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Cuba, la misma piedra y el camino largo en pelota

Pablo Civil reconoce que hay mucha indisciplina en el home de los bateadores. Para ganar una Serie del Caribe hay que jugar más a este nivel, dijo.

Autor:

Norland Rosendo

CIUDAD DE PANAMÁ.- Con un final espectacular terminó la Serie del Caribe 2019. Ganó Panamá contra todo pronóstico. El equipo de Las Tunas, lo más parecido que se podía a la selección nacional cubana, quedó en un segundo lugar agridulce, más agrio que dulce.

El juego que parecía más asequible, frente a los Toros de Herrera este domingo, fue tan difícil como todos los demás. Pitcheo tres (y cuatro también) estrellas; bateo sin luz, en apagón. Solo Alfredo Despaigne sacudió su madero bien y Carlos Benítez, pese a que estuvo demasiado tiempo en la banca, promedió .400.

Con nueve carreras en cinco juegos no se podía aspirar a más; en un estadio que duerme las bolas en el aire tampoco era posible apostar al batazo de vuelta completa; y para hacer el juego táctico, fabricar anotaciones, hay que tener un arsenal de variantes que no fueron las privilegiadas al concebir el elenco que trajo Cuba a la edición 61 de la Serie del Caribe.

No todos los días iba a lanzar Lázaro Blanco, a quien los adversarios trataron infructuosamente de marcarle aunque fuera una anotación en dos juegos; y había otras grietas, como en la receptoría, que ponían más tensa la situación.

Pablo Civil, el estratega de los Leñadores, admitió que el rival jugó mejor; bien por Pablo. Panamá no solo jugó mejor en la final, sino que fue el mejor desde el primer día, salían al terreno a divertirse, sin presiones, sin temores de que un mal papel los condenara para una futura competencia.

Y aceptó una verdad que ya no hay cómo escribirla para que sea leída sin que el lector diga: otra vez la misma historia, más de lo mismo: «Hay que aplicar los fundamentos de este deporte, jugar bien tácticamente, no se pueden cometer errores, y es necesario que los bateadores vean más este pitcheo de calidad, sobre 90 millas por hora, con control sobre un repertorio muy variado en tipos de rectas, rompimientos y cambios de velocidad, que no existe en Cuba. Los pitchers estudian rápido a los rivales y trabajan en su zona vulnerable».

Nada nuevo. Si buscamos las lecciones de la Serie del Caribe pasada son las mismas. Un año más y son los mismos problemas.

«Hay mucha indisciplina en el cajón de bateo, nuestros bateadores son muy agresivos, les van a los primeros pitcheos, no saben escoger el lanzamiento según la situación de juego, y a este nivel los pitchers no regalan nada, y te ubican el envío donde menos puedas conectar el batazo. En ese aspecto debemos trabajar muy fuerte», se lamenta Pablo

Es lo que dice la teoría. Ok, pero a esos bateadores hay que enseñarles los fundamentos y exigirles que los cumplan. ¿Cómo es posible que un segundo bate, cuadrado, no pueda tocar bien la bola? ¿O que con hombres en posición anotadora con menos de dos outs hagan un swing que en la mayoría de las veces termina provocando un rodado? Y peor aún, que les vayan en esa situación de juego al primer envío con el cuadro cerrado y roleteen por donde mismo está el fildeador.

El asunto no está en que sean talentosos o mediocres, sino en hacer lo que el momento exija, puede que salga mal –ahí sí influye el talento-, pero se hizo lo que tocaba, y ahí el sabor no es tan malo.

Esos son los peloteros que tenemos, los que hemos formado, en su gran mayoría no son culpables por lo que no les han enseñado. Potencialidades hay, pero no pueden quedar a merced de una serie nacional tan mediocre.

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