Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Para siempre, la Figura

Autor:

José Alejandro Rodríguez

Juventud Rebelde está de luto. Una tristeza densa asfixia su redacción solitaria. Los pocos que cierran la edición en tiempos de pandemia y aislamiento apenas susurran. Se nos fue la Figura, como le llamábamos cariñosamente a José Luis Estrada, ese ser singular que nos ha dejado sin más recurso que el desconsuelo, esa polvareda nostálgica que legan las buenas almas.

La historia de José Luis hasta convertirse en la Figura es la de los caminos difíciles y abruptos, no la de los  favorecidos por el melindre y la sobreprotección. Eso bien lo sabe la gran Juana, que lo crió fuerte para la vida, siendo él tan suave de corazón.

Muchacho tunero, físico por demás y profesor recto y tierno de adolescentes en una secundaria básica, en vez de la teoría de Newton, una fuerza gravitacional del sentimiento lo atrajo un día, como un salto al vacío, hacia el periodismo, en un curso de reorientación que sesionó durante un año en la propia redacción de Juventud Rebelde.

Fui su profesor y siempre distinguí, en aquella sonrisa juguetona y sincera que recordaba a Bola de Nieve, en aquella decencia y las buenas maneras mezcladas con la criollez del barrio, una sed interminable de saber y de avanzar a puro coraje en este oficio de la palabra que nunca se concluye. Era el alumno interesado en todo, eso que llaman aplicado. Era una esponja para los ABC del periodismo, sus técnicas, destrezas y conceptos. Era un talento con desbordadas virtudes humanas, una dupla imprescindible para lo que García Márquez llamó el oficio más hermoso del mundo.

Se adueñó tanto del corazón de Juventud Rebelde, que quedó prendido como aquellos alfileres de criandera en el staff del periódico. Y en su redacción cultural, se consagró a la Belleza, esa que dignificó Luis Eduardo Aute.

Pocas personas he conocido con tal voracidad por probarse en una profesión desde abajo, a puro sacrificio. Sin catapultas ni padrinazgos. De esos que llegan por sus propios esfuerzos y conquistan la cima sin dañar ni empujar a nadie en la carrera.

Tantos años al frente de la Redacción Cultural de JR, Estrada creció profesionalmente hasta que se convirtió en un referente inevitable en el periodismo cultural cubano. En el 2020 se le confirió el Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez en Prensa Escrita.
La joya de su tesoro expresivo fue la gran asunción de la danza y el ballet, y el abordaje supremo de la figura de la legendaria Alicia Alonso, Lizt Alfonso, y otras majestades del escenario.

Pero su laboreo obsesivo desbordaba las peripecias del cuerpo humano danzando, y se proyectaba sobre muchas otras manifestaciones artísticas. Su consagración periodística a la cultura cubana fue proverbial: desde la rumba de cajón hasta la ópera. 

La Figura se ganó su espacio en el escenario de la prensa cubana, no en las pasarelas fáciles y ventajosas de lo volátil y falso. Obseso del mérito y el talento ajenos, humilde, pero pretenciosamente, llegó a convertirse en uno de los grandes entrevistadores del periodismo cultural cubano. Y siempre revelaba lo humano y lo divino de cada astro que interpelaba.

Todo lo hizo con humildad, sin creerse nunca el mejor ni despreciar a nadie. Fue magnánimo y generoso, tanto en propiciar oportunidades como en ayudar siempre. Era una especie de amigo de guardia las 24 horas, siempre el mismo.

Con el coraje de Juana asumió la vida, los prejuicios y hasta el qué dirán. Fue transparente, fiel a sus ideas. Piadoso con la maldad y el encono.

Ayer no cabían tantas lágrimas y homenajes por su partida en las anchas autopistas de las redes sociales, desde cualquier parte del país o del mundo. Tantas personas no podían estar equivocadas en sus sentimientos. Porque él supo cultivar el cariño ajeno con la sana seducción del recurso más poderoso: los buenos sentimientos. Era un guerrero y un hombre noble hasta las vísceras.

 Qué vacío para todos los que lo conocimos y lo quisimos, más bien lo querremos siempre. La pobre Juana, su mamita inmensa, nunca tendrá consuelo. Nunca te olvidaremos, Figura. Estás ya gravitando por los pasillos de Juventud Rebelde, con esa sonrisa siempre impredecible y tu chachareo tan cubano. Despejando sombras con tu luz propia.

 

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