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Pss, pss… ¡Es contigo!

La persecución sexual callejera es una forma de violencia, naturalizada por tradición cultural en la sociedad cubana. La campaña Evoluciona se centra en propiciar el debate y la reflexión

Autores:

Ana María Domínguez Cruz
Yuniel Labacena Romero

MUJER que lees estas líneas… ¿Cuántas veces has cambiado de acera al caminar para evitar a un grupo de hombres? Tal vez pensabas que podían decirte algo indecente... ¿Recuerdas cuántas veces has evitado transitar por determinados senderos y lugares para no exponerte a esa situación? A bordo de un ómnibus, o mientras estabas sentada en el banco de un parque, o esperabas a alguien en una esquina… ¿Te has sentido mal porque te miran con lascivia o no dejan de decirte groserías de tipo sexual?

Hombre que lees estas líneas… ¿Cuántas veces al día «piropeas» a una mujer? ¿Por qué lo haces? ¿Te has percatado de que no siempre lo que dices le agrada a esa persona? ¿Has pensado alguna vez cuánto puede desear una mujer transitar en paz por la acera, por la calle, sin que alguien como tú le diga obscenidades?

No siempre reflexionamos sobre aquello que, por tradición o mandato social, asumimos como natural. Ni hombres ni mujeres se cuestionan, en ocasiones, su comportamiento en espacios públicos y lo relacionado con la necesidad de que nadie viole, ni siquiera con palabras, el espacio personal.

Rara vez alguien considera que un piropo de un hombre hacia una mujer pueda provocar rechazo, desagrado, molestia. Se cree que debe ser así, que la mujer debe ser elogiada todo el tiempo y que, siendo consciente de ello, el hombre, si lo hace, también demuestra poder en una relación trazada de este modo desde el punto de vista sociocultural. No importa, incluso, si lo que dice es grosero, obsceno, sexualmente inapropiado… «Es normal».

Abordar el problema no solo desde lo conceptual, sino también desde lo práctico en la vida cotidiana, y motivar el diálogo y la reflexión oportuna en torno a ello como reflejo de la violencia de género que se ejerce hacia las mujeres son los propósitos esenciales de Evoluciona —la campaña que desde 2018, a partir de la gestión del centro Oscar Arnulfo Romero (OAR)—, intenta visibilizar el asunto en nuestra sociedad.

Gabriel Coderch Díaz, director de esta institución de la sociedad civil cubana —que en mayo último cumplió 35 años de fundada—, precisa que desde 2006 se han desarrollado campañas a favor de la no violencia hacia las mujeres y las niñas. El antecedente inmediato de esta fue Eres más, con un impacto significativo.

«Ahora, en este primer año de acción con Evoluciona —en la cual han sumado los esfuerzos la FMC, el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), y el Centro de Estudios sobre la Juventud (CESJ)—, se prefirió trabajar el tema del acoso y el control hacia los cuerpos de las mujeres, como otra forma de violencia».

Coderch Díaz destacó que no se trata de un fenómeno circunscrito al país, pero tal vez por la idiosincrasia del cubano, como de todo latino, esté arraigada la creencia de que así debe ser. Son los rezagos de una herencia machista, patriarcal y heteronormativa que desde OAR —como otras instituciones— queremos  desmontar.

«Las campañas sirven para sensibilizar, dar a conocer el tema y activar el pensamiento en torno a cuándo somos violentos o violentados. En el caso de la mujer cubana, aunque la Revolución le ofreció un camino digno, y existen muchos factores que favorecen su rol activo en la sociedad, se padece todavía el lastre de una subjetividad heredada del patriarcado.

«Siempre que hemos impulsado campañas, como sucedió con Eres más, hemos tenido “picos”. Las personas comienzan a acercarse al tema, ven que en su vida cotidiana ejercen o son víctimas de la violencia, y empiezan a reaccionar. Llegan al centro (Vista Alegre No. 66, entre Poey y Párraga, Diez de Octubre, La Habana), y ahí estamos para ellas.

«Con Evoluciona hemos tenido una afluencia considerable de mujeres víctimas o en busca de información. Lo curioso es que no han sido solo mujeres, sino también sus familiares y personas allegadas, y eso es  esencial, porque una educación hacia la familia también favorece la resolución de conflictos de este tipo», dijo el Director.

En tal sentido destacó las alianzas con otras entidades y organizaciones. «En primer lugar con la Federación de Mujeres Cubanas porque es la que tiene el mandato sociopolítico de trabajar por el crecimiento de la mujer en la sociedad. Pero también, por ejemplo, con el Cenesex y el CESJ a partir de la problemática de la violencia de género».

Desde tiempos fundacionales

Ante el escenario descrito y otros, la prevención es la esencia del trabajo de la FMC, insiste Mayra Díaz García, funcionaria de la esfera ideológica de la organización. «Entonces, es válido recordar que desde los tiempos fundacionales ha sido una prioridad favorecer la igualdad de género, el respeto a las individualidades y propiciar el entorno ideal en la sociedad que impida que afloren o se multipliquen actos de violencia».

Desde 1976, recuerda esta mujer —quien lleva 20 años en la dirección nacional de la Federación—, teníamos un plan de prevención de la violencia, por iniciativa de Vilma Espín Guillois. «En aquellos años, a diferencia de ahora no se hablaba tanto del tema en la comunidad o los medios de comunicación, y es meritoria la labor desarrollada en esa época para proteger a las mujeres.

«La FMC tiene estructuras de base en las comunidades y en ello radica una de las principales fortalezas de nuestro trabajo. A ellas las ponemos en función del apoyo a iniciativas tan necesarias como la campaña Evoluciona. Al igual que con Eres más, y otras, acompañamos la labor de OAR pues reconocemos en su actuar una coherencia con las premisas de nuestra existencia, y valoramos mucho el trabajo que se desarrolla».

Si bien hoy se habla más del tema, Díaz García reconoce que existen tabúes: todavía algunas mujeres y sus familias callan o se arrepienten de denunciar determinados hechos violentos, «y ello obstaculiza la labor que debemos realizar. Nos interesa acompañar a las víctimas, aun después de que el proceso judicial haya concluido y si hay menores involucrados, también la FMC se mantiene inmersa en su orientación y atención medica, si lo requiere».

El cambio necesita de todos

La campaña Evoluciona ha sido un desafío, afirma la comunicadora Tamara Roselló Reina, especialista de OAR e integrante del equipo coordinador de esta. «Lo ha sido desde aquel estudio que tomó como muestra a jóvenes del país entre 15 y 25 años, y puso en evidencia el lastre de un patriarcado que ha dejado en ellos ese esquema básico en el que ellas, por lo general, son las víctimas.

«Nos asombramos de que esos muchachos tienen ideas que pueden ser las de otras generaciones, como las de mis abuelos. Ello demuestra que reproducimos patrones y los naturalizamos, sin darnos cuenta.

«Con relación al acoso callejero, comprobamos que muchas personas lo asumen con naturalidad y creen, incluso, que las mujeres deberíamos agradecer que alguien desconocido se nos acerque en la calle para decirnos un elogio, no importa si es irrespetuoso o no. Defienden la idea de que los hombres tienen el mandato social de expresarse de cualquier manera, y por ello debemos permitirlo», dijo.

Roselló Reina precisa que «todavía en el ámbito doméstico se reproducen roles tradicionales. Los hombres nos “ayudan”, pero no asumen que las tareas del hogar son también su responsabilidad, y ello limita el desarrollo social de la mujer».

Insiste en que las nuevas tecnologías son ahora el contexto de existencia de prácticas violentas, también naturalizadas. «El ciberacoso es una muestra de violencia, de ambas partes, pues podemos ver que la muchacha debe explicarle a su novio cómo consume el saldo de su celular, porque él es quien se lo puso, y así mismo ella se enorgullece si puede revisarle a él sus contactos, sus llamadas, sus mensajes.

«Son expresiones del control en este escenario que sigue reflejando los lastres del patriarcado. Si queremos una sociedad más justa e igualitaria, tenemos que desmontar esos imaginarios. Necesitamos sumar a más jovenes, más mujeres y más hombres sobre todo, porque es un problema que nos atañe a todos, y entre todos podemos transformarlo», aseveró.

Precisamente porque el cambio necesita de todos, el periodista Jesús Muñoz Machín, coordinador de comunicación en la Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades, se suma a la labor desplegada por Evoluciona. Comenta que los hombres deben sentir en carne propia esa violencia que se ejerce a través del acoso callejero.

«Ponte en mi lugar; esa es la estrategia. Es curioso que la primera reacción de los jóvenes con quienes trabajamos es el rechazo, porque sienten que los enjuiciamos como victimarios, lo cual no deja de ser cierto, ya que en sentido general es así. Sin embargo, hemos logrado que reflexionen en torno a su práctica cotidiana pues se han detenido a pensar en su actuar.

«Hemos logrado que se reúnan entre ellos no solo para hablar de deporte, de mujeres, de sexualidad o de cualquier otro tema, sino también sobre este problema del que son parte, como los relacionados con los exhibicionistas públicos, que de inmediato provocan reacciones negativas».

Muñoz Machín señala que tenemos deudas. «La primera es trabajar más desde la educación y aunar esfuerzos más contundentes desde la institucionalidad. Entre los retos está además no perder de vista que si bien hay que trabajar en la educación y en la deconstrucción de los mitos, también hay que buscar soluciones a los problemas.

«Que los hombres se sumen a esa búsqueda de soluciones es vital, no solo porque podrán tener relaciones más equitativas con las mujeres, sino porque podrán disfrutar de una masculinidad más plena. No es dejar de ser hombre, sino ser un hombre más libre, porque sobre nosotros también pesan muchos mitos y nos dejamos llevar por ellos», dijo.

¿Y de las leyes qué?

Desde el ámbito jurídico coinciden especialistas y participantes activos en el debate en que urge trabajar en la elaboración de leyes que permitan otorgarles mayor protección a las mujeres, y que además den cuenta de la voluntad política que existe en el país de no amparar forma alguna de violencia.

La abogada Liset Imbert Milán, asesora jurídica del OAR, afirma que en Cuba, afortunadamente, se mantiene el interés de proteger todos los derechos para todos, por lo que los juristas están llamados a interpretar y asumir la legislación en función del respeto de todos los ciudadanos.

«Tenemos un Código Penal, susceptible de perfeccionamiento, pero que ya refleja algunos delitos relacionados con el tema. Tenemos además el Código de Trabajo, que refleja la obligación de los empleadores de velar por la integridad física, moral y sicológica de sus trabajadores. Es también un mecanismo legal para protegernos de la violencia o el acoso en el ámbito laboral, que si es de tipo sexual también habría que remitirse al Código Penal.

«La nueva Constitución recoge la igualdad de hombres y mujeres, lo relativo a la protección a la mujer, la niñez, la familia, los casos de violencia sancionables… Entonces, lo ideal es marchar hacia un escenario legal que se traduzca en obedecer, complementar y hacer valer lo que la Constitución establece en materia de violencia y familias, sean estas por consanguineidad o no. También comprendemos que todo lo que clasifique como violencia debe ser tratado, y por lo tanto requiere de acompañamiento sicológico».

Como decía la funcionaria de la FMC, Mayra Díaz García, «no queremos una sociedad violenta y por ello creemos que el trabajo dirigido a las familias, a las comunidades, al imaginario femenino que debe desprenderse de pensamientos arcaicos que la obligan a soportar determinadas acciones, algunas tan simples como puede ser el acoso sexual callejero, es primordial.

«Por eso no nos podemos cansar, no podemos limitar nuestras acciones a jornadas o fechas específicas sino que debemos potenciar la sistematicidad, la capacitación de todos los factores de la comunidad para identificar a tiempo situaciones complejas y sobre todo, el apoyo intersectorial».

Ni hombres de mujeres deben violar el espacio del otro; ni siquiera con palabras. Foto: Ricardo Tamayo Pérez. 

Definiendo conceptos 

¿Piropo o acoso sexual callejero? ¿Cómo encontrar las diferencias desde el punto de vista conceptual? La sicóloga Maité Díaz Álvarez, especialista en temas de género, especifica que cuando se habla de lo segundo se visibiliza esa práctica de connotación sexual ejercida por una persona desconocida en espacios públicos como la calle, el transporte o espacios semipúblicos, que suelen generar malestar en la víctima.

«El acoso sexual callejero es una forma de violencia sexual. Tiene que ver con la imposición de prácticas de naturaleza sexual a la mujer desde una posición de verticalidad, de dominación. La diferencia no radica en el contenido, sino en cuán desagradable o deseado resulta para quien lo recibe. A lo mejor le dicen algo bonito a una mujer y no le gusta, pues lo asume como una irrupción en su vida.

«No hay justificación alguna para el acoso, cuyos efectos son recurrentes en la cotidianidad, en tanto la persona que se siente acosada cambia los recorridos habituales por temor a rencontrarse con un acosador, modifica los horarios en que transita por el espacio público y evita hacerlo a solas, cambia su modo de vestir buscando desincentivar el acoso, y todo ello para evitar las miradas lascivas, los silbidos, besos y otros ruidos, los gestos y comentarios obscenos, las persecuciones y el exhibicionismo de los órganos genitales, entre otras conductas.

«La campaña Evoluciona alude a las tradiciones culturales de lo que significa el piropo. Tenemos evidencias de que a algunas mujeres les gusta que las piropeen y para los hombres es una forma de enamorar. En ese sentido respetamos ambos puntos de vista. Sin embargo, y ahí radica la esencia de lo naturalizado desde lo cultural, no se ve bien o no se acepta que sea al revés. Si es la mujer la que piropea o incluso acosa al hombre, las reacciones son diferentes.

«La prueba de ello la tuvimos en el experimento social realizado por OAR recientemente, cuyo video puede verse y compartirse en las redes sociales. Durante dos días filmamos lo sucedido en zonas de la Avenida de los Presidentes, en el Vedado capitalino, cuando una muchacha, joven y bonita, asediaba a los hombres.

«No solo las actitudes de ellos fueron interesantes, sino, y sobre todo, sus opiniones cuando los entrevistábamos ante la cámara. Es innegable que este es un tema que necesita visualizarse, porque son comportamientos muy naturalizados desde lo cultural y lo tradicional, nuestras costumbres», detalla. 

Desmontar desde ya imaginarios de los jóvenes

Según Raida Semanat Trutie, subdirectora científica del CESJ, ha sido muy oportuno desarrollar esta campaña, pues —como se ha mencionado— las investigaciones dan cuenta de que es necesario desmontar desde ya imaginarios de los jóvenes, incorporados al comportamiento cotidiano, en sus relaciones interpersonales, en sus modos de actuar al interior de la familia, y las relaciones de pareja que están generando malestares en las muchachas, las niñas y en sí mismos.

Por eso, nuestro Centro también ha participado de forma activa en las acciones desplegadas como parte de Evoluciona. El acompañamiento se fundamenta en brindar los resultados de nuestros estudios para que las estrategias que se realicen y los mensajes que se comuniquen puedan llegar mejor a las nuevas generaciones a partir de las mismas concepciones que tienen, apuntó.

Semanat Trutie destacó que en las jornadas realizadas se ha intencionado la presentación de pesquisas e intervenciones comunitarias diseñadas desde las buenas prácticas, las cuales han sido protagonizadas por jóvenes y miembros de la Red de Investigadores Sobre Juventud del CESJ.

Por su parte, Manuel Vázquez, subdirector del Cenesex, ha declarado que esta nueva campaña es una especie de parteaguas en un momento trascendental del país. Con su visualidad, refresca las maneras en que el público está recibiendo mensajes fundamentales para la transformación social en nuestro contexto.

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