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Aplausos (+Video y Podcast)

A la hora acordada, el silencio de la noche desapareció por unos instantes y dio gusto ver en las casas y hasta en algunos balcones a nuestra gente aplaudiendo intensamente como muestra de cariño, admiración y apoyo por nuestros médicos, enfermeras, técnicos

Autor:

Yuniel Labacena Romero

Desde media tarde había comenzado a leer la convocatoria en la red social Facebook: «A las nueve aplausos para nuestros médicos desde casa». Se la comenté a quienes me acompañaban este domingo, y desde entonces estábamos impacientes a la espera de la hora pactada. Mientras llegaba ese momento, fue sorprendente escuchar que en la emisión estelar del Noticiero Nacional de la Televisión Cubana sus locutores se despidieran con el mismo llamado.

 Resultó una iniciativa estremecedora, que al hacerse exactamente a las nueve de la noche, una hora muy especial para los habitantes de la capital cubana, devino cañonazo de amor, que opacó, incluso, según el testimonio en redes sociales de no pocos, el que se dispara desde la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña.

A la hora acordada, el silencio de la noche desapareció por unos instantes y dio paso a fuertes aplausos que salían de las casas o de familias reunidas en los balcones. También se escuchaban aclamaciones como muestras de afecto, admiración y apoyo a nuestros médicos, enfermeras, técnicos… Una millonaria expresión de respeto y cariño por quienes en este momento difícil en Cuba y en cualquier sitio del planeta, luchan contra la pandemia que ha estremecido a la humanidad.

Yo, que en estos días he sido abrigado en La Habana Vieja, pude oír, y sobre todo ver, un aplauso sostenido en el tiempo justo cuando sonó el cañonazo capitalino. Las ovaciones retumbaron como el cañonazo, y se escuchó el aplauso de nuestra gente, ese sonido y clamor infinito que hizo vibrar de emoción a tantos a lo largo del país.

Hubo hasta quienes sacaron sus cazuelas y comenzaron a tocar en honor a nuestros médicos. Los vi alejados, disciplinados, con o sin nasobucos, en la penumbra de la noche. Después volví a Facebook y eran cientos los mensajes y videos conmovedores que confirmaban lo sucedido en buena parte del país, porque además de ovaciones se escuchaban a personas gritando felicitaciones y vivas por quienes combaten la pandemia.

Ahora mismo recuerdo a Mabel Olade, quien decía que en su «barrio barroco la gente salió a aplaudir»… y también hubo quienes dijeron que no en todos los lugares la gente supo de la idea y proponían, incluso —como mi colega Danay—, que «a las 9:00 —al menos cinco minutos— se interrumpiera la programación con algo que identificara este momento, este nuevo gesto hermoso que hemos acogido con tanto amor».

La iniciativa de apoyar a los médicos, enfermeras y a todo el personal de salud, quienes trabajan incansablemente en los hospitales para salvar vidas y controlar la enfermedad, surgió en España, donde se repite todos los días a las ocho de la noche, pero ya se ha extendido a otros países, como sucedió con nuestra Cuba, donde se ha desbordado la solidaridad, la entrega, la generosidad… 

 

Pues puede hacer mucho más de lo que describe el Diccionario de la Real Academia Española sobre esa acción de dar palmadas en señal de aprobación o admiración. Puede ser elogio o alabanza, incluso, ese gesto cortés y esperado tras un concierto musical, un discurso público o una obra de teatro. Cuanto más ruidoso y prolongado, mayor aprobación.

Pero este, que sale de tantos corazones agitados de amor, puede resultar muy curativo, sobre todo para aquellas almas que se encierran dentro de sí o de sus espacios y se olvidan del dolor o la suerte de todos.

Entonces, ¿cuántas cosas caben en un aplauso como al que fuimos convocados? Agradecimiento, orgullo y tranquilidad de saber que en cualquier circunstancia nuestros doctores estarán ahí al pie del necesitado, junto a la esperanza de que ellos tampoco enfermen y los deseos de que toda esta situación termine pronto.

Los aplausos iniciales de este domingo no fueron solo para el personal médico, sino para todos aquellos que luchan día a día contra la COVID-19: pantristas, auxiliares de limpieza, choferes, aduaneros, para quienes dirigen, orientan, informan al pueblo… Era un reconocimiento comunitario a los que cuidan y salvan, a los que desafían la muerte, a los que dejan atrás a abuelos, hijos, padres, esposos… y cumplen con el deber que los llama.

Por todos ellos, por su vocación humanista y por su alma pura, volvamos a aplaudir cada día, a las nueve de la noche. Llega hasta tu ventana, sal a tu balcón, a tu portal. Hagámoslo desde el amor y por la vida.

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