiado en 12 canciones, un manifiesto generacional y, ahora, aspirante al codiciado gramófono dorado tras su nominación a los Grammy Latinos. Este reconocimiento no es un simple galardón para una artista novel, es la validación internacional de un nuevo rumbo sonoro que está germinando desde la Isla, un rumbo que Camila encarna con una madurez artística que desmiente sus 24 años.
Camila Guevara ha descrito la gestación de Dame flores como un «laboratorio». Un espacio de experimentación donde la honestidad no era una pose, sino una necesidad vital. Este no es el diario íntimo de una adolescente, sino el informe clínico y poético de una joven que ha decidido diseccionar sus heridas para transformarlas en arte. El álbum funciona como una «playlist emocional», un concepto que refleja los hábitos de escucha de su generación pero que, en sus manos, adquiere una profundidad conceptual notable. No se trata de una colección de éxitos potenciales, sino de un viaje orgánico a través de estados anímicos contrastantes: la ira de Crueldá, la calma tierna de Cariño, la introspección desgarradora de Vida.
Esta diversidad no es caótica, sino orgánica. Camila recorre con naturalidad asombrosa el son cubano, el chachachá, la salsa, la trova, el pop, el rap e incluso el reguetón. Pero no lo hace como un turista sonoro, sino como una arquitecta que utiliza cada género como un material distinto para construir una casa con muchas habitaciones. En Cómo arde, el bolero se funde con el hip hop; en Vienen curvass, el ritmo sinuoso es el vehículo para una lírica desafiante e irónica.
Para comprender la potencia de Dame flores, es imposible eludir el crisol emocional en el que se forjó. El año 2022 marcó a Camila con una triple pérdida devastadora: su madre, Suylén Milanés; su padre, Camilo Guevara March; y su abuelo, Pablo Milanés. Este trágico triplete actuó como el catalizador definitivo del álbum, transformando el proyecto de un disco íntimo en un álbum expansivo y catártico.
La sombra de la muerte recorre el disco, pero no para anclarlo en el lamento, sino para impulsar una búsqueda vital. En Vida, la pieza que cierra el álbum, la artista saluda a la muerte con una honestidad brutal: «Hola, muerte / me has estado rondando este año». Sin embargo, el tono no es de dramatismo, sino de una serena aceptación. Es la elegía de quien ha empezado a sanar, de quien ha decidido que el dolor, lejos de paralizarla, será el combustible para vivir con más intensidad. Esta capacidad de transmutar el duelo en acto creativo es quizá la lección más profunda del álbum. Como ella misma afirma, «muchas de nuestras heridas somos nosotros de alguna manera, pero a la vez tenemos el poder de ir transformándolas». Dame flores es el testimonio sonoro de esa transformación.
Reconoce la influencia musical directa de su abuelo, a quien considera su maestro, y la sensibilidad poética de su padre, que le inculcó el amor por el rock. De su madre, Suylén, heredó no solo la voz, sino una visión vanguardista de la gestión cultural. Pero Camila no se pliega a las sombras de sus apellidos; los absorbe, los metaboliza y los convierte en parte de su propio combustible creativo. Su revolución sonora es una lucha por el derecho a la propia voz, a la emoción cruda, a la fusión sin complejos.
La nominación de Dame flores a los Grammy Latinos trasciende el logro personal. Es el reconocimiento de esta «nueva escena musical cubana» que Camila representa. Una generación de artistas que fusiona con naturalidad los ritmos tradicionales cubanos con el R&B, el trap, el funk y la electrónica. Su objetivo no es negar la herencia, sino recontextualizarla.
Camila no es un fenómeno aislado, es la confirmación de que Cuba sigue siendo un epicentro de innovación musical, y de que sus artistas están creando un circuito de retroalimentación cultural tan fértil como necesario. A sus 24 años, Camila Guevara enfrenta ahora el reto de construir una carrera sostenible. Lo aborda con una madurez que inspira admiración. Rehúye de la «viralidad» efímera de las redes sociales y apuesta
por construir una «comunidad a largo plazo», mostrándose auténtica, sin personajes impostados. Su ambición es clara: seguir explorando, liberándose a través de su arte.
Con Dame flores ha demostrado que su luz es propia, intensa y necesaria. Su nominación al Grammy no es un punto final, sino un glorioso punto de partida. Es la prueba de que de las heridas más profundas pueden brotar las flores más bellas, y de que la música cubana tiene un porvenir tan diverso y vibrante como el viaje emocional que ella nos invita a compartir.