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Dime si a ti también…

Hasta Floro ya siente que esta larga y lamentable situación ha quebrado su fuerza de voluntad, y el estrés le juega una mala pasada

Autor:

JAPE

Floro, mi eterno cofrade, me ha escrito preocupado por algunas situaciones que no logra comprender. Siente que esta ya larga y lamentable situación ha quebrado su fuerza de voluntad. Ya ustedes conocen el carácter «irreductible» de mi amigo y por eso me ha escrito:

«Entrañable JAPE, tú mejor que nadie me conoces y sabes que no soy hombre de medias tintas: Al pan, pan y al vino, vino. No obstante, siento que ya no es así y tengo que reconocerlo, aunque lacere mis más profundos sentimientos y mi recia personalidad. Desde hace algún tiempo he estado mostrando cierta debilidad en mi carácter e incluso a veces justifico cosas que a ciencia cierta son injustificables, o al menos que no van acorde con mi modo de accionar durante mi vida, que por supuesto incluye todos los años posteriores a mi nacimiento hasta la fecha.

«Para no dar más vueltas al asunto te pondré algunos ejemplos en los que me baso para exponer todo lo que antes dije, y por supuesto lo confronto contigo, a quien considero un hombre inteligente y mesurado. Estimado JAPE, pido contestes con toda sinceridad si te ha sucedido, con anterioridad o en reciente fecha, alguna de las cosas que a continuación te expreso:

«¿No te has señalado, con solemne e inmensa autoridad, que a partir del siguiente día no comerás más pan, ni refresco, ni batido, ni dulce, ni confitura alguna, amén de que toda la familia que te rodea lo haga desmedidamente? No lo harás más porque necesitas bajar de peso y porque tu salud se vuelve endeble e insegura a causa de la obesidad… Sin embargo, en cuanto plantan en la cocina el primer “desembarco” de productos con alto contenido de carbohidratos y azúcares, eres el primero en consumir sin tope y con gran desparpajo, posponiendo, con evidente flaqueza de espíritu, tu recorte gastronómico para el siguiente día.

«¿No te has planteado, por un problema de dignidad, de amor propio, de autovaloración… recortar el intercambio de mensajes, la insípida comunicación, incluso la amistad, con algunas personas que sientes que su aprecio hacia ti es pura cortina de humor que no es recíproca con la inmensa cascada de afecto y aprecio que tú les brindas? Incluyo esa chica a la que siempre has tenido profunda estima, que se diluye con el más sincero afecto y llega a colindar con el amor imposible; sin embargo ella no muestra ese mismo sentimiento y, como se dice en el argot beisbolero, te lanza cuatro malas y te manda para primera. Lo más doloroso es que logras varios días de incomunicación total, pero al final cedes, como auténtico can embelesado, y vuelves otra vez a ser víctima del desamor. ¿No es acaso este acto de connotada blandenguería una falta de respeto contigo mismo… y con tu esposa?

«Otra de las acciones en las que reincido y por la que cada día me flagelo con dureza, una y otra vez, considerando poner coto a tal comportamiento, es la siguiente: Cada noche, con notable disgusto, y la presión alta, me digo, e incluso me convenzo, de la necesidad de que me aleje de las redes, que cancele mi presencia en Facebook, o que al menos dosifique mi intercambio internáutico y digital, que incluye borrar todos los jueguitos del teléfono y del ordenador. Sin embargo, apenas amanece vuelvo a pegarme al internet como mosca al dulce, como pulga al perro, como precio a las alturas, y nuevamente mi corazón padece de incontrolables desvaríos y aceleradas pulsaciones. ¿Es lógico que esto suceda, JAPE?».

Querido Floro, es evidente que eres víctima, como muchos otros, de la ansiedad, el desequilibrio y el estrés.  Agradezco que confíes en mí, y que además me tengas en tan buen aprecio. Como dice una vieja canción: Si hay que llorar, lloro contigo; pero… eres tú, solo tú, quien mejor curso puedes dar a estas dudas. En caso de que no puedas solucionarlas, pues asúmelas, incorpóralas sin dolor, sin resquemores, y al igual que aconseja otro bien conocido tema: Sé feliz.

 

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