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En el aniversario 20 del hallazgo de los restos del Che y de varios de sus compañeros de lucha en Bolivia, un coloquio en Santa Clara abordará detalles de esa búsqueda

 

Autor:

Nelson García Santos

SANTA CLARA, Villa Clara.— El hallazgo de los restos del Comandante Ernesto Che Guevara, el 28 de junio de 1997, estremeció a los cubanos, deseosos de poder preservarlos y honrarlos. La noticia tuvo también una honda repercusión en el mundo.

En el aniversario 20 de ese trascendental hecho, que se cumplirá el próximo miércoles, se efectuará aquí un coloquio con la participación de estudiosos sobre la vida y obra revolucionaria del Guerrillero Heroico, estudiantes universitarios, combatientes del Ejército Rebelde y representantes de las organizaciones políticas y de masas.

Ismary Fernández Sáenz, especialista principal del Complejo Escultórico Ernesto Che Guevara, informó que en el evento de este miércoles el doctor Jorge González, médico forense, quien estuvo al frente del equipo que realizó la búsqueda, retomará la historia de lo acontecido en Bolivia durante esa extraordinaria experiencia.

Destacó que la Doctora María del Carmen Ariet, historiadora e investigadora del Centro de Estudios Che Guevara, quien también ayudó en la localización, se referirá al trabajo realizado para determinar los posibles lugares donde podían estar las osamentas de los guerrilleros.

Fernández Sáenz enfatizó que la llegada de los restos del Comandante Guevara al memorial ha permitido a millones de personas rendirle un tributo muy especial.

El hallazgo de los restos del Che Guevara y seis de sus compañeros de lucha, en Bolivia, se produjo en una fosa común en Vallegrande, tras una intensa búsqueda a la cual contribuyeron especialistas de unas 15 instituciones de Cuba, también de Bolivia y antropólogos forenses de Argentina.

Según han relatado a la prensa integrantes del equipo cubano que los encontró, la identificación del Che fue la más fácil de todas, porque era de quien más información disponían, y sabían que no tenía manos, sus asesinos se las habían cortado.

De acuerdo con esos testimonios, la identificación se confirmó con una superposición cráneo-fotográfica computarizada, a partir del dentigrama (los moldes de yeso de ambas caras dentarias) y el estudio radiológico que se tenía de él, coincidentes con los restos encontrados, y mediante la completa similitud con la necropsia practicada el 10 de octubre de 1967 por médicos bolivianos.

A las anteriores pruebas se sumaron las lesiones encontradas en el esqueleto: fractura en una clavícula, antebrazo, segunda vértebra dorsal, fémur y muslo; las coincidencias en raza, sexo, edad y estatura, y la prueba de ADN.

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