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Los vericuetos de un subsidio

Es muy solidaria la política gubernamental de otorgar subsidios para reparar o reconstruir viviendas a personas y familias vulnerables; lo nefasto es cuando la indolencia y la insensibilidad de los seres humanos tergiversan el principio que anima esta medida.

Bien lo sabe Isbel Hernández López, quien observa con impotencia y pavor cómo  peligra su vivienda allá en Calle 4ta. No. 403 (interior), entre H y Lindero, en el reparto Poey, del municipio capitalino de Arroyo Naranjo, a pesar del subsidio «sangreado» y otorgado.

Cuenta Isbel que en diciembre de 2013 solicitó un subsidio para un cambio de cubierta, por encontrarse su casa en mal estado, y con el agravante de que su madre es impedida física.

Entonces, le informaron que su número de expediente era el 91/2013, y que visitarían su vivienda. Esperó y esperó para que inspeccionaran la casa y calcularan el monto del subsidio. Pero nunca fueron. Y un día quien debió personarse, le hizo la «visita» por teléfono. Le iba preguntando y al final le prometió presentarse allí. Isbel intuyó que algo andaba mal, pero así fue. Después, no recibió visita alguna.

En 2017, después de tanto esperar, Isbel fue al Gobierno municipal para indagar sobre su caso. Y fue cuando supo que su expediente ya no era el 91/2013, sino el 91/2014. «Esto me dolió, confiesa, pero para qué iba a discutirlo, si se trataba de mi palabra contra la de ellos», dijo. Allí supo que el monto asignado era de 30 800 pesos. Y le pareció bien, pues ignora lo que cuesta un techo.

Desde entonces, comenzó a visitar al Gobierno con más regularidad, y le decían que todavía iban por el año 2013. Isbel insistía en el estado crítico de su casa, y le orientaron que debía presentar un certificado médico de su mamá y un dictamen técnico. Y acompañarlo con fotografías que irían al expediente.

Fue el huracán Irma el detonante. A la mata de aguacate de atrás de su casa se le desprendió un gran gajo, y cayó arriba de su techo, que estaba apuntalado. Lo hundió más.

Cuando pasó la delegada de la circunscripción por la cuadra indagando por las afectaciones, no se enteró. Fue de nuevo al Gobierno. Y al fin le aprobaron el subsidio.

Hizo todos los trámites y llenó todos los requisitos. Y posteriormente supo que le correspondía el rastro de Mantilla, distante de su hogar. En él se ha personado varias veces, y siempre le dicen: «No sabemos cuándo entran los materiales; tienes que venir a marcar en la cola y dormir aquí, para cuando entre el camión seas de los primeros, porque si no lo haces así, no alcanzas nada».  Y así ha sido: hasta ahora lo que ha podido comprar es la arena, la gravilla y una malla contaminada.

El pasado 12 de febrero el arquitecto de la comunidad visitó su casa y le dijo que, dado el mal estado de la misma, el subsidio no alcanzaba. Fue entonces Isbel a hablar con la jefa de los arquitectos, quien la llevó ante la funcionaria que atiende subsidios en Vivienda municipal. La afectada contó su caso, y la funcionaria comprendió que no era suficiente.

Preguntó si ya había dado curso al cheque emitido a Isbel, quien le dijo que sí, y le relató lo de la «visita telefónica». La funcionaria le respondió: «Figúrate tú, que de los que atendían Poey uno se fue del país y otro falleció en diciembre de 2017».

Después, la de los subsidios le informó que, como Isbel «había tocado» el cheque, ya no podía ayudarla. Que aun así, ella lo iba a discutir en la reunión del Consejo de la Administración Municipal. Desde entonces, Isbel espera por una respuesta, y muy preocupada, pues al techo no le queda mucho para que les caiga encima.

El 7 de marzo habló por teléfono con la responsable de los subsidios en el Gobierno municipal, quien le dijo que solo había dos opciones: o cancelar el cheque hasta que entrara más dinero, y entonces volver a valorar su caso; o quedarse ella con los 30 800 pesos y lo demás hacerlo por sus propios medios.

Isbel concluye: «¿Por qué no se me puede ayudar a subir el monto del subsidio, aunque yo, por desconocimiento, lo haya “tocado”? ¿Por qué debo dormir en el rastro, una trabajadora con una madre impedida y dos hijos que estudian, y si hago esa gestión no puedo cumplir con mi trabajo y ganarme honradamente un salario?

«Agradezco mucho que la Revolución me otorgara el subsidio, pero para reparar una vivienda se necesitan materiales, los cuales no he podido encontrar hasta la fecha, a pesar de que el plazo es tan solo un año».

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