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No uniformidad muerta, sino unidad viva

El genio indio Rabindranath Tagore, de quien este 7 de mayo se celebra el aniversario 150 de su natalicio, proclamó: «Unámonos, no a pesar de nuestras diferencias, sino con ellas. Que todas las razas humanas conserven su propia personalidad y que —no obstante— se unan»

Autor:

Luis Hernández Serrano

Cuando el poeta chino Xu Shimo le preguntó a Rabindranath Tagore si al partir había dejado algo atrás, contestó: «Sí, mi corazón».

En diciembre de 1901 Tagore creó en Santiniketán una escuela con solo cinco estudiantes, uno de ellos su hijo. Pensó que el hombre venía al mundo para cumplir este consejo de Dios: «¡Exprésate!». Y aseguró que una persona no podía ser un buen maestro si no recordaba al niño que había sido. «Las cosas más refinadas de la vida —decía— nunca se pueden enseñar en un aula. Los niños las absorben del entorno, o de las personalidades que les rodean».

Como creador musical fue autor de melodías y letras a las que llamó Canciones rotas, y afirmó que la canción ideal es una perfecta unión de letra y música. Compuso 62 canciones patrióticas y los himnos nacionales de la India y Bangladesh, además de 150 canciones de amor y otras 140 sobre las estaciones.

«La gente hoy está cada vez más unida. Debemos darnos cuenta de esto y entender que nuestra cercanía debe basarse en el amor. Oriente y Occidente deben unir sus manos en la búsqueda de la verdad».

Abarcaba la civilización sánscrita, la cultura inglesa y el folclor bengalí, además de las afinidades de la familia con las tradiciones islámicas y la literatura persa. Había escrito: «Me he convertido en mi versión de lo que es ser optimista. Si no puedo pasar una puerta, voy a otra o hago una puerta».

Rompió un monopolio

Fue en 1913 cuando el poeta y filósofo asiático ganó el Premio Nobel, con el que su reputación se extendió muy rápido más allá de los Himalayas, y terminó con el monopolio occidental de ese galardón. Aseguró que «El hombre ha acercado lo que estaba distante. Ha hecho visible lo invisible. Y ha dado expresión a lo difícil de entender».

Nació en Jorasanko, Calcuta, el 7 de mayo de 1861. Fue el decimocuarto hijo de Maharshi Debendranath Tagore y de Sarada Devi.

Se inició como poeta y se convirtió en literato de gran alcance, educador, compositor musical, pintor, conferencista, reformador social y filósofo.

Tradujo Macbeth, de Shakespeare, a los 13 años y devino escritor prolífico y bilingüe, hasta traducir sus propias obras al inglés.

Sus traducciones recuperadas las publicó la India Society de Londres en un libro con el título de Gitanjali (Ofrecimiento de Canciones), el primero de noviembre de 1912. En la introducción, el poeta inglés W. B. Yeats (1865-1939), expresó: «Estas traducciones en prosa han motivado mi sangre como nada lo había hecho durante años».

Constructor rural

Luchó por la reconstrucción de los pueblos cercanos a la escuela que él creó en 1901 en Santiniketán y en los alrededores de la Universidad Internacional Visva-Bharati que fundó en 1921, al sur de la Bengala del campo.

Pensó por primera vez en redimir a los pobres cuando se trasladó como gerente a las fincas agrícolas de su familia, en Bengala Oriental, en la década de los 90 del siglo XIX.

Con 30 años era ya un poeta conocido, pero solo había vivido en Calcuta. Luego residió en Silaidah, distrito de Nadia, a orillas del poderoso río Padma. Esa experiencia lo transformó en humanista y hombre de acción.

«Las necesidades de mi trabajo me llevaban a recorrer largas distancias de pueblo en pueblo —de Silaidah a Patisar— por ríos grandes y pequeños, cruzando pantanos. Así conocí cómo vivían, llegué a tener una idea clara del dolor y la pobreza que sufrían, y comencé a hacer algo por ellos. Era vergonzoso que yo me pasara el día como un terrateniente, preocupado solo por aumentar mis propios beneficios».

A favor de la mujer

Tagore expuso la difícil situación en que vivía la mujer, y alegó razones a través de cartas, cuentos, ensayos y novelas, para independizarlas. Más tarde, con sus actos y al admitir a muchachas en la escuela de Santiniketán, se convirtió en pionero innovador de la educación mixta.

Su abuelo, Dwarkanath Tagore (1794-1846), después de su viaje a Europa, abogó desde 1842 por la educación y la reforma social del sexo femenino. Y su padre (1817-1905), apoyó la escuela Bethune (de educación femenina) y permitió la participación de sus hijas y otras muchachas de la familia en diversas formas de educación y trabajo social. Además, Gnanadanandini, la esposa de su hermano Satyendranath, se volvió un modelo de conducta femenina moderna, pues rediseñó la forma de vestir de la mujer bengalí y viajó a Inglaterra con sus tres hijos, sin ir acompañada de su marido. En sus cartas desde Londres, Tagore manifestó la necesidad de que las mujeres de su patria se independizaran.

«Los hombres se divierten de muchas maneras en el mundo exterior, mientras que las mujeres son como animales domesticados, encadenadas dócilmente a los muros de las más recónditas cámaras de las casas».

Viajero impenitente

Rabindranath quiso familiarizarse con otras culturas. «Soy viajero de un camino interminable», escribió. Viajó extensamente por Europa, América y Asia en diferentes etapas de su vida, y de ello dejó anotaciones en numerosas cartas, diarios y reflexiones.

En 1924 había recorrido en China las ciudades de Shanghai, Beijing, Nanking y Chufu, y visitó la tumba de Confucio. Por Sudamérica conoció en Buenos Aires, Chapadmalal y San Isidro. Se enfermó y se albergó en la casa de Victoria Ocampo (1890-1979). A partir de este momento, en 1929, se inició su carrera como artista de la pintura.

En 1926 visitó Italia, pero al darse cuenta de que se inclinaba hacia el fascismo, denunció con vehemencia al Gobierno italiano. Continuó hacia Oslo, Belgrado, Bucarest, Atenas y El Cairo. En Alemania estuvo en contacto con Albert Einstein.

Después recorrió toda la India. En su último recorrido regresó a Calcuta desde Santiniketán, en 1941. Entonces escribió su célebre ensayo Crisis de la civilización, en el que observó cómo las oscuras nubes de la guerra y la destrucción se cernían sobre el mundo. Viajó, en fin, para advertir los peligros del nacionalismo, fascismo e imperialismo. En carta a su hija, expresó: «Siento una inquietud que me domina… El mundo me ha dado la bienvenida, y yo también daré la bienvenida al mundo».

Exhortó a que toda barrera se convierta en camino, y sentenció: «Unámonos, no a pesar de nuestras diferencias, sino con ellas. Que todas las razas humanas conserven su propia personalidad y que —no obstante— se unan, no en una uniformidad muerta, sino en una unidad viva».

Contó que se fue a dormir y soñó que la vida era un gozo. Que despertó y se dio cuenta de que la vida era servir.

El 25 de julio de 1941 cayó gravemente enfermo y fue trasladado a Calcuta. Murió el 7 de agosto, a los 80 años. Poco tiempo antes de morir, comentó: «Si no vemos el descanso infinito, y solo notamos el movimiento infinito, entonces la existencia es un mal monstruoso que corre impetuosamente hacia un sinsentido sempiterno».

Fuente: Revista India Perspectiva, Volumen 24, No. II, 2010, editada por Navdeep Suri.

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