Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El arte existe para unir, no para competir (+ Videos)

Tras diez años sin aparecer con una nueva producción discográfica, el inquieto creador llegó en septiembre de 2019 con Inside que, más que un disco, se trata de un ambicioso proyecto compuesto por 13 canciones, de los cuales ya se han dado a conocer seis. No hay azul sin ti espera su turno

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

No hay azul sin ti. Es hermoso el título de la séptima canción que en breve dará a conocer el difícilmente encasillable X Alfonso para cumplir su compromiso de irnos develando de a poco Inside, su más reciente empeño en el universo de la música y que, después del disco Reverse, tuvo que aguardar diez años para ver la luz y nacer con una mariposa, sinónimo de transformación en muchas culturas, como principal símbolo, como poderoso identificador visual.

X, ¿por qué esperar tanto tiempo? Ciertamente no ocurrió así con tus discos iniciales: Mundo real salió en 1999, un año después X Moré, que enseguida le dio paso a Delirium Tremens y a Civilización...

‒Sí, tienes razón: al principio grababa un disco cada dos años, tres años, pero después de Reverse decidí tomarme un «respiro». A veces los artistas deben darse cuenta de que necesitan un tiempo para crecer y aprender más, para seguir estudiando. Ocurrió que alrededor de 2013, 2014, cuando tenía planeado regresar con una idea nueva, cayó justo Fábrica de Arte Cubano (FAC), ese gran laboratorio de creación interdisciplinario, para el que me tuve que poner de a lleno.

«La verdad es que no me desligué de la música porque seguí componiendo para el cine, la danza y el teatro, y hasta me dediqué con mayor fuerza a la fotografía, pero sí detuve todo lo relacionado con mi carrera, en cuanto a discos, giras, etc. Me “desaparecí” totalmente (sonríe)».

Una década debe haber sido suficiente para investigar, estudiar y hacer todo eso que querías. ¿Lo que por fin encontraste está en ese nuevo disco?

‒Efectivamente, toda esa experiencia de vida se halla en Inside, de ahí ese nombre, que significa dentro. En él convergen todas mis vivencias, lo aprendido tanto en el campo de la música, como en la fotografía, pero, además, nuevas formas de gestionar los proyectos. Debo decir que Inside no es, con exactitud, un disco, sino un proyecto que dura un año. Comenzó en septiembre de 2019 y culmina en septiembre de 2020, para luego dar paso a un concierto en octubre.

«Se trata de 13 temas concebidos para irlos dando a conocer de mes en mes, para que cada cual tenga una oportunidad de vida, un tiempo para ser asimilado. Cada una de estas propuestas está vinculada con las artes visuales: performances, tanto digitales como en directo, hasta intervenciones públicas, conversatorios... Primero apareció Cambio, luego le han seguido Reflexión, Dime qué hay que hacer, Siento que…, No se puede pensar como un prisionero y Siempre hay solución... Ya espera su turno No hay azul sin ti. Hablamos de un proyecto ambicioso que surgió con el propósito de llegar más profundo a la gente».

‒¿Cómo ha sido la recepción de Inside? ¿Ha ocurrido como lo esperabas?

‒Mira, hoy en día todo se ha transformado. Asombra la velocidad con que ocurren los hechos, como si todo fuera más rápido, y a pesar de ello debo decir que la respuesta en la calle ha sido muy buena, se nota en los conversatorios que hemos sostenido con el público. Este resulta un proyecto muy activo y la experiencia ha sido bonita. También me he dado cuenta de que ahora es que la gente está escuchando los temas que presenté en septiembre y octubre, pero está bien, poco a poco, lo importante para mí es que esas canciones se queden. No busco pegar un tema ni estar a la moda, sino que se conviertan en compañeros para toda la vida.

A partir de Civilización decidiste que no venderías más discos en Cuba, porque lo esencial para ti, has insistido siempre, es llegar a la gente...

‒Una idea que no ha cambiado, que se ha mantenido y así seguirá: mi música en Cuba no se vende. Ahora resulta más fácil para la gente porque tiene internet en los teléfonos y es más sencillo descargar las canciones. Antes las copiaba en memorias flash, lo mismo en los conciertos que en las giras; iba a las universidades y las dejaba para que estuvieran al alcance en la base de datos. De igual manera haré ahora con Inside, después del concierto de octubre pretendo organizar una gira y varios conversatorios que me permitan llevar mi música y mi arte por todo el país.

Has dicho que Inside constituye una experiencia colectiva, ¿en qué sentido?

‒En que participan diseñadores, especialistas en diferentes ramas, críticos de arte... Ya no realizo los videos solo como antes, sino que ahora somos un equipo. Ha ocurrido, por ejemplo, que esa responsabilidad ha recaído en Nelson (Ponce) y Raupa (Raúl Valdés), que han creado, a partir de mi música, una experiencia que antes no había tenido. Inside ha reunido una gran familia, y yo soy parte de ella. Resulta fantástico, estimulante, genial, lo que puede conseguir el trabajo en colectivo a nivel de ideas; y de poder materializarlas de conjunto, para llevar adelante, de una manera más contundente, un mensaje, un pensamiento.

Te hallas entre quienes se preocupan mucho por las redes sociales. Lo evidencia un proyecto como los «Expedientes de X»...

‒Los Expedientes de X, que aparecen en mi página web (www.xalfonso.com), tienen el objetivo de explicarles a las nuevas generaciones cómo ha sido mi trayectoria, de dónde he salido, qué hago, quién soy. Justo en ese sitio están los temas que ya han salido de Inside y que pueden descargarse gratuitamente.

‒¿Ya están listos los 13 temas?

‒¡Pues mira que no! Existen todas las bases, las ideas montadas y los arreglos hechos, pero los cambio constantemente. Esas son las libertades que te da preparar un disco durante un año: no tengo la obligación de grabarlo en diez días, en ocho horas de estudio por jornada. Ahora puedo dedicarle más tiempo a la experimentación, a escuchar, a transformar lo que no me complace del todo, hasta que quede bien convencido.

‒¿Cómo puedo entender ese: «cayó Fábrica de Arte Cubano», que me dijiste hace un rato?

‒Fábrica de Arte Cubano comenzó en 2009, pero itinerante. Y físicamente cayó en 2013, de modo que me volqué por completo a recuperar primero el espacio...

‒¿Fuiste tú quien lo escogió?

‒Sí, este es un lugar por donde pasaba en bicicleta todos los días, cuando bajaba la loma de 26. Pensaba que era alguna fábrica en funcionamiento. En una ocasión entré porque andaba buscando locaciones para un videoclip, y descubrí que en verdad se trataba de un almacén, que allí ya no se producía nada, aunque con anterioridad existió una fábrica de aceite de cocina. El espacio me encantó desde que lo vi y comencé a indagar sobre él. Me enteré por casualidad de que el inmueble estaba en traspaso en ese momento, debido a que ya no se iba a utilizar en lo que se pretendía. De ese modo se creó FAC con esta concepción con que se conoce.

Estamos hablando de un proyecto que muchos relacionan solo contigo, pero son muchos más los «fabricadores»...

‒Por supuesto, esta es una familia muy grande. FAC es llevada adelante por 14 especialistas, un equipo muy especial. Todos los que trabajan aquí tienen un sentido de pertenencia increíble, gracias a lo cual se ha logrado un centro cultural del agrado de un público muy amplio y diverso.

La revista Time lo ubicó el año pasado entre los cien mejores lugares del mundo... Imagino que esa elección no haya sido tan sorpresiva para ti...

‒¡¿Cómo que no!? (Sonríe). ¡Claro que sí!...

Es que de jueves a domingo, normalmente FAC permanece que no le cabe ni un alma más...

‒Bueno, pero esa acogida de la gente no tiene nada que ver. Estamos hablando de ¡los cien mejores lugares del mundo!, según el criterio de una publicación de mucho prestigio a nivel internacional. Para mí posee una significación grandísima, porque se reconoce que a pesar de las dificultades que enfrenta Cuba, se logran grandes empeños, con el esfuerzo y la entrega de muchas personas apasionadas.

‒¿En qué radica el secreto de FAC? ¿Cómo se consigue?

‒Porque Fábrica constituye un proyecto vivo. Fábrica no es un local donde vienes a ver cosas: exposiciones, conciertos, obras de teatro, danza, moda, a bailar..., sino a vivir una experiencia. Ello explica que le hayan otorgado no solo este reconocimiento, sino que con frecuencia sea nominada a diferentes premios del sector turístico, por poner un ejemplo.

Cuando te referiste a la época en que te dedicaste a escribir para otras manifestaciones, enseguida recordé el Goya que recibiste por la banda sonora de Habana blues...

‒La banda sonora de Habana blues me trajo muchas satisfacciones; sirvió, digamos, para que la gente empezara a escuchar mis discos anteriores, para que se conectaran con mi carrera. Casi todos los trabajos que realizo, «se ven» después de un tiempo, salen a la luz. Es que mi obra no tiene tiempo, no está pensada para que funcione solo durante un momento determinado. Creo en mi obra, en mi trabajo, y perdura. Así hago mis discos, mis videos, mi fotografía, todo, totalmente atemporal, convencido de que tarde o temprano llegará mi mensaje.

«Te cuento, para que tengas una idea, que en 2012, 2013, presentaron en Alemania mi disco X Moré como si fuera nuevo, cuando fue publicado en 2001, lo cual demuestra lo que te acabo de decir». 

A muchos nos extrañó que no obstante desarrollar una labor tan exitosa como realizador audiovisual, dejaras de sorprendernos con tus magníficos videoclips...

‒Te confieso que el videoclip me gusta mucho, desde niño me ha fascinado, pero tuve que alejarme de él por varias razones, en primer lugar porque en los últimos años esto de hacerlos se tornó una competencia, como una olimpiada, algo que para mí no tiene ningún sentido: el arte no es para competir, sino para unir. De pronto hubo malos encuentros con algunas personas y comenzó aquello de: «¿por qué el premio para él?», ese tipo de manifestaciones poco agradables que no valen la pena, que lo enturbia todo. Y decidí salirme un poco...

Lo innegable es que con tus videoclips, siempre muy antropológicos, encontraste una manera particular de expresarte...

‒Es que me interesan mucho las personas, porque vivo con ellas; sus relaciones, cómo reaccionan ante el medio, ante las circunstancias que les rodean. A fin de cuentas son las personas las que hacen un país, la principal razón de ser de este.

A ti, que te gusta tanto el cine y eres tan atrevido, ¿no te ha pasado por la cabeza meterte en el mundo de la ficción?

‒¿Qué crees? (sonríe). Siempre he querido hacer cine, pero es complejo. Yo me lanzaría feliz, porque esa idea me encanta, si no tuviera que ponerme a pensar en la distribución, en buscar dinero para filmar, pero... ¡ya la haré! (vuelve a sonreír). 

Pertenecer a la estirpe de los Alfonso-Valdés...

‒Mis padres pusieron el arte, la música en mi sangre, en mi ADN. Y la pasión comenzó a crecer en mí ya en la barriga de mi madre, mientras embarazada ensayaba sus presentaciones. Todo parece indicar que la musicalidad también se transmite. Desde pequeño cantaba Los paraguas de Cherburgo, de Michel Legrand, y aunque eran frases muy difíciles, dicen que lo hacía muy bien. Así que no hubo que acudir a un mago para saber cuál sería mi camino.

«A los siete años empecé a estudiar piano en el conservatorio Manuel Saumell, y de ahí me fui a la Escuela Nacional de Arte (ENA). Antes de terminar, inicié mi vida profesional».   

De una escuela, la ENA, para otra, Síntesis...

‒¡Una escuela total! Formar parte de Síntesis ha sido una vivencia altamente enriquecedora, de las que más le han aportado a mi existencia desde el punto de vista humano, pero también en lo profesional por el responsable trabajo de investigación que llevan adelante mis padres, por sus sabios criterios, sus exquisitos gustos musicales. Ciertamente fue una bendición, un privilegio, poder desarrollar desde muy joven una labor tan profunda.

Es evidente que tu papá confió en ti desde temprana edad...

‒Pero no es que confió en mí cuando contaba con 15 años, mi papá confió en mí desde que cumplí dos (sonríe).

Tanto, que te encomendó grandes responsabilidades, como la producción musical de discos de Síntesis, arreglos de las canciones de Silvio...

‒Lo mejor que a uno le puede pasar: vérselas frente a frente con los retos y no cogerles miedo. ¡Palante siempre!

Si todo marchaba sobre ruedas en Síntesis, ¿por qué emprender una carrera en solitario?

‒Desear emprender muchos otros proyectos. Esa es la ley de la vida. Uno empieza, aprende, pero luego quiere expresarse con su propia voz. Y no solo aprendí de Síntesis, sino también de Santiago Feliú, de Carlos Varela, de Estado de Ánimo, del grupo de rock Havana, de todos me nutrí, antes de disponerme a desandar mi camino. Gracias por lo mucho que me aportaron.

Embajador de Buena Voluntad de Unicef, un hecho que no se conoce mucho...

‒Para mí no es más que un título. Mi labor con los niños comenzó desde que yo mismo era otro más. Eso sí: gracias al equipo de Fábrica pudimos hacer realidad un sueño de muchos, no solo mío: organizar, para una tropa que supera los 1 500, talleres gratuitos (más de 20) de temáticas relacionadas con la arquitectura, el diseño gráfico, la fotografía, la cultura culinaria, el cine...., además de cursos de danza, ballet clásico, teatro, moda y artes plásticas... Sin embargo, es real que este tipo de acciones solo se emprenden cuando llevas ese amor por dentro, cuando nace de ti. A mí únicamente me interesa contribuir de alguna manera, a través de mi arte, a que la vida de quienes me rodean sea mejor.

‒¿Te arrepientes de algo de lo hecho?

‒Si voy a arrepentirme, mejor no lo hago (sonríe). Uno solo debe arrepentirse de lo malo que haya hecho, pero cuando tus proyectos andan acompañados de buenos pensamientos y buena vibra, no hay por qué.

Bueno, es que al principio uno puede creerse que se está comiendo el mundo...

‒Siempre hay que pensar que te estás comiendo el mundo, y creer firmemente en lo que haces, sin dejar de tener los pies bien puestos en la tierra. Es el único modo de avanzar, de superarse, de salir adelante.

Parece que solo das hijas...

‒¡Parece! (sonríe) ¡Tres hembras! ¡Preciosas! La más pequeña, mi bebé de 11 meses, nació de la unión con mi esposa Sandra, y estamos disfrutando su crecimiento, como cada paso que estamos dando en la vida.

 

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