Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Lo que va de ayer a hoy

Autor:

Juan Morales Agüero

En el municipio de Manatí, en Las Tunas, no queda ya nadie capaz de recordar pormenores, pero me imagino el regocijo que seguramente provocó entre su clase obrera aquella noticia, publicada a inicios del quinto mes de 1939 por el periódico Hoy, órgano del Partido Socialista Popular. Informaba que la Confederación de Trabajadores de Cuba, fundada tres meses antes, había celebrado por primera vez en la Isla el Primero de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores.

Por entonces, en el poblado tunero acababa de crearse el Sindicato de Obreros Azucareros del Central Manatí (SOACM). Sus miembros de mejor preparación conocían el legado histórico de los mártires de Chicago, ahorcados por participar en la huelga del 1ro. de mayo de 1886, que exigía el reconocimiento de la jornada laboral de ocho horas. Aunque no hubo desfiles ni discursos, el nacimiento de ese gremio local devino su homenaje primigenio a la conmemoración.

Las fuentes pasivas, que atesoran detalles sobre el movimiento sindical manatiense anterior al triunfo de enero de 1959, glosan de alguna manera sus demandas y la negativa a satisfacerlas por parte de la compañía norteamericana dueña del ingenio. Las protestas se hacían más enérgicas cada Primero de Mayo, lo mismo mediante llamados a huelgas generales que por medio de reclamaciones.

En más de un tenebroso quinto mes, hubo asambleas sindicales semiclandestinas disueltas violentamente por efectivos de la Guardia Rural. Ni siquiera la visita que en 1947 realizó al municipio el dirigente azucarero Jesús Menéndez transitó por cauces pacíficos, pues su discurso fue saboteado a tiros por elementos mujalistas que pretendían arruinar el mitin y amedrentar al líder.

El tsunami revolucionario color verde olivo propició que los manatienses comenzaran a celebrar a sus anchas el Primero de Mayo sin paros, demandas ni represiones. Estudiantes, combatientes, campesinos, obreros, jubilados, federadas, amas de casa, en fin… ¡el pueblo en su más amplia gama hizo definitivamente suya la celebración! Se había superado para siempre una época ominosa.

Cada año las iniciativas fueron aportándole creatividad al festejo. Así, comenzaron a marchar los miembros de los equipos de fútbol, ídolos de la localidad. El gremio agrícola incluyó tractores orlados con motivos del surco. Nunca faltaron en la procesión los jinetes en sus cabalgaduras. Y un octogenario me aseguró que hasta cierta vez una joven vaca, con un sombrero de guano entre los cuernos y una pancarta colgándole del cuello, fue «invitada» a desfilar, bien sujeta por un trabajador ganadero.

Este Día Internacional de los Trabajadores, a imagen y semejanza de los anteriores, ratificó la fidelidad de los manatienses al proceso emancipador cubano y la certeza de que nuestra fuerza radica en la unidad. Miles de sus hijos, en representación de los más variados sectores, hicieron suya la convocatoria. La frescura de sus iniciativas y el entusiasmo de su bloque hicieron ostensible el protagonismo de los jóvenes y desfilaron junto a ellos hasta la Plaza de la Revolución, no por azar nombrada Primero de Mayo.

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