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¿Tierra de nadie?

Con tanto alimento que debe producir el agro cubano, José L. Aroche Tapia insiste en solicitar poco más de una hectárea de tierra ociosa para trabajarla, y no la ha podido obtener, pues parece que esta parcela «no pertenece» al Estado cubano ni a nadie más.

Aroche, residente en Calle 88 No. 7502, entre 75 y 77, en la localidad artemiseña de Güira de Melena, cuenta que en 2005 y 2006 reclamó a la Delegación Municipal de la Agricultura, la cual le informó que el área de referencia pertenecía a la Unidad Agropecuaria Militar (UAM), y no estaba «desafectada».

En noviembre de 2016 aún Aroche persistía, y se dirigió al director de la UAM, quien le informó que el área de marras ya no pertenecía a esa entidad, y le mostró el mapa donde figura como «desafectada» desde 2007. Le sugirió que visitara la Dirección de la Agricultura Urbana, donde le comunicaron que a ellos pertenecen 35 fincas muy bien identificadas, pero la solicitada no figura entre estas.

Aroche informó de ello a la Delegación de la Agricultura, donde le dijeron que «si no es de la UAM ni de Agricultura Urbana, tampoco es de nosotros». Le sugirieron que visitara la Empresa     Agropecuaria Municipal. Allí supo que esa área tampoco les aparece «desafectada» en el mapa, razón suficiente para no tener autoridad sobre la misma.

A partir de la información ofrecida por Aroche, se dispusieron a trabajar en el esclarecimiento del asunto. Y apareció un nuevo escollo: la carta de desafectación al parecer desapareció, sin dejar rastro. El hombre fue al Comité Municipal del Partido, pero no pudo solucionar nada.

Finalmente, el 23 de agosto informó por escrito al Director de Suelos del Ministerio de la Agricultura. «Y aunque no he recibido respuesta, no me consta que haya llegado la misiva. Todo parece indicar que en este caso hay negligencia y mal trabajo», concluye.

Responde aguas de la habana

El pasado 7 de septiembre, y desde Carretera Central, entre Dolores y Lucero, en el municipio habanero de San Miguel del Padrón, Caridad González Morfa contaba que en junio de 2006 se averió una tubería maestra situada en la acera de su cuadra. Y desde entonces el agua comenzó a manar e inundó su casa por los cimientos, aparte de la afectación al pasillo de acceso a varios apartamentos.

Refería que lo reportó a Aguas… en agosto de 2016. A los dos meses fue una representante de esa entidad, que detectó varios salideros. Pero entonces solo remendaron la acometida y prometieron volver.

Volvieron y constataron que la maestra estaba en malas condiciones. Vieron los daños a la casa de Caridad, pero la filtración subterránea se extendía. Hasta un vecino de los altos percibía cierto deslizamiento de su casa.

Se aprobó, decía, cambiar entre 60 y 80 metros de tubería. El 30 de mayo volvieron e informaron que los trabajos se iniciarían en una semana.

«Estamos finalizando agosto —refería Caridad— y no se ha personado funcionario alguno a ofrecer explicación sobre el inicio de las reparaciones. El agua potable, tan escasa, se pierde irremisiblemente a la vista de todos, dentro de mi casa y por el pasillo».

Responde Halina Guerra Castro, jefa del Departamento de Atención al Cliente de Aguas de La Habana, que esta entidad asumió en enero de 2016 a San Miguel del Padrón, junto al resto de los municipios del este y sur de la ciudad. Y el tiempo transcurrido ha sido de ardua labor, por la gran cantidad de problemas acumulados que asumieron desde entonces (de ocho municipios que atendían, pasaron a trabajar en los 15 de la capital). Y de 294 conductos menores reparados en 2015, en 2016 alcanzaron los 663.

«A pesar de los esfuerzos realizados —plantea— no hemos podido solucionar la totalidad de los salideros que presentan nuestras redes, debido a lo ya expuesto y al gran deterioro que estas presentan como consecuencia de años en explotación».

En el caso de lo reclamado por Caridad, afirma que fue una obra que incluyó los siguientes trabajos: estudio previo por el Departamento de Pitometría, sustitución de 80 metros de conducto de 160 milímetros, reposición de 19 acometidas, que representaron 120 metros de tubería entre 20, 25 y 32 milímetros de diámetro, y ejecución de la obra civil (90 metros de acera).

Añade que para comprobar la efectividad del trabajo, monitorearon el lugar durante varios envíos de agua, y comprobaron que ya no se produce la afectación al inmueble.

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