La próxima generación del sistema operativo de Microsoft pretende unificar el uso de la plataforma con actualizaciones gratuitas y la unión de dispositivos disímiles
La compañía estadounidense Microsoft se prepara para lanzar este año, supuestamente en el verano, una nueva versión de su sistema operativo Windows en 190 países y 111 idiomas, una noticia que ya da mucho de qué hablar en el mundo de la informática.
Los «muchachos» de Redmond atraviesan desde finales de 2012 por una auténtica pesadilla, pues Windows 8 y su sucesor, Windows 8.1 (de octubre de 2013), no lograron calar de la forma que ellos esperaban entre el público. Mucho menos lo hicieron las versiones destinadas a dispositivos móviles.
Según la web statcounter.com, ambos sistemas operativos solo ocupan hoy poco más del tres por ciento de uso global, una cifra irrisoria si la comparamos con Windows 7 (líder con 33,51 por ciento) o el ya finiquitado Windows XP, aún en funcionamiento para un tercio de los usuarios globales de ordenadores.
Por eso Microsoft pretende recuperar terreno con Windows 10, un sistema operativo que según anuncia vendrá armado de funcionalidades de todo tipo y será gratis en su primer año para millones de personas, incluidas aquellas que utilicen una copia sin haber pagado la licencia.
Hace solo una semana el vicepresidente ejecutivo del grupo de Sistemas Operativos de Microsoft, Terry Myerson, anunció en China que los usuarios que quieran dar el salto a Windows 10 podrán hacerlo sin pagar un centavo, oferta válida también para quienes utilicen una versión «pirata».
La actualización gratuita será posible en ordenadores conectados a Internet que operen con Windows 7 o alguno de sus sucesores. Desde Cuba, no obstante, es imposible actualizar las PCs que operan estas plataformas y estén en línea, pues las arbitrarias regulaciones del bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos impiden el acceso a la tienda web de Microsoft.
Con esta movida sin precedentes en la industria del software, la compañía fundada por Bill Gates busca unificar de golpe y porrazo a millones de personas bajo el nuevo sistema operativo y parece ser la mejor salida encontrada por ellos para enfrentar la piratería, aunque no han dejado claro aún si quienes actualicen desde copias ilegales recibirán una licencia certificada.
Si bien desde Windows XP los sistemas operativos se han legalizado a través de licencias, el método ha sido muy endeble, pues antes de su lanzamiento comercial han circulado los códigos de activación distribuidos de forma gratuita a través de Internet. Esta tendencia podría cambiar definitivamente con Windows 10, porque serían millones los usuarios que pasarían a poseer una copia auténtica, aunque la compañía no ha dejado claro si será legal de forma definitiva.
Para Microsoft, aunque no lo han dicho explícitamente, sería un alivio que muchos de los ilegales pasen a utilizar su sistema operativo certificado, especialmente en países como Rusia, China, Brasil e India, donde se calcula que unos 500 millones de usuarios tienen copias pirata de las distintas versiones de Windows.
¿Significa esta actualización gratuita pérdidas para Microsoft? De ninguna manera. Desde el pasado año la filosofía del modelo de licencias empleado por esta compañía comenzó a cambiar. Ahora apuestan por las suscripciones directas a productos específicos como la Suite Office, el poder de la computación en la nube y la conexión entre plataformas de mesa, móviles y consolas de videojuegos.
Esta «economía del menudeo», en la que el usuario paga unos pocos dólares por usar el programa en un espacio de tiempo determinado y lo descarga directo a su equipo, se traduce en ganancias multimillonarias con el paso del tiempo. Con Windows 10 se va a fortalecer el modelo, pues la legalización de los «piratas» permitiría el acceso a todas las prestaciones de las tiendas en línea sin miedo a que Microsoft les bloquee el ordenador. La nueva plataforma es, sin dudas, una tarjeta de crédito Made in Redmond.
Además de las intenciones para expandir su poderío en la industria del software, Microsoft ha anunciado nuevas prestaciones con Windows 10, que podríamos considerar entre interesantes e inquietantes.
Primero aclaremos qué se necesita para instalar este sistema operativo. La empresa anunció que en su versión de 32 bits Windows 10 requiere un mínimo de 16 gigabytes de espacio en disco duro y un gigabyte de memoria RAM, mientras que la de 64 bits precisa de 20 gigabytes de espacio físico y dos gigabytes de memoria RAM.
Solicita también soporte para DirectX 9 y una resolución mínima de pantalla de 800x600 píxeles. Estas especificaciones lo hacen muy parecido a sus predecesores más inmediatos, aunque no son precisamente sus novedades más comentadas.
Windows 10 retoma el concepto del menú Inicio, cuya retirada en 8 y parcial reaparición en 8.1 pudo haber sido la causa principal de su fracaso. En su regreso este será muy similar a sus predecesores, con el cuadro de búsqueda incluido y la posibilidad de anclarle aplicaciones. Asimismo, permitirá ser redimensionado al placer del usuario.
Como sistema operativo Windows 10 estará disponible no solo en ordenadores, sino que será compatible con la consola Xbox One y algunos modelos de teléfonos inteligentes y tabletas que operan con Android.
Supone la llegada además de DirectX 12, lo cual facilitará el rendimiento y consumo energético de las aplicaciones multimedia, e incorporará un Centro de Acción para recibir notificaciones en línea de las aplicaciones que utilice el usuario.
También permitirá el uso de múltiples escritorios —una funcionalidad al más puro estilo Linux— y la creación de redes wifi con el software nativo, sin que medie el molesto «Grupo en el hogar» de las anteriores versiones.
Asimismo se podrá mantener la sesión iniciada simultáneamente en varios dispositivos, una característica que potencia la hiperconectividad y hace un guiño al mundo móvil. Con Windows 10 podemos comenzar a trabajar en un PC y luego seguir desde una tableta. Este servicio requiere una conexión a Internet y una cuenta Microsoft.
Planean además que incorpore un nuevo navegador web, lo que presupone la muerte de Internet Explorer. Se trata de Spartan, el que afirman será tan rápido y funcional como Mozilla Firefox y Google Chrome, los reyes de este segmento en el mundo informático.
Entre las novedades más innovadoras del software aparece Windows Hello, una aplicación que sí necesita de alta tecnología para su implementación. Y es que presupone utilizar un método de identificación a través de nuestras señales biométricas, en aras de eliminar las contraseñas de inicio de sesión.
Windows 10 sería capaz entonces de reconocernos por nuestro iris ocular, huellas dactilares o la voz. Si el equipo no dispone de esta parafernalia tecnológica, entonces habrá que usar un sistema de encriptación que guarde nuestras contraseñas, al cual puede accederse con un sistema de número PIN al igual que lo hacemos en los móviles.
A todo esto se une Cortana, una asistente personal basado en inteligencia artificial, que está integrado a los sistemas de búsqueda e indización, con acceso a información en el equipo y también en Internet.
Microsoft explicó que Cortana —cuyo nombre referencia a la asistente virtual del famoso videojuego Halo— aprenderá nuestros gustos con el tiempo, para ser capaz de «predecir» acciones y optimizar la experiencia del usuario.
Con los escándalos a los que se ha visto sujeta esta compañía en el pasado por la instalación de códigos de espionaje en productos como Office, entre otros, no deja de ser cuestionable qué haría la inteligente Cortana en segundo plano, dónde almacenaría los datos que aprende de nosotros, y qué usos podría hacer de estos Microsoft.
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