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Drunkorexia: Extraña dieta

Entre los trastornos de alimentación conocidos emerge la drunkorexia en los jóvenes, quienes pretenden compensar las calorías de la comida con las de las bebidas, afectan su salud y ponen en riesgo el balance nutricional del organismo

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

No engordar. Esa es la meta de no pocos adolescentes y jóvenes, especialmente los del sexo femenino. Restringen su alimentación a diestra y siniestra o siguen dietas de la Luna, de la sopa, del pescado, de la leche o cualquier otra referida por una revista de modas o una amiga.

La literatura médica habla de la anorexia y de la bulimia, trastornos de la alimentación que ponen en riesgo el equilibrio nutricional del organismo. En tiempos recientes emerge otro, y muy preocupante, pues se relaciona, además, con el incremento del consumo de bebidas alcohólicas, lo que para los jóvenes suele constituir —erróneamente— una garantía de diversión.

El Portal de la Red de Salud de Cuba, Infomed, define a la drunkorexia como ese trastorno que contempla el deseo de ingerir alcohol y no aumentar de peso, más frecuente en las muchachas, que son las que primero se preocupan por adelgazar. Se describe como esa tendencia a dejar de comer durante horas, o comer muy poco durante el día para compensar las calorías ingeridas con las bebidas.

Esa tendencia se está extendiendo, y varias publicaciones se han hecho eco de este comportamiento insano, que podría incluirse dentro del grupo de los trastornos de la conducta alimentaria.

¿Dejar de comer por tomar?

La drunkorexia (del término inglés drunk —estar bebido— y por el sufijo orexia —apetito—) surge porque los jóvenes de hoy, dadas las calorías que tiene el alcohol, deciden que entre comer o beber, prefieren la segunda opción.

Si tenemos en cuenta que una lata de cerveza supone 110 calorías, un vaso de vino unas 80 calorías y un combinado supera las 200 calorías, muchos adolescentes a dieta escogen estas bebidas en vez de un plato de comida.

A este trastorno se le conoce además por la comunidad científica como alcohorexia o ebriorexia, pero lo más importante, entre sus causas, es que se basa en la persecución de las medidas corporales perfectas, la delgadez extrema como símbolo de belleza.

Sobrevienen los peligros entonces. Beber alcohol con el estómago vacío incrementa rápidamente los niveles de esta sustancia en sangre, lo que provoca un trabajo excesivo y perjudicial para el hígado, explican los especialistas. Además, se encuentra el individuo en un estado de embriaguez que le provoca un descontrol de su organismo, propenso a sufrir accidentes. Si a esto sumamos un sistema inmunitario deficiente, derivado de la malnutrición provocada por los períodos de ayunos prolongados, los efectos en el organismo pueden llegar a ser demoledores.

Estudios recientes alertan que el asunto es doblemente preocupante en las mujeres, ya que el hígado femenino sufre más por el alcohol, aunque ingiera menos cantidad y durante un tiempo más corto que el hombre. Bebiendo la misma cantidad que un varón, la sangre de una mujer absorbe entre un 30 y un 50 por ciento más. El corazón es también más vulnerable y con un 60 por ciento menos de alcohol puede sufrir la misma cardiopatía.

Entre los perjuicios, investigaciones realizadas en la Universidad estadounidense de Missouri afirman que privar al cerebro de una nutrición adecuada y consumir grandes cantidades de alcohol puede acarrear problemas cognitivos como la dificultad para concentrarse o tomar decisiones.

Advierten los especialistas que es fundamental alertar y dar a conocer este trastorno de la conducta alimentaria a la población, ya que es una enfermedad poco conocida, que se padece en silencio y es difícil de identificar por el entorno.

Como la anorexia y la bulimia, la drunkorexia es peligrosa a nivel nutricional porque la reducción de la ingesta de calorías en los alimentos pone a una persona en riesgo de no obtener los nutrientes necesarios para que cada uno de sus órganos funcione de manera correcta.

¿Las medidas de prevención? Es importante que los padres tengan una buena comunicación con sus hijos en general, pero sobre todo alertar y hablar sobre los efectos y el peligro del consumo de alcohol, que cada vez se inicia a más temprana edad.

En casos en los que los padres observen conductas poco frecuentes y raras en sus hijos deberán intervenir un sicólogo y un nutricionista. Se debe tratar la adicción al alcohol y las consecuencias emocionales de querer mantener una figura física esbelta, a cualquier precio, y, por otro lado, corregir los malos hábitos de alimentación hasta lograr un equilibrio nutricional adecuado.

Peligrosos síntomas

Además de percibir si hay un excesivo consumo de bebidas alcohólicas, los que rodean a la persona que padece drunkorexia pueden divisar una pérdida   de peso importante, con muestras de deterioro físico tales como hinchazón de la cara, pérdida de color de la piel, problemas dentales, caída del cabello y problemas gastrointestinales.

Se percibe también una mayor irritabilidad, conductas de aislamiento social, dificultades de concentración o desmayos.

Todos son síntomas físicos y sicológicos provocados por la mala alimentación y por el abuso de alcohol.

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