Acuse de recibo
El pasado 23 de agosto, el capitalino Carlos Díaz Pérez reflejó aquí su asombro por la respuesta dada en el Laboratorio Ortopédico de Galiano, Centro Habana, cuando llamó solicitando la confección de un soporte para corregir problemas que tiene en un pie: hasta que culmine la actual etapa de la pandemia no están recibiendo solicitudes.
«Esto no es un gusto, decía. Es una necesidad para que no se agrave mi pierna, más cuando hay que caminar a pie para todo. No entiendo esta medida y quisiera una explicación que me convenciera, a pesar de la pandemia», concluía.
Al respecto, responde el doctor Geovani Suárez Fernández, director del Centro Nacional de Ortopedia Técnica Cuba-RDA, al cual está adscrito dicho laboratorio, que se visitó a Carlos en su casa, cumpliendo las medidas de distanciamiento e higiénicas indicadas por las autoridades sanitarias, para intercambiar sobre su insatisfacción.
En el encuentro, añade, Carlos expresó que su inquietud estaba relacionada con la interrupción del servicio por la situación epidemiológica de la capital (fase autóctona limitada), no porque haya sido maltratado vía telefónica, pues nunca había utilizado ese artificio y sentía molestias en sus pies y sensación de cansancio. Y había sido atendido antes por un médico, quien le prescribió el soporte para mejorar sus dolencias. Y al comunicarse telefónicamente con el laboratorio, le informaron que no se estaban recogiendo nuevas solicitudes por la situación antes descrita.
El doctor Geovani precisa que se revisó con la técnica de Recursos Humanos de la unidad la plantilla. Y se comprobó que del 10 al 25 de agosto solo se encontraban laborando cinco personas en el área de producción, para concluir con las demandas recibidas que estaban en proceso, y darles salida a los vales ortopédicos que ya tenían fecha de entrega, lo que culminó el 12 de agosto. Se procedió entonces a cumplir las orientaciones del Ministerio de Salud Pública sobre las medidas rigurosas ante la pandemia.
«Como resultado del análisis realizado con todas las partes, expone, se califica la queja Sin Razón, toda vez que estamos en una situación excepcional, en la que se prioriza la atención a los casos de urgencia y la venta de ayudas técnicas, y se verificó que no fue maltratado vía telefónica, y fue orientado adecuadamente.
«No obstante, para aliviar su padecimiento se le tomaron las medidas para la confección del artificio solicitado, con su rápida entrega el día 27 de agosto, por lo cual mostró su conformidad», termina.
José Antonio Bravo Monzón (edificio 4, apto. 4, Zona de Desarrollo, Yaguajay, Sancti Spíritus) cuenta que en julio de 2018, al partirse el tenedor de la bicicleta en que viajaba, sufrió la desviación de una vértebra de la cervical, lo cual le paralizó el lado derecho del cuerpo.
Por ello, el sexagenario estuvo ingresado más de 40 días en la sala de Neurocirugía del hospital provincial Camilo Cienfuegos, donde fue sometido a intervención quirúrgica. Y al recibir el alta médica comenzó la recuperación en la sala de Fisioterapia del policlínico de Yaguajay.
Ya ha recuperado el 70 por ciento de las funciones de la mano y el pie derecho, pero depende de la muleta para caminar, pues pierde el equilibrio por momentos. Además, no puede permanecer mucho tiempo de pie, ni cargar pesos de más de cinco libras.
Él se presentó en la sede de la Asociación Cubana de Limitados Físico Motores (Aclifim) en Yaguajay para solicitar su ingreso en ella. Y la respuesta fue que no se admitían personas con más de 60 años en esa organización, por una indicación de la Dirección Nacional de la Aclifim.
José Antonio está incoforme con la respuesta recibida y se basa en el artículo 89 de nuestra Carta Magna, que expresa: «El Estado, la sociedad y las familias tienen la obligación de proteger, promover y asegurar el pleno ejercicio de los derechos de las personas en situación de discapacidad. El Estado crea las condiciones requeridas para su rehabilitación o el mejoramiento de su calidad de vida, su autonomía personal, su inclusión y participación social».
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