La defensa de los derechos de sus miembros debe ser una premisa que no abandone jamás la organización. Autor: Roberto Suárez Publicado: 24/12/2025 | 12:43 am
En diciembre de 1922 Cuba vivía bajo la sombra de lacerantes flagelos: corrupción, injerencia extranjera y gobiernos entreguistas eran el pan de cada día. En ese contexto, los estudiantes universitarios decidieron que las casas de altos estudios no podían ser, bajo ningún concepto, páramo de silencio. Así nació la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), como frente de lucha.
Cuando ya celebramos su aniversario 103 en un contexto soberano, la juventud cubana enfrenta otras batallas. La guerra cultural, el reforzamiento del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto a nuestro país por el poder imperial, las campañas de desinformación y una crisis multisectorial laceran el desarrollo pleno de la sociedad.
La organización, como entonces, debe ser nicho de resistencia y apoyo solidario, donde el debate ideológico, así como la crítica responsable y constructiva embarguen las aulas, las redes sociales y los espacios comunitarios. En ello reside la clave para honrar el espíritu crítico y transformador de su fundador, Julio Antonio Mella.
Ética de trabajo
«El ideario de Mella continúa guiándonos a los momentos actuales, y es asumido de manera diferente por las nuevas generaciones», afirma la presidenta de la FEU, Litza Elena González Desdín. Esa herencia se materializa en una concepción que rescata la visión de una universidad popular.

Un eje central de la FEU contemporánea es el trabajo directo con las comunidades, que adquiere especial relevancia en momentos de desafío nacional. Nuestros estudiantes han mostrado su apoyo en reiteradas ocasiones tras el paso de huracanes como Óscar o Rafael, y ahora con Melissa, que devastaron diferentes lugares de nuestra geografía, señala la líder estudiantil.
Los universitarios, refiere, también somos un fragmento de la población, y parte de nuestra ética humanista incluye la atención a estudiantes en situación de vulnerabilidad. Tareas sociales como Educando por amor, están pensadas para fomentar el acceso a la Educación Superior, y sus protagonistas son jóvenes estudiantes, que asumen responsabilidades docentes.
Para la FEU, «esa visión de Mella de que todos pudieran aportar, dando origen a un impulso que luego beneficie al resto, es lo que debe guiar el espíritu de los estudiantes», en aras de solucionar las tareas de importancia para el desarrollo de nuestro país, explica González Desdín.
Desafíos latentes
En los procesos nacionales, el papel de los universitarios ha mantenido un marcado liderazgo. El debate del Programa de Gobierno para corregir distorsiones y reimpulsar la economía es un ejemplo, en tanto ha sido oportunidad de que el estudiantado contribuya a la concreción de una norma rectora de la política de Gobierno.
Sin embargo, en algunos espacios de la comunidad universitaria, más cercanos a la base, existe escepticismo sobre el funcionamiento y la representatividad de la organización.
Johander Calderón Rodríguez, estudiante de Ingeniería en Ciencias Informáticas, opina que la FEU cumple en gestionar espacios recreativos y de intercambio social, pero carece de mecanismos para garantizar la participación activa de sus estudiantes, y del rigor para articular decisiones que impacten de manera profunda y positiva en sus vidas.
Reconoce que, durante el reciente aumento de las tarifas de servicios de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S.A., se crearon espacios para recoger criterios y acoger las opiniones de manera masiva.
De igual forma, asegura que la organización debe velar porque el debate se sostenga en cada brigada, en los centros educativos. Es necesario que siempre se ejerza la opinión, dijo, ganar en cercanía, transparencia, frescura y proactividad; así como perder el temor a las críticas, pues es la FEU el mecanismo que sienta las bases de una transformación en beneficio de todos.
Por su parte, la Presidenta Nacional de la organización reconoce que quedan aspectos por pulir en los canales para gestionar y responder inquietudes, sin embargo, sostiene que «la defensa de los derechos de sus miembros es premisa, tanto como procurar espacios de diálogo donde se puedan canalizar las principales preocupaciones y responder con premura a todas las instancias y niveles implicados en esos temas».
Un llamado al futuro
En ese sentido destaca como espacios vitales las asambleas de brigada, las residencias estudiantiles y las comunidades. Ahí radica el corazón de la FEU, como ejemplo de participación ya ganados, y confirma la idea de que es posible y necesario potenciar otros, cataloga.
«Es de obligatoriedad que las universidades acojan y propicien debates respetuosos», con la intención de «hacer un trabajo que permita conocer a una FEU realmente preocupada por su estudiantado y que mantiene vivo el legado de Mella», afirma la Presidenta de la organización.
Para captar y movilizar a la masa estudiantil, la FEU potencia sus movimientos (cultural, deportivo, científico) y amplía su diapasón a temas como el trabajo de género, proyectos comunitarios, bienestar animal y el cuidado de la naturaleza. «Somos una organización que incluye, que respeta, que acoge y está presta a seguir buscando espacios de utilidad», refiere Litza Elena.
Explica, además, que las redes sociales les han ganado un terreno importante y reconoce su uso como estrategia novedosa para maximizar el alcance de la organización hacia los estudiantes, con mensajes certeros y muestras de la cotidianidad universitaria, pero preparados para neutralizar sus peligros.
Al respecto, Kaylin Gutiérrez Brito, egresada de Comunicación Social en la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas, revela que en su centro la FEU está en expansión, pues una de las prioridades es acercarse a cada uno de sus miembros a través de las redes, con contenidos que los atraigan e impacten.
Orgullo universitario
Al preguntar sobre si Mella estaría orgulloso de la FEU actual, la líder estudiantil expresó que «sí, porque, a pesar de los tiempos difíciles, no pierde la esencia de una organización que va de la mano de la Revolución». No obstante, confiesa que «tal vez diferiría de algunas opiniones y, sin duda, ofrecería herramientas osadas para lograr de manera efectiva los objetivos de dinamizar los canales de participación y articulación colectiva».
De igual forma recuerda que el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en su etapa de estudiante primero, y como líder popular después, abrazó con fuerza las ideas de Mella. «Fue Fidel quien nos convocó a diario para revitalizar con nuestro actuar el carácter de la organización, siempre manteniendo en alto el ejemplo de Julio Antonio», destacó.
A 103 años, la organización joven más antigua de Cuba, la más rebelde, se reafirma como un proyecto en permanente construcción, fiel a su historia, empeñada en ganar, con pensamiento y acción, las batallas del presente y, a decir de su líder, «siempre presta a defender los intereses del estudiantado universitario dentro de su Revolución».
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