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Yusa: De la música depende mi existencia

Realiza los formatos que quiere. Siendo una estrella, lo mismo hace coros que toca el cajón sus fonogramas repercuten en circuitos de Estados Unidos, Europa y Asia

Autor:

Jorge L. Rodríguez González

Foto: Kaloian Yusa es, desde hace tiempo, una de nuestras inspiraciones musicales más fuera de serie.

A finales de los 80 lo que más quería en suvida era tocar la guitarra clásica. Tras el codiciado sueño, ingresó en la Escuela Elemental de Música Alejandro García Caturla y luego en el Conservatorio Amadeo Roldán, pero en esta academia no pasó del primer año: la suspendieron.

Cerró el estuche de su guitarra, lo puso en un rincón y como el sueño de la música se le venía abajo, estuvo a punto de desviar su rumbo hacia una escuela militar. Esa posibilidad quedó solo en una vaga idea. Al final se graduó tocando el tres, la primera cubana en lograrlo.

Desde ese tiempo a esta parte, Yusa ha integrado varios grupos, entre ellos, Soneras son, Quasi Jazz, Mezcla e Interactivo, donde se ha hecho popular. Con el nuevo siglo comenzó a hacerse más visible en la escena como solista y desde entonces no ha parado de escalar de éxito en éxito.

Hoy se siente feliz de sus días, entre otros motivos, porque puede dedicarse a la música y no hace concesiones con las cosas en las que cree. Además, la rodean grandes amores como su madre Mirtha, Martín, Darsi, muchos amigos y, por supuesto, la música.

Quizá por eso valora lo significativo que resulta, para la educación de una persona, sentirse amada; y entonces puede mirar sin resentimientos al pasado.

Su filosofía para andar por la vida así lo indica. «Me ha hecho crecer, también, tener experiencias como que un profesor me suspendiera y creer que él era el equivocado cuando a lo mejor no era así. Y si uno elige vivir hay que estar apto para aprender a evolucionar, incluso desde las decepciones. Creo que la clave es estar constantemente levantándose».

Precisamente, de su paso por la escuela de música le viene lo de tomar los instrumentos como lo que son: herramientas para cultivar. «La academia te ayuda mucho porque coexistes escuchando los sonidos de instrumentos diferentes al tuyo. Yo, por ejemplo, tenía un violín y enloquecía por querer atrapar todo el mundo sonoro que me rodeaba, de aprender la técnica para tocar otros instrumentos. Era surrealismo puro».

Un electrón musicalmente libre y diverso

Yusa, fuera del escenario, parece tímida y escurridiza. En escena no, cuando tiene a todos boquiabiertos, puede ser, en un segundo, explosivamente tierna. Y no importa si está al piano, en el bajo, a la guitarra, en el cajón, haciendo coros o interpretando sus propias canciones.

«Ante la música estoy totalmente desnuda, me presento tal y como soy. Fuera de ella me invade la timidez, un defecto mío que me disgusta. Por eso quizá escogí la música como mi modo de vida».

Sobre el momento de crear dice que es cuando peor se siente y, al mismo tiempo, no puede dejar de hacerlo «porque creo que de eso depende mi existencia».

Cuando piensas que se han agotado las facetas de Yusa dentro del vasto mundo de la música, algo nuevo te sorprende. Tal es el caso de sus posibilidades para expresarse por otras vías como la producción musical.

Su estreno como productora vino de la mano de Roberto Carcassés en el CD A diario (2007), obra en solitario de Telmary. Hoy Yusa cuenta con otras producciones en su haber y no se detiene: recientemente ha sido invitada a tocar y coproducir un fonograma para People Project, un grupo mexicano-canadiense-brasilero.

Esa forma de ser, de llevar todo lo concerniente a la música, hace pensar que sus discos bien pudieran ser parte de su autobiografía. «Cada disco —enfatiza Yusa— responde al cierre de una etapa, cosas importantes que me han sucedido. Así lo siento».

Hasta ahora ha publicado, bajo el sello Tumi Music, los CD Yusa en 2001, Breathe (Aliento) en 2004, y ese mismo año salió el DVD Yusa live at Ronnie Scout’s; en el 2008 publicó Haiku (Poema). Son grabaciones casi desconocidas en nuestros medios, sin embargo, han sido agasajadas por el público y la crítica de puntos geográficos tan distantes como el asiático. Para tener una mínima idea de lo versátil de cada disco basta un fragmento de una de las críticas sobre Haiku, su más reciente propuesta discográfica, firmada por Marcel Lueiro, en La Gaceta de Cuba.

«Si su primer disco Yusa era la puerta de entrada al universo Yusa y su fascinante desborde lírico, si su segundo Breathe nos dejaba ver un concepto instrumental más coral y una mayor indagación hacia lo eléctrico, entonces Haiku es el retorno enriquecido a una propuesta más acústica y concentrada en los detalles de la música».

En tiempos en que el mercado del disco está tan corroído, una de las maneras más comunes para alcanzar el éxito en las ventas es diseñar estrategias mediáticas que imponen clichés al propio artista. Yusa, libre electrón musical al fin, se sale de la regla. ¿Pero cómo lo hace?

Tiene la carrera que se le ha antojado. Ha hecho conciertos con los formatos que ha querido. Siendo una estrella, lo mismo hace coros que toca el cajón, no demanda protagonismo alguno. Y, por si fuera poco, sus fonogramas repercuten en circuitos de Estados Unidos, Europa y Asia.

Sobre la interrogante, bien vale la pena reproducir lo que escribiera Joaquín Borges-Triana en su sección Los que soñamos por la oreja, en el 2005, y que refiere la sui géneris relación entre Yusa y su sello discográfico: «el vínculo instituido entre las dos partes resulta un verdadero ejemplo de cómo laborar en pro de la inserción en distintos mercados, como el europeo y el japonés, de un artista cubano residente en la Isla y exponente de un quehacer no concebido solo desde las miras comerciales, sino donde se pondera el discurso creativo».

Por su parte Yusa lo define así: «Tengo la suerte de estar desde hace diez años con Tumi Music, una discográfica pequeña, independiente, que no responde a grandes transnacionales. Mi relación con ellos es de amistad. Eso me ayuda a no hacer concesiones. No me puedo enrolar en nada donde no esté la colaboración espiritual, donde no pueda ser yo misma. Es un problema de incapacidad, no sé mentir».

Sin embargo, es más conocida en escenarios extranjeros que en Cuba. ¿Se cumplirá con ella eso de que nadie es profeta en su tierra?

«En Cuba —dice convencida— tengo un público que me sigue, y me hace sentir bien porque, de cierta forma, tiene que ver con la Yusa que soy. Con eso enloquezco de felicidad. Me reconforta evolucionar al lado de ese tipo de público. Creo que la consecuencia de mis actos me ha llevado a ser constante conmigo y con la música».

Entre un cubano y un brasileño

Yusa junto al prestigioso músico brasileño Lenine. Foto: Dalton Valerio Parte de su público lo conforma una infinidad de músicos en diversas latitudes, que se desquician por tenerla en sus descargas, en sus discos, en sus conciertos. Ella los mira con respeto, a muchos les guarda especial agradecimiento y admiración como a Santiago Feliú y al brasileño Lenine, uno de los músicos y compositores más prestigiosos de Brasil, quien la invitó no solo a formar parte del Trío Planetario, para grabar el CD y DVD en directo Lenine in Cité, sino que además la llevó a tocar junto a él en el espectáculo de clausura de los Panamericanos de Río de Janeiro 2007.

Para Yusa existe un paralelo entre el brasileño y el trovador cubano: «Musicalmente poseen la misma grandeza y cada uno, por su lado, me ha aportado mucho. Tienen en común una especie de nacionalismo, respeto por el pasado y las etapas que ha vivido cada cual en su país. Además, llevan una vida muy intensa y la han dedicado por entero a la música».

De Santiago Feliú se declara fanática. Cuenta que estudiaba sus modos de tocar la guitarra porque «Santi es muy juglaresco y renacentista ». Por eso ahora delira con algunas presentaciones que compartirán a finales de noviembre en Argentina.

«Tener personas como esas a mi alrededor constituye una fortuna; músicos que han formado parte de mis enseñanzas y ahora están muy cerca. Son relaciones donde media el respeto mutuo, la admiración y la amistad», confiesa con satisfacción.

Yusa cosmopolita

Además de su música, Yusa encuentra tiempo para hacer deportes, asistir a conciertos —lo mismo de música clásica que de popular, siempre y cuando la atrape la propuesta—, ir al teatro, al ballet, a exposiciones de artes plásticas o dedicarse a la lectura (es devota tanto de autores cubanos como de foráneos, entre los que destaca al escritor turco Orhan Pamuk).

Dicen también que es muy juguetona y eso me consta. La «pillé» en un concierto para niños de la mágica Rita del Prado, donde ella se divertía tanto que parecía una chiquilina.

Me han contado, además, que en su hogar puede pasar horas jugando frente a la computadora, limpiando la casa o desplegando con el pequeño Martín su especial vocación por la enseñanza musical.

En fin, que el tiempo de Yusa parece también multifacético. No sé cómo lo logra, ¿acaso le roba al día más horas de las 24 que ya tiene?

Sin duda, Yusa es cosmopolita, su infinito es similar a un pentagrama, donde solo ella sabe poner las notas. No se le puede encasillar, puede estar en cualquier sitio siempre y cuando logre hacer lo mismo que hace en su casa. Y para los que se empeñan en clasificarla dice que «no tiene nada que ver que haga música de otras partes, lo mejor es tener influencia de todos lados. Yo vivo en Cuba y hago música cubana».

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