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El cielo y la felicitación de Christian Taylor

En el Campeonato Mundial de cadetes el triplista Jordan Díaz alcanzó el título mundial, firmó la marca más descollante de la historia en su categoría y recibió el elogio del más grande en la actualidad en su prueba

Autor:

Javier Rodríguez Perera

Han pasado dos semanas desde que Jordan Díaz visitara el cielo. Nairobi fue el lugar que lo elevó hasta el infinito e hizo de él un adolescente lleno de emociones. Las mariposas que dicen sentir los enamorados las tuvo el habanero en la capital keniana y no fue exactamente por el amor hacia una muchacha.

Del Campeonato Mundial de cadetes el triplista salió con el estómago revuelto por la plenitud de lo impensable: titular mundial, firmante de la marca más descollante de la historia en su categoría y por si fuera poco, el elogio del más grande en la actualidad en su prueba. Es un momento supremo sentir que la persona que idolatras dedica un minuto de su tiempo en congratular tu talento. Ese placer le tocó a Jordan cuando Christian Taylor lo felicitó en su muro de Facebook tras su nupcia con la gloria.

El muchacho de 16 años es un gigante que, además de recibir el mensaje inesperado del estadounidense Christian Taylor, habla hace muchos meses por internet con otro triplista excelso, el francés Teddy Tamgho, quien le suministró valiosos consejos para enfrentar su primera competencia allende los mares, el certamen del orbe en Nairobi. De allí engendró ese saltazo de 17,30 metros del que todavía se habla.

En la sala de su casa, en la barriada capitalina del Vedado, afirma que comenzó en eventos múltiples pero no le fue bien. Luego en la EIDE empezó a practicar salto alto y de longitud, y aparecieron sus primeras medallas de oro nacionales. En noveno grado consiguió su primer título en triple salto que lo impulsó al equipo nacional, donde se especializó solamente en esa modalidad. Siempre le gustó el triple, pero fue gracias a su entrenador que lo embulló a practicarlo y a partir de ese momento le fue de maravillas.

Su llegada a la selección nacional ocurrió con 15 años y significó un cambio brusco, porque él era la primera figura en la EIDE y en el equipo nacional existían varios atletas, como son los casos de Andy Díaz, Lázaro Martínez, Cristian Nápoles y Pedro Pablo Pichardo. Sin embargo, se adaptó rápido a ese nuevo momento de su vida, pues a algunos los conocía de competiciones anteriores y la amistad apareció bien rápido, así como los consejos de ellos.

«Cuando me confirmaron que acudiría al Campeonato Mundial de cadetes en Kenia, sabía que podía lograr el título y la obtención de ese importante resultado, pero no puedo ocultar que existían exigencias sobre mí. En ese evento me sentí extraño, por primera vez viajaba fuera de Cuba y disfruté un público distinto al del Estadio Panamericano en La Habana, los aficionados, al saber que yo era la figura principal me apoyaban constantemente, fueron emociones sorprendentes y que agradezco», afirma Jordan, uno de los cinco campeones de ese certamen.

Sentado junto a su madre Mirlandys Fortún y su padre Jesús Díaz, asegura que desde su tercer salto, que fue de 17,00 metros, se sintió ganador por partida doble, pues además alcanzó su objetivo de llegar a esa barrera. «Me dije que yo podía lograr más y apareció ese 17,30 metros en el cuarto intento que me sacó todas las alegrías; lo que hizo al entrenador Joel García saltar de felicidad desde las gradas por mi gran resultado», confiesa el poseedor de los primeros 11 brincos del ranking mundial de cadetes.

Nunca se sintió presionado por nadie, solamente por su compañero Yusniel Jorrín, quien tristemente no tuvo una buena competencia. «Te soy sincero, mi mente no estaba tanto en obtener el oro, sabía que eso lo lograría, más bien me enfoqué en mejorar mi marca. Nunca pensé en superar el mejor registro de la historia en mi categoría, ni llegar a los 17,30 metros, y cuando vi la pizarra con esa marca me lancé al suelo y dije “he logrado algo increíble”, el público me aplaudió mucho».

—¿Te arriesgas a pronosticar cuánto durará esa marca teniendo en cuenta que la anterior, del guantanamero Lázaro Martínez, permaneció por pocos años?

—Esa pregunta es bastante compleja de responder porque todos los años aparecen figuras con potencial, como yo en este 2017 que rompí el récord de Lázaro. Por la calidad de mi marca podría durar unos diez años tal vez, pero creo que lo más razonable es dejar pasar el tiempo.

—Ser el dueño del mejor registro de por vida en tu categoría, qué ambiciones provoca en ti.

—Mi sueño siempre ha sido ser campeón olímpico y ese récord es un paso más en el largo camino que debo seguir para lograr ese propósito. Entrenar duro siempre para poder repetir la corona en el Campeonato Mundial juvenil del año próximo en Finlandia, además de nunca abandonar la actitud que me exige mi padre, eso no puede faltar en un deportista. Voy para mi segundo año en la selección nacional, el primero fue de exploración, pero el próximo lo aprovecharé para pulir los errores que vayan apareciendo en competencias dentro y fuera de Cuba.

—A tu corta edad, ¿cómo vislumbras los 18,00 metros?

—Esa es una barrera bien difícil, pero no imposible, varios triplistas la han logrado y yo puedo hacerla en algunos años llevando un entrenamiento más riguroso.

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