Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Efigenio, hasta siempre

Las cenizas del general de división Efigenio Ameijeiras Delgado serán expuestas este martes, desde la 1:00 p.m. hasta las 5:00 p.m., en el Panteón de los Veteranos de la Necrópolis de Colón, donde se le realizarán las honras fúnebres

 

Autor:

Juan Morales Agüero

LAS TUNAS.— El fallecimiento del general de división Efigenio Ameijeiras Delgado ha consternado a buena parte de la población de esta provincia, en especial a quienes residen en el municipio de Jesús Menéndez, donde el también Héroe de la República de Cuba se asomó al mundo el día 21 de septiembre de 1931.

Allí, en su querida Chaparra, en el barrio de Pueblo Viejo, hizo travesuras y se graduó precozmente de hombre cuando su padre español le faltó a la familia durante un viaje sin retorno a la Madre Patria. Su madre, María de las Angustias, se hizo cargo de la dirección de la casa y le enseñó las primeras letras en un hogar fragante de patriotismo.

Los agobios de la época y la búsqueda de mejoras hicieron que los Ameijeiras se mudaran para la cercana ciudad de Puerto Padre. Los varones fueron allí choferes de alquiler y hasta cargamaletas en la estación ferroviaria. Después probaron suerte en Santa Clara, antes de establecerse definitivamente en La Habana, donde residía una hermana recién casada.

¡Cuántas injusticias vivieron juntos! ¡Cuánta pobreza desfiló ante sus ojos! Efigenio supo desde entonces que su destino era luchar por un país mejor. Y su primer paso fue trabar relación con los jóvenes del Movimiento 26 de Julio que luchaban contra la cruel dictadura de Fulgencio Batista.

Acosado por la policía del sátrapa, emigró a México. Allá se unió al grupo que, comandado por Fidel, alistaba una expedición para liberar a Cuba. Vino como combatiente en el Granma, y, luego de la sorpresa de Alegría del Pío, integró el núcleo primigenio de los barbudos en la Sierra Maestra.

El triunfo rebelde trajo para Efigenio un nuevo reto: la jefatura de la Policía Nacional Revolucionaria. Al frente de un batallón repelió a los mercenarios que profanaron las arenas de Playa Girón. Más de 50 de los suyos cayeron en la pelea. Pero nadie defraudó a su jefe, quien probó también su valor en la lucha contra bandidos, en el Escambray, y en misiones internacionalistas en Angola y Argelia.

Durante todo nuestro proceso emancipador, Efigenio figuró entre los líderes más apreciados por el pueblo. Con la decisión de no perder ni un minuto de su tiempo, matriculó en la Universidad de La Habana y recibió allí el título de licenciado en Historia. La comisión de la especialidad de las Fuerzas Armadas Revolucionarias lo tuvo como su máximo dirigente.

Amigo de la literatura y de la poesía, a su pluma y a su sensibilidad se deben obras de connotación testimonial tan importantes como la trilogía integrada por Más allá de nosotros, La clandestinidad y La Sierra Maestra. También su antológico compendio de relatos 1956, un año tremendo, así como su poemario al que tituló El amor todo el tiempo.

La casa donde vivieron Efigenio y los suyos en el poblado de Chaparra es hoy un museo que se ha propuesto honrar la memoria de una familia ejemplar. En efecto, tres de los hermanos Ameijeiras —Juan Manuel, Gustavo y Ángel— cayeron en la lucha contra la tiranía, y hoy son paradigmas de los jóvenes continuadores del proceso revolucionario.

Con la desaparición física de Efigenio Ameijeiras, a los 88 años de edad, «se va» también un símbolo de humildad, intrepidez y cubanía. Quienes lo conocieron pueden dar fe de cuánto amó a su país y a sus compatriotas. Para perpetuar su legado quedan sus libros, sus poemas y su obra. Y queda su recuerdo, adosado al sitial sagrado de la Patria.

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