Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Los adobos nos pueden salvar

Autor:

Nelson García Santos

El flirteo y el baile están en pleno apogeo, mientras en la fiesta, desbordante de placeres, nadie podía presagiar lo que se avecinaba.

La noche había transcurrido colmada de satisfacciones, no había de qué quejarse. Buen ponche, la música fue casi para todos los gustos, y tampoco faltó el buen chiste picante; y los aperitivos, la única comida disponible, estuvieron deliciosos.

Al final, besos y felicitaciones de agradecimiento a la reina de la fiesta, una bellísima quinceañera, de cada uno de los invitados durante la despedida, en los albores de la madrugada.

Solo faltaban horas para que aquella escena de éxtasis se desencadenara en tragedia, aunque sin consecuencias fatídicas, gracias a la rápida y eficaz atención médica. Una simple mayonesa originó una intoxicación masiva que determinó, por su virulencia, la hospitalización de muchas personas, a fin de preservarles la vida.

Este desenlace fue consecuencia de errores en la elaboración y conservación del alimento, por quienes tal vez no conocían que si le hubieran echado un poquito de vinagre, aquella mayonesa hubiera sido otra, o de menor agresividad al final de la fiesta.

Los adobos, además de darle exquisito sabor a las comidas, evitan que se descompongan. El limón, el vinagre, el vino seco y la naranja, por recurrir a ejemplos, cuando se utilizan para condimentar los comestibles, por su contenido de ácidos, impiden que los gérmenes se desarrollen, de ahí la importancia de utilizarlos.

Más que nunca se deben usar en el verano, etapa en la que con más frecuencia se originan las intoxicaciones alimentarias, a pesar de las alertas sobre ese peligro y las supervisiones de los especialistas de Salud Pública.

El mal tampoco radica en que haya altas temperaturas, que aceleran la descomposición de los comestibles, sino en graves descuidos en la elaboración, conservación o manipulación de los alimentos en el comercio estatal, particular y en las propias casas.

Y los adobos serán siempre un aliado para preservar nuestra salud, más allá del rico sabor que les impregnan a las comidas.

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