Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Un reencuentro con Manuel Piñeiro Losada

A diez años de la inoportuna muerte del combatiente internacionalista e intelectual cubano, su ejercicio sigue transmitiendo enseñanzas 

Autor:

Juana Carrasco Martín

Foto: Juan Moreno El café, amargo, y el cigarrillo siempre humeante, para despertar la madrugada de trabajo diario, cuando comentaba con conocimiento y sabiduría los acontecimientos de esta América Nuestra, en la dirección del periódico Granma, que visitaba casi a diario. Pero siempre guardando los secretos de un empeño continental libertador al que nunca fue ajeno, al frente del Departamento América del Comité Central del Partido. Así lo recuerdo, diez años después de su inoportuna muerte el 11 de marzo de 1998: una sonrisa en el rostro que le valió el sobrenombre de Barbarroja —aunque ya iba blanqueando— y que pudiera parecer irónica, igual que la frase para motivar la discusión, conocer tus argumentos inexpertos —quizá—, pero a los que él atendía. Para mí, fueron clases magistrales. Y no me refiero solo a las materias de política internacional sino, también, a sus lecciones de modestia.

El Comandante Manuel Piñeiro Losada, quien fue ganando grados y admiración desde la Columna 1 de la Sierra Maestra, en el II Frente Oriental Frank País, luego en el Ministerio del Interior, y en el Departamento América, hizo de la justicia social y de una verdadera independencia para nuestros pueblos, su razón de ser. ¡Cómo disfrutaría y debatiría ahora este empedernido internacionalista, el actual acontecer de este hemisferio, complejo, rico, integracionista y en peligro constante!

En un trabajo publicado hace una década en el suplemento especial que le dedicó la revista Tricontinental, se le cita con esta frase que de seguro volvería a pronunciarla ahora: «... los revolucionarios, por fortuna, no somos tan pragmáticos. Nos inspiramos en valores y principios diferentes. Tenemos confianza en la victoria. Tratamos de viabilizar a toda costa las grandes empresas, y mientras más dificultades estas comportan, más interesantes y atractivas nos resultan»...

Muchos hubiéramos deseado que este hombre, cuya impronta marca una parte importante de la lucha emancipadora continental, dejara sus memorias, porque ellas forman parte de la historia.

Además de sus enseñanzas, imperecederas, al menos nos quedan algunos de sus discursos, escritos, y las muy escasas entrevistas que concedió.

Años después, reencontrarnos con sus textos nos permite entender un poco mejor el acontecer de América Latina y el Caribe.

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(...) El poderío económico, político y militar de las fuerzas del socialismo y la lucha revolucionaria a nivel mundial han limitado las posibilidades del imperialismo. Pero es aún fuerte y poderoso. Si, por una parte, no puede aplastar rápida e impunemente, como en otros tiempos, realidades como las de Perú, Panamá y Argentina; por otra, fascistiza las realidades de Chile, Uruguay y Bolivia. Mantiene gobiernos títeres como los de Nicaragua, Guatemala, Haití y Paraguay, crea un estado subgendarme en Brasil; tiene y desarrolla mecanismos de penetración diversionista cada vez más sofisticados. Y concibe fórmulas para retardar la revolución en el continente.

Hoy no pueden evitar que en un proceso indefectible, comunistas, socialistas, cristianos, militares, obreros, campesinos, estudiantes y patriotas todos, vean como imprescindible la unidad revolucionaria, táctica y estratégica, como precondición para la derrota del dominio imperialista y de sus aliados de clase, en nuestros países. El imperialismo tampoco podrá evitar la revolución socialista: única alternativa válida para solucionar los graves problemas de nuestras naciones subdesarrolladas. (...)

(Discurso pronunciado en la clausura del acto de conmemoración del XXI aniversario del asalto al cuartel Moncada efectuado en la DGLN del MININT, el 25 de julio de 1974).

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El crecimiento económico del capitalismo en la región provoca un desarrollo del subdesarrollo, a causa de la dominación imperialista y de la no ruptura esencial de las relaciones agrarias arcaicas, basadas en el latifundio. Estas circunstancias acentúan ininterrumpidamente la contradicción entre el carácter y desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción, en ambos casos moldeadas por el capital extranjero, la burguesía local asociada a este y los terratenientes. Se trata, pues, de una formación socioeconómica capitalista, subordinada al sistema imperialista mundial mediante relaciones neocoloniales.

Precisamente, ahí radica la naturaleza histórica de la crisis actual de las sociedades latinoamericanas y caribeñas, histórica, porque, además de ser económica y social, no existirá un cambio sustancial en el devenir del continente sin transformaciones antiimperialistas y anticapitalistas.

Por eso, la crisis actual de la región es a la vez crisis de la dominación imperialista, de las obsoletas relaciones agrarias y del conjunto de las relaciones de producción del capitalismo dependiente. Es una crisis simultánea de todas esas estructuras, que se enlaza con una crisis política, jurídica y ética; es una crisis global de la sociedad, agravada por los efectos negativos crecientes de la crisis general del capitalismo.

La solidaridad como principio. La convergencia de estos factores y procesos determina el carácter histórico de las revoluciones contemporáneas de nuestro continente. Ese carácter no excluye, más bien presupone, la posibilidad de variadas formas y ritmos de aproximación al socialismo y de diferentes senderos nacionales que faciliten el acceso a una primera etapa antiimperialista, democrática y popular de la revolución.

(...)

Nuestra región es incluida por Estados Unidos en el núcleo interior y medular de su estrategia mundial. El imperialismo norteamericano sostiene hacia nuestro continente una línea integral, en la que concurren todos los ingredientes necesarios para la conservación de su control hemisférico. Siendo parte de una estrategia global, la política de Estados Unidos con respecto a sus vecinos del sur está sustentada en principios a la vez internacionales y continentales; también, en algunos casos, existen enfoques particulares de las relaciones con determinados países y subregiones.

Junto a la importancia económica, militar y política que Estados Unidos atribuye a nuestras tierras, desempeña un papel significativo su arrogancia de no admitir el triunfo de revoluciones liberadoras dentro de las que considera sus fronteras de seguridad nacional.

Estas circunstancias determinan el cada vez más agudo enfrentamiento entre los procesos democráticos, populares y revolucionarios del área y el imperialismo norteamericano.

(La crisis actual del imperialismo y los procesos revolucionarios en América Latina y el Caribe. Ponencia presentada en la Conferencia Teórica Internacional “Características generales y específicas de los procesos revolucionarios en América Latina y el Caribe”, La Habana, del 26 al 28 de abril de 1982).

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«... lo que prepondera en el continente es el incremento de las luchas populares, las más de las veces reivindicativas, legales y desarmadas contra las políticas neoliberales. Estas luchas plantean la posibilidad de que las direcciones, las vanguardias políticas de cada país, a partir de sus condiciones específicas, aprovechen las condiciones que van generando la aplicación de esas políticas que excluyen, marginalizan, generan más desempleo, más enajenación, más represión, más hambre, para estimular las resistencias, canalizarlas, organizarlas, es decir, para plantearse vías que posibiliten la acumulación de fuerzas políticas para ir ganando nuevos espacios de lucha en sus correspondientes naciones.

Hay muchos países de América Latina donde la izquierda revolucionaria ha ido obteniendo espacios políticos a partir de ocupar responsabilidades en las alcaldías, eligiendo concejales, dirigentes barriales, gobernadores, en un proyecto de más largo plazo. En ese proceso adquieren experiencias como dirigentes, administrando recursos, construyendo y acumulando fuerzas desde el punto de vista político, a partir de la desestabilización que la política neoliberal genera en casi todos los gobiernos de la región. Los presupuestos de estos son cada vez más reducidos. Por lo tanto, deciden privatizar grandes riquezas nacionales y descentralizar la administración pública. Por ello, el descontento se expande...

(...)

«... creo que con una política inteligente y adecuada, poco a poco, se irán acumulando las fuerzas necesarias para que la izquierda sea un factor importante en el escenario político latinoamericano y caribeño. Claro está, ello solo se logrará perseverando en las luchas contra el actual status quo y contra la opresión imperialista. Como indicó el Che, sin las luchas populares y revolucionarias, sin la más amplia unidad antiimperialista nunca se formarán las condiciones subjetivas que posibiliten, algún día, nuevas victorias de las causas populares.»

(Un merecido homenaje de las nuevas generaciones estudiantiles al comandante Manuel Piñeiro Losada. Por Luis Suárez Salazar. Sobre el Encuentro con participantes en el primer Seminario Nacional Universitario «Che ante los retos del tercer milenio». 25-28 de febrero de 1998).

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