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Historia de una prenda ilustre

¿Cómo pudo rescatarse el jipijapa que cubrió la cabeza pensante de Antonio Guiteras Holmes, asesinado el 8 de mayo de 1935 en El Morrillo, Matanzas, junto a Carlos Aponte Hernández?

Autor:

Luis Hernández Serrano

Los nombres de Guiteras y Aponte estremecen como un remordimiento, y alientan como un triunfo

                                                                                                                            Pablo de la Torriente Brau

Esa historia comienza cuando Fulgencio Batista —entonces jefe del ejército— supo con antelación que Antonio Guiteras Holmes, Carlos Aponte Hernández y otros miembros de la organización Joven Cuba, saldrían en secreto en el yate Amalia rumbo a México, donde prepararían una expedición que iba a desembarcar en tierra cubana.

Escogieron para partir la noche del 8 de mayo de 1935 y la costa matancera de El Morrillo. Por una delación, el Tercio Táctico del ejército en Matanzas les hizo un cerco con más de 2 000 soldados.

La alerta la dio un militar en quien Guiteras confiaba: el capitán de la Marina de Guerra Carmelo González Arias.  El joven revolucionario había dicho a Xiomara O’Hallorans que confiaba en él porque despistaba al enemigo: «Está conspirando con nosotros, es inteligente, y hace visitas periódicas al Estado Mayor». ¡Pero aquella fue precisamente la estratagema del traidor!

Paulino Pérez Blanco, del grupo guiterista, contaría luego: «El primero en darse cuenta de que estábamos copados fue Aponte. Escuché cuando le dijo a Guiteras: “Compay, antes de rendirnos, nos morimos”. Y Guiteras respondió: “¡Nos morimos!”. Apenas transcurrió un minuto cuando Guiteras cayó hacia atrás, herido de muerte, y Aponte, a sus pies, agonizó con un balazo que le atravesó la cabeza».

Manos que tuvieron el sombrero

Desde El Morrillo pensaban partir Guiteras y Aponte en el yate Amalia rumbo a México, donde prepararían una expedición que iba a desembarcar en tierra cubana.Foto:Archivo de JR.

El sargento Cintado, jefe del grupo que asesinó a los dos héroes, pensó que Jorge Octavio Domínguez era un simple curioso residente en la zona del combate, pero pertenecía a la Joven Cuba. El militar, como ave de rapiña, le quitó al  cadáver de Guiteras un anillo, una fosforera y 4 000 pesos que llevaba en sus bolsillos.

Como el sicario no estaba seguro de que Jorge Octavio lo había visto en su profanación y robo (tal como lo contaría años después) echó mano al sombrero de Guiteras, y se lo dio, diciéndole: «Para que lo guardes de recuerdo», pensando —como buitre saciado— que así compraba su silencio.

Jorge lo tuvo un tiempo y luego lo entregó al responsable de su célula en la Joven Cuba, quien con los meses lo dio a guardar al abogado Antonio González, defensor espontáneo de dos prisioneros en el combate de El Morrillo.

Tras 1959, Edilio Estupiñán y la entonces directora del museo que perpetuaría la historia de los dos combatientes, visitaron al abogado y le pidieron que donara el sombrero para la institución.

Algún tiempo después, el abogado le dijo a su hija que diera el importante objeto histórico a la referida institución. Todo lo anterior se hizo con el apoyo del hoy teniente coronel (retirado) Rolando de la Paz y de la compañera Hilda Touza López, una de las secretarias de Guiteras.

El 8 de mayo de 1990, el sombrero de jipijapa integró los fondos del museo. Más tarde, en el aniversario 57 de la caída en combate de los dos héroes, se expuso la singular pieza en la «muestra del mes» de mayo de 1992. Aquel querido recuerdo cubrió la cabeza pujante de uno de los revolucionarios más fecundos de la historia cubana.

Guiteras fue hijo de padre cubano de ascendencia catalana, y de madre escocesa-irlandesa. Nació en Filadelfia, Pensilvania, Estados Unidos, el 13 de agosto de 1906. Su tío paterno José Ramón Guiteras murió por la libertad de Cuba en nuestra guerra de Independencia, y su tío abuelo materno irlandés, John Walsh, fue uno de los principales líderes de la independencia de Irlanda.

Defensor de la vergüenza

Guiteras fue hijo de padre cubano de ascendencia catalana y de madre escocesa-irlandesa.Foto:Archivo de JR.

En los primeros meses de la Revolución, el 8 de mayo de 1959, Fidel recordó a Guiteras en la Plaza José Martí, de La Habana.

Guiteras, quizá previendo la personalidad  misteriosa y bribona de Batista, confesó un día a su hermana Calixta: «Es astuto, está tramando algo contra nosotros (…). Trato de analizar hasta dónde puede llegar, qué pretende en verdad».

Tanto en el Gobierno de Grau, como en sus declaraciones públicas, Guiteras se definió opuesto al capitalismo, al imperialismo, y a favor del socialismo, según refiriera Fernando Martínez Heredia en su ensayo acerca del héroe del sombrero de jipijapa, en el documentado libro de la  profesora universitaria Ana Cairo.

Alzado en armas en los montes orientales con el seudónimo de «Marcos», Guiteras fue aquel hombre que al tomar posesión de su cargo como Secretario de Gobernación, Guerra y Marina del ¡único gobierno antes de 1959 que no fue reconocido por Estados Unidos! (El de los Cien Días, con Grau San Martín a la cabeza) recalcó: «Seré firme defensor de este Gobierno, hasta tanto no se convierta en un lacayo fiel de Washington».

No es asombroso que —como escribió también Martínez Heredia— los jóvenes del centenario martiano que en 1953 dispararon contra el ejército batistiano, evocaran a Guiteras.

Hoy, el bien cuidado sombrero constituye un testigo ilustre del denuedo y la consagración del héroe, de cuya muerte Raúl Roa diría: «Así se perdió la figura más empinada, el ánimo mejor forjado, la voluntad más indomeñable, el brazo más enérgico y el espíritu más puro del movimiento nacional revolucionario de la década de 1930». 

Fuentes consultadas:

1) Bohemia, 18 de agosto, 1946, p.59.

2) Bohemia, 11 agosto de 1946, p.p. 14-15.

3) Grabación y transcripción, en 1985, del útil testimonio, hasta hoy inédito, de Hilda Touza López, quien fuera una de las secretarias de Guiteras, dado al hoy teniente coronel en retiro del DTI, Rolando de la Paz.

4) Plegable del Museo de El Morrillo, sobre la exhibición en mayo de 1992 —como “muestra del mes”— del preciado sombrero del héroe.

5) Artículo de Rodolfo Torres reproducido en el libro conformado por Ana Cairo. 

 

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