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Criterios sobre la estimulación

Sobre lo que califican de irregularidades e injusticias con respecto a la estimulación en pesos convertibles, escriben los operadores Liester Lomba y Fernando Pérez, en nombre de los trabajadores de la UEB (unidad empresarial de base) Fuel Oil Chambas, que en ese municipio avileño genera energía eléctrica y es vanguardia nacional.

Se quejan ellos de que hace más de un año a ese colectivo le vienen afectando la estimulación en CUC que está establecida para tales unidades, por problemas en la distribución de energía eléctrica, un parámetro que nada tiene que ver con el resultado de su trabajo, pues su objeto social es generar.

Sin embargo, apuntan, a los encargados de la distribución no se les afecta su estimulación por algún parámetro de los operadores. Otra razón de afectación es por la no disponibilidad. Esa sí es cuestión de ese colectivo, admiten, pero se les ha interrumpido el estímulo cuando esa disponibilidad ha estado motivada por falta de piezas de repuesto. «Si nosotros no somos quienes compramos las piezas de repuesto, ¿qué culpa tenemos de que no haya?», cuestionan los operarios.

Otra arista de la estimulación abordada en su carta es el problema de la diferencia de salario entre emplazamientos. «Trabajadores nuestros que cumplieron misión en La Habana pudieron constatar que a nosotros se nos paga como Operadores C, y todos somos graduados de Operadores A.

«También está el problema de la diferencia de salario del personal de la oficina comparado con el nuestro. Si el ingreso de la estimulación en CUC depende de la labor de los operadores, ¿por qué el personal indirecto a la producción cobra mayor estimulación que el vinculado directamente a la misma?

«Por último, abordamos el tema del comedor obrero. En esta unidad se paga el estipendio alimenticio. Los operadores en su mayoría quisimos acogernos a esta variante, y simplemente se nos dijo que no», agregan los operarios.

Aunque no explica la carta qué gestiones han hecho para esclarecer el asunto, es evidente que estos operadores de Fuel Oil Chambas tienen demasiadas dudas e insatisfacciones en temas muy serios y delicados como los de sus ingresos y estímulos. Ellos merecen que se les esclarezca, y si algo está mal aplicado, que se ponga en su justo sitio.

¿Dónde está el inspector?

Jorge Suárez Ramil (Ermita No. 217, entre San Pedro y Lombillo, Apto. No. 3, 2do. piso, Plaza de la Revolución, La Habana) se inquietó desde que en el pasado mes de julio, y hasta el presente noviembre, comenzaron a llegar a sus manos los recibos del servicio eléctrico con cifras exorbitantes para su tradicional nivel de consumo y de los efectos electrodomésticos que utiliza. Un ejemplo fue noviembre: 225 pesos en una casa donde no hay aire acondicionado ni se derrocha electricidad.

Hace dos años le sucedió lo mismo, y tuvo que dirigirse a esta sección para que se rectificara la injusticia. Y de nuevo ha tratado infructuosamente de que vaya un inspector a su casa. Porque ese es el procedimiento de la Empresa Eléctrica ante una posible violación del derecho del consumidor: paga primero, y solicita luego el inspector. Si se comprueba el error, se te devolverá.

Pero los deberes de la Empresa Eléctrica no están a la altura de los derechos que ella se abroga. Sí, porque esta es la cronología del incumplimiento, cuando Jorge ha intentado esclarecer el asunto:

Días 15 y 16 de octubre: no había inspector. 17 de octubre: habló con una empleada de la Organización Básica Eléctrica (OBE), la cual recogió su nombre y le dio su teléfono, un teléfono con el cual es imposible comunicar. El 21 de octubre Jorge logró hablar con un inspector y le dejó su número de teléfono, quedando este en avisar su visita. Nunca avisó. El 29 de octubre habló con otro inspector, quien expresó que el asunto debía tratarse con el inspector anterior. A él no le tocaba. El 12 de noviembre, no había inspector.

«Todo lo anterior —precisa— se ha tratado de gestionar en la oficina de la OBE Plaza que radica en la planta baja del edificio situado frente a la Terminal de Trenes de Tulipán, en la calle Factor, al que todos conocen como “el edificio de los pilotos”.

«En la ocasión anterior, hace dos años, se me devolvió una cantidad cercana a los 300 pesos porque se comprobó ineficiencia en el reloj contador. Por supuesto, una vez publicada mi queja en su sección, a los dos días estaba el inspector en mi casa».

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