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La antorcha de la discordia

Autor:

Yurisander Guevara

La antorcha que iluminará los Juegos Olímpicos de Invierno Vancouver 2010, en Canadá, encendió la ira de los habitantes de la ciudad de Victoria tras su atrasado arribo procedente de Grecia.

Las desgracias comenzaron para los organizadores cuando al tratar de encenderla en la Legislatura de Victoria, capital de la Columbia Británica, esta permaneció incólume.

Más de un minuto le tomó a Marlene Poole, viuda de Jack Poole, presidente del comité organizador de los Juegos, y a John Furlong, director ejecutivo del comité organizador, lograr que la pequeña mecha comenzara a tomar forma en el primer pebetero.

Según el rotativo local Vancouver Sun, la ceremonia transmitida a todo el planeta comenzó a mostrar caras de pánico entre los 15 000 asistentes al recibimiento de la llama olímpica. «Jim Richards, director del Comité Olímpico de Vancouver para el relevo de la antorcha, se acercó rápidamente por detrás para ver si había algo que él pudiera hacer para salvar ese momento. Entonces… lentamente… muy lentamente… surgió una llamita del pebetero», relató el rotativo en su versión digital.

Pero antes de comenzar el relevo, alrededor de 400 personas protagonizaron un festival antiolímpico circense en la Plaza del Centenario de la Ciudad. Incluso, algunos centenares de manifestantes obligaron más adelante a cambiar el curso de la ruta planificada por la urbe. Disgustados con los miles de millones de dólares que se gastarán en los Juegos, los protestantes bloquearon las calles de Victoria durante horas, impidiendo que la antorcha pasara frente al edificio de gobierno.

No es la primera vez que se observan estos casos de protesta antiolímpicas, pues en la carrera por la sede del 2016, las ciudades de Tokio y Chicago fueron escenarios de similares reprobaciones hace apenas unos meses.

Simplemente, por mucho que el Comité Olímpico Internacional se empecine en tratar de eliminar el gigantismo de los Juegos de invierno o verano, este persiste como un lastre. Y si bien quizá no es demasiado tarde, lo cierto es que el estereotipo de «Juegos exitosos» acarrea un derroche tal que, en algunos países como Grecia, sede de la cita estival del año 2004, aún el ciudadano común siente los efectos de los días olímpicos en los bolsillos. Según una estimación del diario británico The Independent citado por el sitio www.warthon.universia.net, las facturas de Atenas suman el equivalente a 70 000 dólares por hogar. Otras ciudades anfitrionas tienen mucho menos que mostrar por los esfuerzos realizados. Si no preguntémosle a los residentes de Montreal, quienes necesitaron hasta el año 2006 para pagar los mil millones de dólares que costaron sus Juegos Olímpicos de 1976.

En su recorrido de 106 días de duración, la antorcha olímpica se detendrá en cada provincia y territorio canadiense antes de encender el pebetero en el lugar dispuesto al efecto en la Columbia Británica el próximo 12 de febrero de 2010, día de la inauguración de los Juegos de Invierno.

El relevo de la antorcha llegará a rincones bien apartados como Alert, en el ártico canadiense, y L´Anse aux Meadows, Terranova, en la costa atlántica del norteño país. Atravesará más de mil comunidades y será llevada por 12 000 personas en un recorrido por avión, barco, bicicleta, trineo de perros, patineta y otros medios de transporte. Sin embargo, no serán pocos los que vean en sus llamas arder su dinero, ese que emplean lo organizadores para llevar a cabo la aventura olímpica.

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