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Tardía e incompleta respuesta

Bajo el título Desatino contra el ornato, publiqué aquí el 17 de febrero de 2022 la denuncia de Alberto Vila sobre una improvisada venta de productos del agro que se apoderó durante varios meses de áreas del parque de Avenida de Acosta, entre Juan Delgado y D´Strampes, en Víbora, municipio habanero de Diez de Octubre, y que afeaba y destruía sus áreas verdes.

«Me pregunto, decía Vila, a quién ha podido ocurrírsele semejante desatino contra el ornato del que era un hermoso parque, y encima a dos pasos de una parada de ómnibus. De más está decir que ya el lugar se resiente del trasiego de tantas personas allí, con el consiguiente deterioro del entorno, y mucho más sin haber una causa que justificara esta decisión…».

Con las lluvias, añadía, aquel «ruralizado» espacio en medio del paisaje urbano se convertía en un verdadero lodazal, por lo que las autoridades pertinentes debían responder por ello. No era fortuita la publicación de la denuncia, pues se estaban extendiendo las ventas agrícolas improvisadas en otros parques de la capital.

Y cuando el pasado 9 de octubre esta sección publicó el balance de las respuestas a las quejas publicadas aquí en el primer semestre de 2022, entre las tres respuestas ausentes por parte del Consejo de la Administración Municipal de Diez de Octubre, estaba la referida a este asunto. Fue el 13 de octubre pasado, ¡casi nueve meses después de publicada la queja y cuatro días después de revelado el incumplimiento!, que llegó la respuesta de Naima Martínez Peraza, coordinadora de Programas y Objetivos para la Fiscalización y Control del Consejo de la Administración Municipal de Diez de Octubre. Llegó cuando ya se había retirado la venta del parque de marras.

En su carta, fechada el 29 de agosto de 2022, Naima  afirma que Vila lleva la razón en su queja. Y refiere que desde hace seis meses había comenzado la reparación del agromercado cercano de Lagueruela —gestionado por la Cooperativa No Agropecuaria (CNA) homónima—, por parte del Grupo Empresarial Flora y Fauna, el cual planteó que por un tema de financiamiento y falta de recursos no había podido concluir la obra y se buscaban alternativas para solucionar los techos de las tarimas, entre otras acciones.

Añade que en reunión con el Presidente de la CNA, en la que se encontraba la propia Naima, la Directora de Planificación Física en el municipio y el jefe de Control Territorial de esta última institución, se le indicó al primero que delimitara el área donde no se había terminado todavía y así pudiese utilizar el resto de la instalación.

Se visitó el local por la Directora municipal de Planificación Física, precisa, y se comprobó que se podían ir ocupando algunos espacios; en ese momento se completaron las tejas y los propios trabajadores serían los encargados de darles los toques finales de pintura y estirar las cercas perimetrales.

Agrega que «nunca se autorizó a permanecer en el parque, se les dio una carta que los autorizaba en las afueras del propio local a montar las tarimas, para no perjudicar a la población durante la reparación y mantenimiento. Y en su momento esto se le esclareció a la Dirección Municipal de Planificación Física para que tomaran acciones con estas indisciplinas, y ya finalmente se realizaron las acciones para dar la solución final», concluye.

Por lo que se interpreta de la respuesta —porque no lo precisa—, los vendedores de productos del agro que «plantaron» durante meses en el parque eran los de la CNA de Lagueruela, entonces en reparación. Pero las autoridades municipales, tanto del CAM como de Planificación Física, lo permitieron durante varios meses. ¿No pasaban por allí ni veían lo que muchos, como Alberto Vila, observaban con preocupación?

Lo curioso de la respuesta a destiempo, casi nueve meses después, es que la culpa, la maldita culpa, no la tiene nadie entre quienes debieron ejercer «el control y la fiscalización» de aquella invasión de tarimas en un hermoso parque, y trasladarla a sitios más adecuados.

Ojalá sirva esta historia para que nunca jamás se agredan la placidez y el entorno de nuestros parques.

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