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Con rumbo fijo

Una estudiante holguinera de Medicina, Dianet Sarahí Peña,ya ha estado en varios escenarios de contención de la pandemia del nuevo coronavirus

Autor:

Nelson Rodríguez Roque

Nadie esperaba que en septiembre de 2017 hiciera otra cosa que aprender acerca de géneros periodísticos y redactar. Parecía cuestión de tiempo. Todo fundamentado en que desde pequeña participaba en programas radiales e incursionó en otro sobre Medicina Natural y Tradicional en el telecentro local.

Pero un despertar interior por otra vocación con origen familiar condujo a la estudiante de preuniversitario Dianet Sarahí Peña a optar por Medicina. La actual alumna de la Facultad de Ciencias Médicas Mariana Grajales, de Holguín, continúa cooperando en televisión, pero giró el timón hacia el juramento hipocrático o la ética guevariana y lleva rumbo fijo entre las bravías olas del SARS-CoV-2.

De cara a la pandemia

Su primera experiencia de cara a la pandemia, como les ha sucedido a muchos estudiantes, fue la pesquisa, aclara desde un banco del parque Calixto García, en cuyos bordes la mediamañana apenas disimula el sol activado.

«Es algo que vamos conociendo en la carrera porque forma parte del plan de estudio, pero en otros ámbitos, como la detección de arbovirosis. Sin embargo, realicé el pesquisaje de la nueva enfermedad en mi municipio, Gibara, en un consultorio», narra.

Tras regresar a clases y llevar a término el 3er. año, el rebrote de la epidemia en Holguín provocó su retorno a Gibara para otra pesquisa: «Luego mis compañeros del Secretariado de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y yo decidimos incorporarnos a apoyar en las zonas rojas los fines de semana, por un evento de inicios de 2021, surgido en la residencia estudiantil, sobre todo, relacionado con alumnos extranjeros. Durante un mes, más o menos, me coincidieron esas actividades».

Al surgir el concepto de Mesa coordinadora, y haciendo gala de las dotes comunicativas que cultivó en la niñez, se sumó a esta estructura en predios gibareños. Reconoce que hubo que ir entendiendo su esencia, «y a partir de que asimilamos la documentación, fuimos dominando el trabajo. Poco a poco percibimos sus bondades en pro de mejorar la clasificación de pacientes, flujos, dinámicas de ingreso y logística».

La Mesa coordinadora supuso otro capítulo de la fe que tuvo esta joven para ver en un problema mundial una oportunidad de dar sentido humanista a lo que le han inculcado en la Iglesia de los Amigos Cuáqueros, y le posibilitó individualizar la atención, rigiéndose no solo por protocolos y saberes científicos, sino además por sus principios de amor.

«En la Mesa ocurren situaciones diversas, como la que enfrenté con un matrimonio y sus tres niños, entre los cuales uno era lactante, otro estudiaba y había uno pequeño sin síntomas. Teníamos que conducirlos, indistintamente, sin desproteger a ninguno, y al final se hizo una distribución funcional hacia distintos escenarios.

«Ayuda la base de datos que vamos completando en pos de que el sistema funcione. Como en Medicina tenemos clases de Bioestadística y Computación (con énfasis en bases de datos), le fuimos hallando utilidad a esa herramienta. En situaciones como esta, una estructura coordinadora así es necesaria».

Agosto pasado, como cualquier otro mes veraniego, se pintaba para disfrutar de la playa, series o descanso. Sin embargo, dado el alza de casos de la enfermedad en Holguín, los estudiantes de Ciencias Médicas hablaban hasta en sus grupos de WhatsApp de insertarse en la labor de Salud y apoyar a su personal, cuyo desempeño se debilitaba, como ocurría en el mundo entero, pues ellos también se enferman y fatigan.

«Sentíamos que podíamos hacer algo más. Estaba muy viva la naturaleza vinculada con el auxilio al paciente. Incluso, tomando en cuenta nuestra inexperiencia, creíamos que ese apoyo sería agradecido», recuerda con voz segura, la misma con que reveló pasajes en un encuentro reciente de estudiantes y graduados de Ciencias Médicas de la provincia con el doctor José Angel Portal Miranda, ministro de Salud Pública.

Los alumnos de Medicina, asegura, rotan por diferentes servicios desde que ingresan a 3er. año, comenzando por Propedéutica y Semiología Clínica, lo que conlleva que se desenvuelvan en una sala de Medicina Interna: «Poseemos una tarjeta donde aparecen habilidades que debemos ir superando, para enfrentarnos a un examen práctico. Lo maravilloso de esta profesión es su componente práctico, por lo que enseñándonos, ganábamos todos».

Primero se abrió para educandos de Enfermería la alternativa de convertirse en asistentes de esa rama, y después también a los de Medicina se les propuso integrarse. «Se creó una especie de asistente de mayor contacto con los médicos en salas. Al enterarme de ese rol me dije que era lo que quería, así que finalizando agosto me uní a la convocatoria lanzada desde la FEU.

«Una profesora del Hospital Lenin, la especialista en Medicina Interna Ramona Lamorú, a quien conocía de mi rotación allí, me orientó cómo organizar dicha contribución, y el colectivo de esa institución, encabezado por sus directivos, nos recibió y reconoció cuán importante sería nuestro trabajo».

De esa manera surgieron equipos cuyos integrantes fueron reforzando los servicios del Lenin, y como prioridad el Cuerpo de Guardia. Predominaban estudiantes de 5to.año, quienes serán los internos inmediatos y realizarán guardias médicas en breve.

«En mi caso fui a la Sala de Medicina Interna, 6to. B, donde la complejidad radica en que sus pacientes, distribuidos por cubículos, presentan diversas patologías, entre las cuales figura la COVID-19.

«Estudiantes, enfermeras y médicos andamos con sumo cuidado porque tenemos contacto con una persona que ha contraído el coronavirus o se encuentra en etapa pos-COVID-19, pero sin criterio para ingresar en terapia, y luego atiendes a otra que transita por un accidente cerebrovascular, por ejemplo. Es obligatoria toda precaución higiénica. Las guardias las hacemos en dúos; trabajamos 24 horas y descansamos 72».

Todo ha fluido para Dianet Sarahí Peña en esa institución —fundada por el Comandante en Jefe Fidel Castro— que revolucionó la Salud Pública del nororiente cubano en los años 60.

«Hemos notado que el grado de responsabilidad nos ha hecho crecer. Adquirimos conciencia del relevo diario de nuestros compañeros y distinguimos en la disciplina una aliada del cumplimiento. Aunque participábamos en guardias desde primer año, en mi cuarto curso solo consistían en seis horas una vez a la semana. También me han impactado los procederes de Enfermería, poner medicamentos, sondas, hacer una vía, hidratar…

«Por otra parte, me he acercado a las personas ingresadas más allá del rapport médico (una buena relación con el paciente): no hay como vivirlo y estar junto a ellas, independientemente de sus estadios clínicos o su gravedad.

«Me comprometí a hacer para cambiar el panorama epidemiológico y sentí más miedo por mi familia que por mí. Para nada he dejado solos a mi sistema inmunológico y a la vacuna: en el autocuidado está la clave, y empieza desde la prevención».

En la sala de Medicina Interna, 6to. B, del Hospital Lenin, la joven holguinera se ha superado en distintos procederes. Foto: Cortesía de la entrevistada

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