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Donde hombre y naturaleza se dan la mano

En la comunidad Las Terrazas, ubicada en el municipio de Candelaria, sus habitantes demuestran cada día que es posible una coexistencia pacífica entre el hombre y su entorno

Autor:

Adianez Fernández Izquierdo

Hay en la Sierra del Rosario un sitio donde la civilización coexiste en perfecta armonía con la naturaleza. Desde el amanecer unas mil personas, sin contar a los visitantes que llegan atraídos por la belleza del lugar, dan muestras de cuánto puede sostenerse esa relación, sin dañar una de las partes a la otra y disfrutando ambos de los beneficios que pueden tributarse.

Se trata de la comunidad Las Terrazas, ubicada en Candelaria, que marca sus orígenes en 1968, cuando en esa área se gestó un proyecto de reforestación ambicioso. Según cuenta Amalia Piña, historiadora del lugar, a cinco mil hectáreas de tierra se les aplicó el método de plantación en terrazas y fueron sembrados seis millones de árboles maderables con tal de salvar a ese ecosistema montañoso cubano, afectado por siglos de explotación maderera indiscriminada y con marcados índices de degradación.

Por primera vez en la zona se estableció un ordenamiento que incluía la reconstitución del ambiente y la creación de una comunidad sostenible y marcadamente ecológica.

Pero no fue hasta 1971 que surgió la comunidad Las Terrazas, obra del arquitecto Osmany Cienfuegos. El sitio, plantea, fue diseñado respetando los criterios de los campesinos de la zona, quienes serían sus habitantes, y posibilitó juntar a quienes vivían allí en extrema pobreza y proporcionarles los servicios básicos de educación, salud, comercio, electricidad, agua, carreteras.

El diseño del asentamiento semiurbano dio continuidad al trazado de las montañas terraceadas, por lo que predominan las calles estrechas y curvas. Las casas distinguen por tener muchas puertas y ventanas, respetando el criterio de los campesinos, y hay todo lo necesario en un pueblo: comercios, bodega, escuelas hasta nivel medio, policlínica, cafetería, panadería, parque infantil, plaza para la recreación y hasta el primer ecomuseo cubano.

En la década del noventa, aprovechando las bondades naturales, comenzó a desarrollarse el turismo en armonía con la naturaleza y se construyó el hotel La Moka, con un diseño que respeta la naturaleza, de ahí que puedan verse los árboles señoreando por los pasillos, atravesando el techado o apoderándose del centro del lobby. Incluso destaca un árbol de mango dentro de una de las habitaciones anexas al hotel, ubicada en la casa de Margarito, uno de los terraceros.

Otra distinción del lugar es la actividad turística comunitaria que lo hace sustentable. Instalaciones como la cafetería El Almácigo, la Casa de Botes, la fonda de Mercedes, el Café María y la casa club comunitaria contribuyen con un por ciento de los ingresos para todos los programas de desarrollo comunitario.

Esos ingresos, precisa Analia, sustentan las reparaciones y mantenimientos de las viviendas, la ayuda a personas de bajos ingresos y la alimentación del círculo infantil y la escuela, entre otros proyectos, en tanto con los ingresos del hotel, el cafetal Buenavista, la Casa del Campesino y otras instalaciones, se contribuye a la nación, de ahí la sustentabilidad de este proyecto.

Entre el verdor de este paisaje paradisiaco crecen cerca de 800 especies de plantas y unas 70 de aves, algunas de las cuales son endémicas, de ahí que sea este un sitio para la observación de esas especies voladoras y el senderismo. Y para quienes gustan del derroche de adrenalina, elCanopy tour proporciona vistas espectaculares. Se trata de un sistema compuesto por cinco plataformas de madera colocadas a diferentes alturas y entrelazadas por cables de acero que permiten realizar un viaje descendente de cerca de un kilómetro de largo y contemplar el lugar en todo su esplendor.

La casa de Polo Montañez es otro de los sitios de referencia del lugar. Allí se hace cómplice del lugar la música del Guajiro Natural y una vista impresionante que inspiró más de una vez al cubanísimo cantante para componer sus canciones.

Paraíso también cultural

Dennelys Fuentes, directora comunitaria, destaca la vida cultural de este espacio entre montañas. «La propia geografía y trazado del lugar, la familiaridad entre los habitantes y el gran sentido de pertenencia del terracero hacen posible la realización de un grupo considerable de actividades culturales».

«Sobresalen entre los espacios fijos el programa Jueves con mi pueblo, la peña de Polo, y la Noche con la familia, este último auspiciado por el centro mixto República Oriental del Uruguay».

Jóvenes como Manuel Alejandro Hernández, hablan con pasión de este lugar. «Las Terrazas es una comunidad singular que atrapa al visitante y seduce a quienes tuvimos la suerte de nacer aquí. Cultura, identidad, protección al medio ambiente y la belleza de un lugar distintivo por su gente, son cartas credenciales de esta comunidad, pequeña por el número de habitantes, pero a la que la naturaleza y el proyecto de restauración que aquí se gestó, han convertido en un sitio de referencia dentro de Cuba.»

Unas pocas líneas no bastan para exponer la grandeza de este lugar, donde la naturaleza conjuga armónicamente con viviendas de puertas abiertas y habitantes que han incorporado la protección del medio ambiente como una prioridad y medio para sobrevivir. Experiencias como esta que el día 28 cumple 45 años, dan fe de que es posible una coexistencia pacífica en que se funden en un todo el hombre y su entorno.

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