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Por una tubería de cobre

Jefe de Servicios de Hospitalización del Hospital Piti Fajardo del municipio tunero Jesús Menéndez, el doctor José M. Peña Darias denuncia la deuda pendiente del cuarto frío de ese centro, para el cual se asignó, y está en la unidad hace más de cinco años, todo el equipamiento necesario para su restablecimiento. Y solo falta alguna tubería de cobre para su instalación.

En varias ocasiones, dice, se ha tramitado esa solicitud con Copextel Tunas y les responden que es sencillo el trabajo. Se ha fijado fecha para su ejecución, pero no se ha cumplido con ello. La urgencia es que en el hospital cuentan con cinco neveras domésticas para la refrigeración de los alimentos. De ellas, refiere, cuatro están rotas y una en mal estado, con la consiguiente afectación para mantener los alimentos en buen estado de conservación.

«La instalación de este cuarto frío evitaría el uso de dichas neveras y nos permitiría, por su capacidad, el almacenamiento de todos nuestros productos y de otras unidades de nuestro sector», concluye, en espera de una respuesta en tubería de cobre.

Buscar soluciones

Emilio García Paz (Edificio 35, apto. 18, Reparto Guiteras, municipio Habana del Este, La Habana) cuenta que por necesidades familiares viaja semanalmente a la localidad de Artemisa a cuidar a su mamá, quien reside en la calle 43, entre 48 y 50, en el reparto La Matilde.

Y precisa que en la esquina hay un punto de gas licuado donde adquiere ese combustible el pueblo de Artemisa y de otras localidades periféricas, lo que genera mucha tensión. La cola empieza desde la madrugada, con gran aglomeración y discusiones que alteran la paz de vecinos y personas enfermas.

El asunto es planteamiento constante en las asambleas de rendición de cuenta del Poder Popular, añade, y la respuesta es que la atención al mismo requiere de un proceso inversionista. Pero Emilio piensa que, a tono con la política del Estado cubano de atender con más énfasis los problemas de la población, urge buscar una alternativa de solución mientras tanto.

Diferenciar al verdaderamente necesitado

Dayana Brito (calle 1ra. B no. 23809, entre 238 y 242, Jaimanitas, Playa, La Habana) cuenta que su suegra batalla con un problema delicado, sin la solución que conlleva: está enferma desde 2005. Tiene una fístula vesicovaginal, que le produce incontinencia urinaria. Fue el resultado de un accidente quirúrgico en un tejido dañado por un cáncer vaginal. Necesita culeros desechables de por vida.

«Y aunque sabemos que existen ayudas en nuestro país y están creados los mecanismos para que pacientes como ella no carezcan de estos, dice, lo cierto es que no funcionan. No nos llegan esas ayudas, y ahora recientemente se ha permitido la venta de ese producto tan sensible de forma normada y por libreta de abastecimiento, cuando sabemos que toda la población cubana no hace uso de ellos.

«Tan solo hay que ver las colas interminables para adquirirlos, sin mencionar que ya existen revendedores haciendo de las suyas. Es inaudito. Se trata de otro tipo de medicinas que necesitan personas con ciertas dolencias, para quienes esto es mejoramiento humano y calidad de vida.

«A ello le sumo también otra denuncia, que he comunicado en mi localidad y tampoco recibo respuestas acertadas: Mi suegra no figura como vulnerable para la adquisición de productos sensibles en las tiendas, y no considero que sea lógico hacer una cola con los problemas que padece.

«Yo trabajo todos los días y mi esposo también. Y ella debe esperar a que podamos hacer una cola como todos, cuando no somos igual al resto. Considero que se debería cuidar estos detalles y tener en cuenta a estas personas, que también son parte de la población y no cuentan con las mismas fuerzas que nosotros», concluye.

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