El atentado perenne a los centros educativos gazatíes es una de las mayores expresiones de infamia del régimen sionista. Autor: lemonde.fr Publicado: 06/09/2025 | 09:20 pm
La semana recién transcurrida, la primera del mes de septiembre, es quizá una de las más alegres, felices y prometedoras del año en prácticamente todo el mundo. Ha iniciado el nuevo curso escolar y se llenan las aulas del saber, de la preparación para la vida…
Pero no todo sucede así. Hay zonas del planeta donde la enseñanza no alcanza a preparar a todos los niños y jóvenes. Entre esos lugares, resulta una bofetada a la humanidad la que da el Israel sionista encabezado por Benjamín Netanyahu en su implacable y sistemático genocidio del pueblo palestino, al implantar un sistemático «escolasticidio», término que el grupo Académico contra la Guerra en Palestina define como «la destrucción sistemática, total o parcial, de la vida educativa de un grupo nacional, étnico, racial o religioso» y que «se ha convertido en un aspecto peligroso de la guerra genocida de Israel contra el pueblo palestino».
Prácticamente el sistema escolar en Gaza, desde la primaria hasta las universidades, ha sido destruido en la Franja con los bombardeos por aire, mar y tierra ejecutados por las fuerzas militares israelíes y se completa ahora con la operación de tierra arrasada que tiene el propósito de entregar el enclave costero a Donald Trump.
Así lo dio a conocer The Washington Post al revelar que esa entrega de Gaza se hará como «fideicomiso administrado por Estados Unidos durante al menos diez años, mientras se transforma en un lujoso destino turístico y centro de alta tecnología e innovación», según el plan de 38 páginas para la limpieza étnica de Gaza, elaborado con la colaboración del Boston Consulting Group y del equipo del ex primer ministro británico Tony Blair, que fue debatido activamente en la Casa Blanca.
Al mismo tiempo, el régimen sionista ha impuesto el cierre de escuelas en Jerusalén Este y en los campos de refugiados de Shuafat, Yenín, Tulkarem y Nur Shams, en la Cisjordania ocupada.
La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) ha señalado que en esas localidades cerca de 4 800 niños palestinos no regresarían a las aulas en este nuevo curso escolar. Incluso, algunas han estado cerradas desde 2024, cuando fuerzas israelíes irrumpieron en las aulas y forzaron la evacuación de estudiantes y profesores.
Los hechos ocasionan un daño mucho mayor e intencional, pues en Cisjordania, incluida Jerusalén Oriental, el aumento de las operaciones militares y los ataques de los colonos han afectado a más de 806 000, incluso hostigados en los puntos de control y, sobre todo, en los ataques a centros educativos y por desplazamientos forzados por las agresiones a comunidades.
La UNRWA dio otro dato alarmante: «Hoy, en lugar de volver a la escuela, como la mayoría de los infantes del mundo, alrededor de 660 000 niñas y niños de Gaza se encontrarán escarbando entre los escombros, desesperados, hambrientos, traumatizados y, en su mayoría, desconsolados».
La información de esa agencia se complementaba con la de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), que advirtió ya en julio pasado que 16 811 estudiantes gazatíes y 703 integrantes del personal educativo han muerto desde el inicio de la guerra, y consideraba que esa cifra subrayaba el «impacto devastador» de la situación. Agregaban que 23 612 alumnos y 315 del personal educativo habían resultado heridos hasta entonces, «muchos de ellos con secuelas físicas o psicológicas de por vida».
Ya estamos en septiembre y esos números se acrecentaron por los efectos del genocidio practicado por Israel. El Ministerio de Educación y Educación Superior precisaron que 18 508 alumnos perdieron la vida en la Franja de Gaza y otros 28 142 sufrieron lesiones en los letales ataques diarios perpetrados por las fuerzas militares israelíes.
Las órdenes de expulsión contribuyen a ese ataque, también, premeditado, contra el funcionamiento de incluso espacios temporales de aprendizaje en los campos de refugiados, impidiendo el acceso a la educación.
La organización Human Right Watch (HRW), en un informe del 7 de agosto de este año, agregaba un dato significativo, desde octubre de 2023, los cientos de ataques israelíes en Gaza han alcanzado más de 500 edificios escolares, muchos de los cuales pasaron a ser utilizados como refugios por quienes habían perdido sus viviendas y consideraban estar allí más «seguros».
Pero no hay ningún lugar seguro en Gaza, porque los ataques son indiscriminados e, incluso, también, los hay de precisión, como los que evidentemente realizan contra personal de la prensa palestinos para evitar que la verdad de tamaño crimen de lesa humanidad se conozca, y la táctica de un segundo ataque casi inmediato a una misma locación para impactar entonces en los rescatistas, reporteros de prensa y sobrevivientes del primer golpe.
Una verdad en la que se encierra la demolición de buena parte de la infraestructura civil de la Franja con las armas que Estados Unidos le suministra al régimen de Netanyahu, y las escuelas son objetivos en la matanza atroz que continúa impunemente.
Es una destrucción deliberada de las instituciones educativas, porque se pretende borrar la identidad palestina y quebrar su voluntad, denunció recientemente el subsecretario del Ministerio de Educación en Gaza, Khaled Abu Nada.
HRW aseguraba —basada en sus investigaciones— que entre el 1ro. y el 10 de julio de 2025 las fuerzas israelíes atacaron al menos diez escuelas convertidas en refugios —algunas de ellas ya dañadas previamente—, y subrayaba al dar a conocer esos datos que cerca de un millón de personas desplazadas en Gaza se habían refugiado en escuelas, pero de los 564 edificios escolares existentes, el 97 por ciento ha sufrido un nivel de daño y el 92 por ciento (518) requerirá «una reconstrucción completa o importantes trabajos de rehabilitación para volver a ser funcionales».
Sin embargo, eso no está en los planes de «reconstrucción» de Gaza que tiene el presidente de Estados Unidos, que solo ve un paradisiaco paraje para el turismo, donde no caben los palestinos, mucho menos los sueños de sus niños, ni sus vidas…