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Los primeros en llegar

Toda Cuba está con Pinar del Río y en especial los contingentes de los «eléctricos», quienes ayudan a devolver paulatinamente un servicio muy demandando en estas horas difíciles tras el paso del huracán Ian

 

Autor:

Dorelys Canivell Canal

PINAR DEL RÍO.— Desde que Yoanny Marín Pérez nació anda sobre un carro de la Empresa Eléctrica de Sancti Spíritus. «Mi padre siempre fue un orgullo para mí, lleva más de 30 años en esto y desde que yo empecé trabajo en su carro. El respeto empieza por casa, y pelea cantidad, pero siempre porque quiere que las cosas se hagan bien y no es solo conmigo, aquellos que ves allí —nos señala a otros dos jóvenes—, son tan hijos suyos como yo. Hasta en Venezuela hemos estado juntos».

Así habla este muchacho de apenas 32 años, castigado por el sol de la tarde, que no pierde tiempo y sigue trabajando. Su padre, Andrés Joel Marín, jefe de una de las brigadas espirituanas que llegó a Pinar el miércoles de la semana pasada, habla con la prensa sin perder de vista a los jóvenes.

«Ahora estamos en el circuito P-523, en el reparto 10 de Octubre y las labores están bien complicadas», dice este hombre que ayer estaba de cumpleaños y es parte de las diferentes brigadas de eléctricos de Villa Clara, Cienfuegos, Granma... que ayudan a devolver paulatinamente un servicio muy demandado en estas horas difíciles.

Andrés Joel explica al detalle que los técnicos hicieron la defectación de las averías y «nosotros vamos detrás resolviendo eso por el circuito primario, para tratar de darle servicio a la mayor parte del reparto, pero primero hay que probarlo y que no nos falle. Después vamos abriendo los transformadores y posteriormente revisamos las acometidas».

Kemel Díaz, otro joven de la tierra del Yayabo, que es técnico de la brigada, asegura
que los circuitos de las zonas rurales son los más críticos. «Es un poste detrás de otro en el piso. Llevamos dos días trabajando aquí y vamos a seguir».

Coinciden en que la hospitalidad de los pinareños no es un cuento de camino: «Casi no me dejan hacer el trabajo. Cada dos minutos me llaman para un poquito de café, una merienda, lo que tengan, menos agua fría te brindan cualquier cosa», dice entre risas.

Hasta levantar el último poste

Cuando Ian cruzaba sobre Pinar del Río, un contingente de cienfuegueros partía para esta occidental provincia.

«Esa noche dormimos en La Habana porque no había paso para acá y el miércoles fue que pudimos llegar», precisa Israel González, chofer de uno de los carros de los cienfuegueros que trabajan en la carretera a La Coloma, también en la cabecera.

Este hombre, que desde hace 15 años para acá ha apoyado a territorios afectados por eventos hidrometeorológicos, afirma que lo encontrado aquí solo se compara con Santiago de Cuba hace unos años, cuando esa provincia fue azotada por el huracán Sandy. «Así y todo creo que hay más daños, más destrozos. Trabajamos en la línea de 33 kV, que es la que alimenta el secundario».

Esta brigada fue una de las que tuvo a su cargo las labores en los campos de pozos de agua que abastecen las conductoras de la ciudad.

«Fue complicado, pero se recuperó esa línea y se hizo una isla para que funcionen con los grupos electrógenos instalados allí. Este es un trabajo lento, la seguridad de los linieros es lo primero; son muchachos muy nuevos, pero están bien preparados», explica.

«No se puede trabajar a lo loco —dice Leandro Pena Quintero, quien labora en la Empresa Eléctrica cienfueguera desde 2015 y es la tercera vez que participa en situaciones de este tipo—. Hay muchos postes partidos, pero hemos trabajado entre 12 y 14 diarias. El domingo nos dieron un chance para lavar la ropa y descansar. De aquí no nos vamos hasta que levantemos el último poste».

A su lado está Ángel Manuel Cabrera, otro joven de 27 años, quien asegura que se ha encontrado en Pinar «un fenómeno muy grande. Esto me ha servido de mucha experiencia, uno aprende y la familia sabe que estamos apoyando, además, nos comunicamos todo el tiempo. Se trabaja lento, pero se aprovecha la jornada y la verdad es que nos han atendido muy bien», señala.

Yoanny (derecha) y su padre Andrés Joel Marín (centro) aseguran que lo importante es la disciplina y seriedad en el trabajo. Fotos: Jaliosky Ajete

 

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