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Lo político no puede avanzar sin lo social

Héctor Nuila, secretario general de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), habla para JR

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Héctor Nulia. Foto: Juan Moreno Seguridad ciudadana sustentada en los principios de la seguridad democrática, combate a la pobreza y defensa de la soberanía nacional son los principales ejes programáticos de MAIZ: un frente amplio de voluntades recién nacido en Guatemala para dotar de una perspectiva política al movimiento social y a la izquierda política en esa nación centroamericana.

Median desde la firma de la paz, batallas sociales que han estremecido pero, también, procesos de desarticulación y hasta confrontación por espacios y poder, sin contar efectos desmovilizadores espontáneos o inducidos por las fuerzas del capital, momentos de desencanto, y los efectos paralizantes del terror por la política represiva del Estado, que en Guatemala dejó decenas de miles de muertos y desaparecidos.

«Las condiciones del país exigen el reencuentro de las reivindicaciones más sentidas del pueblo con los planteamientos de la revolución», afirma Héctor Nuila, secretario general de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), el otrora movimiento guerrillero convertido en partido tras los acuerdos de paz de 1992.

«Hablo de “reencuentro” en términos concretos —aclara—, porque en términos teóricos nunca ha habido desencuentro. Pero tenemos que dar una respuesta de carácter estratégico a la situación nacional sobre la base de arrebatar espacios de poder, e ir pulsando y conduciendo las transformaciones que urgen a la nación», explica.

El sustento está ahí, en las banderas levantadas por la misma gente, muchas veces de modo espontáneo, para hacer valer reivindicaciones que van desde el rechazo al Tratado de Libre Comercio de Centroamérica y República Dominicana con Estados Unidos, y pasan por las protestas contra la demolición de un paso peatonal, echado abajo por el Estado para facilitar el trabajo de las transnacionales que se llevan el 99 por ciento de las riquezas mineras...

«Hace poco, en el departamento de Huehuetenango, en la frontera con México, se dio una consulta popular propiciada por organizaciones sociales y arrojó un 70 por ciento de rechazo a la Ley de la Minería», recuerda para graficar el grado de inconformidad con el modelo económico y político.

En opinión de Héctor Nuila, la lucha contra las llamadas concesiones en la esfera de los hidrocarburos y en la minería constituye, junto a la repulsa al TLC, «otro elemento aglutinador y de fomento de la conciencia nacional».

«Entonces, hay toda una efervescencia que permite darle a problemas locales, la dimensión de reivindicación nacional». Se trata, explica, de retomar el sentido de clase de la lucha popular.

UNIDAD Y MESA LIMPIA

La iniciativa de esta alianza amplia fue dada por el llamado de 200 personalidades políticas guatemaltecas, el pasado 10 de septiembre. El 19 de noviembre nacía el Frente Político y Social de Izquierda, que luego adoptaría el emblemático nombre de MAIZ: Movimiento Amplio de Izquierda, constituido por organizaciones tales como el Frente Nacional de Lucha, representantes de los sindicatos y movimientos de campesinos, de las mujeres y de los pueblos indígenas. En la misma igualdad de condiciones acudió la URNG.

Un punto de inflexión importante en que podría verse la acción de MAIZ serán las elecciones presidenciales, legislativas y municipales del año que viene en Guatemala. Sin embargo, las metas son a largo plazo.

Héctor Nuila califica a MAIZ como «un instrumento de lucha aglutinador de reivindicaciones» que puede presentar incluso un programa político y recoger las expectativas políticas de la población. «Puede tener una capacidad de movilización grande de cara a lo electoral pero, fundamentalmente, hacia el futuro... De acuerdo con el resultado de la acumulación de fuerzas que logremos, con este elemento articulador de luchas podríamos, en un momento dado, establecer las estrategias necesarias para convocar a las transformaciones».

Algunos compromisos signan la presencia en MAIZ de la URNG, el único partido político dentro del conglomerado: «Propiciamos empezar con la mesa limpia de candidaturas. No podemos plantear un proyecto político sobre la base de un candidato, y menos con mentalidad caudillista. Hablamos de un programa político que la Revolución propone a la población, y que es el que va a definir los perfiles para la designación de las candidaturas desde lo municipal, lo parlamentario y lo nacional. Eso no nos inhibe de hacer propuestas, pero nos comprometimos a no imponer. Y hay otro aspecto fundamental: en MAIZ no tienen cabida grupos o personas que hayan estado comprometidos con la represión en la época de la guerra y la contrainsurgencia; ni quienes estén sindicados por violaciones a los derechos humanos y tengan las manos manchadas de sangre del pueblo; tampoco quienes hayan tenido vínculos con hechos de corrupción pública o privada, o estén ligados al crimen organizado y el narcotráfico. Es un principio ético».

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