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El perjuicio de una firma morosa

Hace tiempo Rosayda Valdés Sánchez (calle C, No. 7, entre 2da. y 3ra., Las Flores, Caney, Santiago de Cuba) intenta infructuosamente legalizar su casa, que ya está concluida, y choca con el letargo burocrático de la Dirección Municipal  de Ordenamiento Territorial y Urbanismo.

Su trámite es Ordenamiento y Legalización, y data del 6 de julio del actual año. Desde hace unas seis semanas, el técnico que la visitó encargado del trámite, entregó el documento para que alguien allí lo firmara.

«¿Por qué tanta demora para firmar un documento?, pregunta. ¿No existen allí las estrategias para resolver en menos tiempo la firma de los trámites?

«Hay que tener en cuenta que muchos de los clientes somos  trabajadores, y que dejamos de hacer lo que nos toca para ir en busca de otros servicios que nos hacen más fácil la vida. ¡Qué decepción!, cuando en varias ocasiones me comunican: su trámite aún no está listo.

«Nadie se imagina por qué tanta urgencia por resolver el trámite antes mencionado. Aún no poseo libreta de abastecimiento, y tengo un niño de ocho años. Estamos apuntados en la libreta de un familiar que me hizo el favor de ponernos.

«Es aquí donde se ve que una simple firma de un documento puede resolver de alguna manera la vida de muchas personas, pero también la ausencia de esa firma puede ocasionar mucho estrés. Necesito resolver cuanto antes el trámite antes mencionado para poder continuar con los siguientes hasta llegar a la Oficoda».

El colmo de la madeja burocrática es que ese «alguien» mencionado por Rosayda, responsabilizado con firmar el trámite, se permita demorarse tanto en estampar su rúbrica, esa que facilitaría a Rosayda entrar en legalidad para urgentemente solicitar su libreta de abastecimiento.

Sugieren distribución más equitativa

«¿Es tan difícil controlar y hacer llegar los alimentos que se venden en las tiendas a través de las bodegas y carnicerías a la población, adicionándolos a la cuota habitual normada?», pregunta Teresa Sáez Barroso, desde calle 18, No. 462, entre Concepción y Dolores, en Lawton, municipio capitalino de Diez de Octubre.

Y en su sugerencia, que es la de muchos cubanos, está la confianza de que si llegaran tales productos por esa vía, aunque fuera ocasionalmente, al menos se distribuiría con justicia a todos, en momentos de tantas carencias. Sobre todo, porque hasta ahora los distintos métodos para la venta han facilitado las ventajas a los coleros revendedores.

Teresa cuenta las experiencias de los consumidores adscritos a la bodega 1345, que tienen asignada la compra de esos productos tan esenciales en la tienda de 15, entre Concepción y Dolores:

«Por su ubicación se nos hace imposible visualizar el suministro de productos, por lo cual para realizar las compras los vecinos del barrio hemos tenido que hacer colas día y noche esperando a que surtan la tienda con los artículos de primera necesidad.

«Hemos hecho colas desde las 7:00 a.m.  hasta las cuatro de la tarde, pudiendo comprar el 30 de abril pollo, aceite y detergente, En junio no pudimos comprar porque el 90 por ciento de la población debía hacerlo antes de volver a comprar los que lo habíamos hecho. Y en julio, después de una madrugada haciendo cola, el gerente informó a las 7:30 a.m. que el pollo que tenían en existencia estaba en correspondencia con las libretas y carnés recogidos el día anterior. Nos fuimos y después supimos que se recogieron más libretas y se vendió más pollo.

«Al comenzar agosto, se informó que la distribución seria por libretas asociadas a bodegas semanalmente. No nos tocó pollo en nuestra semana. Fue hasta septiembre que pudimos comprar. En octubre se vendió sin seguir la planificación de bodegas por el paso del ciclón. Y tampoco pudimos comprarlo. En noviembre, después de una cola desde la madrugada, las LCC nos informan que, según el Gobierno municipal, se autorizó la compra a toda la población en la semana que le toca a nuestra bodega.

«¿Hasta cuándo seguiremos pasando trabajo para adquirir algo tan necesario como los alimentos? Los trabajadores no podemos hacer colas todos los días las 24 horas. Los pensionados, los enfermos, niños; en fin, todos somos  afectados por quienes se aprovechan y enriquecen con la escasez», concluye.

 

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