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Nuestros ministerios no son tarimas mediáticas

Los hechos hablan por sí solos. La estrategia de quienes acudieron a la sede del Mincult es desafiar la institucionalidad e irrespetar las leyes para construir las narrativas de un país en caos, como les piden los organizadores de su agenda contrarrevolucionaria

Autor:

Juventud Rebelde

Dos meses después de un acto provocador semejante, nada espontáneo, y acompañado por periodistas mercenarios que daban tendenciosa cobertura a los hechos, un grupo de personas con supuestas inquietudes artísticas se concentraron este miércoles ante la sede del Ministerio de Cultura de Cuba sin ningún ánimo de diálogo, sino de generar disturbios y armar un show mediático, ajustado al guion del golpe suave diseñado por quienes pretenden derrocar la Revolución.

Al respecto, el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel, publicó el siguiente tuit: «No es honesto quien se escuda en el arte para provocar asediando instituciones y funcionarios públicos, mientras la nación lucha a brazo partido contra bloqueo, pandemia y muerte. Nuestros ministerios no son tarimas mediáticas. Allí se trabaja duro».  

El viceministro Fernando Rojas tenía previsto una reunión con tres interlocutores de una de las facciones que el 27 de noviembre había acudido al Mincult con una agenda desafiante, pero en vez de asistir como habían acordado, los provocadores fueron acompañados por cerca de 30 personas, a riesgo, incluso, de un contagio masivo de COVID-19, y en lugar de diálogo, promovieron ofensas e insultos.

De acuerdo con una nota publicada por el Ministerio de Cultura y que confirman varios videos colgados en redes sociales, incluso por los propios provocadores, se les sugirió pacíficamente abandonar el lugar y ante la negativa fueron invitados «en reiteradas ocasiones a pasar a la sede del Mincult, para esperar allí el esclarecimiento de la situación de algunos ciudadanos que, según plantearon los que permanecían fuera del organismo, habían sido detenidos en otros lugares de la ciudad».

«Durante las más de dos horas que duraron estos incidentes —denuncia el texto—, los medios pagados por el Gobierno estadounidense estuvieron comentando en vivo lo que acontecía y reforzando la matriz provocadora de los contrarrevolucionarios».

El Ministerio de Cultura dejó claro en el mensaje que mantiene su voluntad de diálogo con los creadores honestos sobre cualquier tema relacionado con la política cultural de la Revolución Cubana, y reitera su negativa a aceptar provocaciones o a dialogar con mercenarios.

Esa posición de principio fue compartida por la Uneac y la Asociación Hermanos Saíz (AHS), organizaciones que agrupan a la vanguardia artística y literaria cubana, y que rechazaron en un pronunciamiento conjunto «este nuevo intento de crear un show mediático en torno a un supuesto diferendo entre creadores e instituciones para dañar la Revolución».

En el comunicado reiteran que «continúan desarrollándose intercambios entre escritores, artistas y autoridades institucionales, con una agenda que se propone lograr mejores resultados en el campo de la promoción y la gestión cultural. Nos consta la disposición permanente del sistema institucional de la cultura a dialogar con la intelectualidad y a buscar soluciones de conjunto para proteger la creación y mantener el acceso al arte como uno de los derechos conquistados por nuestro pueblo».

Los hechos hablan por sí solos. La estrategia de quienes acudieron a la sede del Mincult es desafiar la institucionalidad e irrespetar las leyes para construir las narrativas de un país en caos, como les piden los organizadores de su agenda contrarrevolucionaria.

En las propias redes sociales, espacios que los provocadores han empleado para intentar desvirtuar la realidad de los hechos, abundan mensajes de compromiso político con Cuba Socialista:

«La mentira una vez más. Están acusando en las redes a dirigentes del Mincult de haber actuado con “violencia” frente a “jóvenes pacíficos”. Los que se negaron a dialogar para regalar a sus amos un nuevo show se presentan ahora como víctimas. Es repugnante» (Abel Prieto, presidente de la Casa de las Américas).

«Alpidio Alonso Grau, poeta, martiano y revolucionario, ministro de Cultura y, sobre todo, hermano querido. Estoy orgulloso de tu actitud, yo hubiese actuado de igual forma si ese individuo impresentable me pone un celular en la cara. ¿Carlos Manuel de Céspedes lo hubiese permitido? ¿Ignacio Agramonte lo hubiese permitido? ¿Antonio Maceo lo hubiese permitido? ¿Martí lo hubiese permitido? ¿Jesús Menéndez lo hubiese permitido? ¿Aracelio Iglesias lo hubiese permitido? ¿Gerardo Abreu Fontán lo hubiese permitido? ¿Fidel lo hubiese permitido?». (Ernesto Limia)

«Los shows mediáticos frente al Ministerio de Cultura de #Cuba son la última modalidad del imperialismo y sus mediocres mercenarios en su trasnochado intento de destruir a la Revolución Cubana. Dan pena y dan lástima: Con mi Cuba socialista no hay quien pueda». (Vicente Leal)

«Quien piense hacer mal en nombre de la cultura tendrá el desprecio absoluto de todos los cubanos de bien, mentiras y shows pagados no tendrán espacio entre los revolucionarios». (Ernesto Pérez)

«Qué justificación más burda refugiarse bajo el nombre del arte y la cultura! A esta Revolución, hija de la cultura y de las ideas, no la van a engañar, no la van a cuestionar, no la van a pisotear!». (Zoraya Puente)

Cada provocación tendrá la respuesta que merece, y las instituciones públicas seguirán siempre con sus puertas abiertas al diálogo constructivo, edificante.

 

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