Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La unidad es la fuerza de la Revolución

Desde el Santiago heroico, ante la memoria de los caídos, se convocó a los cubanos a cuidar la unidad más que a la niña de nuestros ojos. Y se confió a las nuevas generaciones, a nuestra combativa juventud, la responsabilidad de garantizarlo

Autor:

Odalis Riquenes Cutiño

En una noche de emociones y alegorías en que conmemoramos el pasado 1ro. de enero el cumpleaños 65 de la Revolución, esa colosal obra de justicia y oportunidades que ni odios ni vendavales han podido derrotar, el General de Ejército Raúl Castro Ruz convocó a los cubanos a cuidar la unidad más que a la niña de nuestros ojos. Y confió a las nuevas generaciones, a nuestra combativa juventud, la responsabilidad de garantizarlo.

Inundado por los sentimientos, el líder de la Revolución Cubana volvió a responder a la orden del Comandante en Jefe y ante el mismo balcón desde el que seis décadas y media atrás se proclamara el triunfo, cual Fidel entonces, conminó a no sobrestimar los éxitos y prepararse para encarar las dificultades con optimismo y fe en la victoria.

Ni agresiones externas, ni los golpes de la naturaleza, ni nuestros propios errores, han impedido que lleguemos a este aniversario 65, recalcó Raúl, y eso ha sido posible, entre otros factores, por el andar apretado del pueblo junto a un Partido, heredero del legado de 155 años de épicas hazañas, que ha sabido ser digno de su confianza y la sabia conducción de Fidel.

Mientras mayores sean las dificultades y los peligros, más exigencia, disciplina y unidad se requiere, insistió el Líder de la Revolución y aludió al concepto de unidad expuesto por Fidel en enero de 2008, que la define en términos de compartir el combate, los riesgos, los sacrificios, los objetivos, ideas, conceptos y estrategias a los que se llega mediante debates y análisis.

La unidad es nuestra principal arma estratégica, que nos ha permitido salir airosos en cada desafío, reiteró el General de Ejército, y el escudo contra el que se estrellarán, una vez más, los planes subversivos del enemigo. No olvidaba sin dudas las lecciones de 155 años de lucha en esta única Revolución, iniciada por Carlos Manuel de Céspedes en 1868, desde cuando son constantes los intentos del enemigo por dividirnos para derrotarnos.

Ahí está la frustración de diez años de lucha a manos de los planes españoles de penetrarnos, intrigarnos, promover campañas contra los jefes mambises, que desencadenaron en la firma del Pacto del Zanjón, para mostrarnos por qué es imprescindible desterrar cualquier grieta de nuestros afanes.

Por suerte también la historia nos da cuenta del incansable esfuerzo martiano para consolidar el andar concertado de los patriotas mientras organizaba la Guerra Necesaria. «A un plan obedece el enemigo, refería el Apóstol, el de enconarnos, dispersarnos, dividirnos, ahogarnos. Por eso obedecemos nosotros a otro plan: enseñarnos en toda nuestra altura, apretarnos, juntarnos, burlarlo… Plan contra Plan».

Esas razones asistían también al General de Ejército cuando desde el parque Céspedes nos recordó que la historia nos ha enseñado con creces a dónde conducen la resignación y el derrotismo y convocaba a no limitarnos a resistir.

Vamos a salir de estas dificultades como lo hemos hecho siempre, ¡combatiendo!, con la misma decisión de Baraguá, del Moncada, del Granma, de Girón y con las firmes convicciones que nos inculcó el Comandante en Jefe, aseveró Raúl.

Únicamente entre todos y trabajando duro podremos superar las actuales dificultades, dejaba claro el General de Ejército y en ese todos ratificaba la confianza de la Generación Histórica en quienes ocupan hoy cargos de dirección, desde los más altos niveles hasta la base, a quienes conminó a justificar con soluciones realistas, alejadas de la rutina y la insensibilidad, la confianza y el respaldo del pueblo.

En un día significativo para la Patria, Raúl convocó especialmente a los revolucionarios, esos a los que la Revolución convirtió en dueños de sus destinos, a sumarse de forma consciente y responsable al impostergable empeño de avanzar en la productividad, orden y eficiencia necesarios.

Con la autoridad del hacedor de la historia que aún sigue con el pie en el estribo, instó a desplegar esa vocación de andar juntos, apretados, que sustenta nuestra fuerza y que extrajimos de la propia historia como bastión de nuestra capacidad de resistir y vencer.

En la Revolución Cubana ha tenido cabida cada patriota sincero, con el único requisito de estar dispuesto a defender sus conquistas, recordó Raúl, y enfatizó en la tradición de un Partido que se forjó ajeno a autoritarismos, debatiendo, escuchando y dándoles participación a cuantos estén dispuestos a sumarse a la obra común con lealtad y compromiso.

Contaba igualmente con el perenne abrazo entre los protagonistas del ayer y los pinos nuevos que es el mejor de los símbolos de la continuidad de la obra revolucionaria. Inspirado por la gloria de nuestro devenir de entrega y hazañas habló en ese propio escenario el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, al reiterar que la Revolución somos todos.

Ante los fundadores de esta colosal obra, los que la han traído invicta hasta nuestros días, Díaz-Canel ratificó el compromiso de cambiar todo lo que tenga que ser cambiado, sin renunciar a un solo principio de la Revolución.

Y coincidía con el General de Ejército cuando afirmaba que solo la unidad en torno al Partido y la Revolución permitirá preservar la nación y las conquistas económico-sociales. Esa certeza, en el año 66 de la Revolución, da las fuerzas que oxigenarán el avance hacia nuevas y desafiantes metas.

Desde la lealtad a la herencia de la unidad, el Presidente cubano dijo que hoy estamos convocados a salvar la dignidad del futuro, evitando el error y empeñados en el acierto, e instó a poner toda la inteligencia y creatividad que nos distinguen y desplegar el máximo esfuerzo en función de resultados positivos inmediatos.

La entrega de los próceres y sus continuadores continúa calando profundamente en los más jóvenes, esos que ponen hoy el pecho a las balas de la guerra económica convencidos de que se puede derrotar a un mismo tiempo la agresión externa y los frenos internos.

El Jefe de Estado manifestó que la actual dirección asume el compromiso consciente del riesgo que implica cualquier cambio en un país bloqueado con saña y en un contexto internacional minado por la incertidumbre, y demandó el levantamiento del bloqueo. Pero si la guerra económica persiste, enfatizó, este país cuenta con la dignidad, el talento y la voluntad suficientes para levantarse con sus propios esfuerzos por encima del cerco y salvarlo. ¡No será en un día, pero lo haremos!, sentenció.

Desde el Santiago heroico, ante la memoria de los caídos, Cuba también suscribió la convicción de seguir todos unidos y leales a esa herencia de unidad que es la fuerza de nuestra invicta Revolución.

Son tiempos de andar juntos y apretados para demostrar que sí se puede y que siempre se podrán enfrentar las dificultades y vencerlas. Foto: Abel Rojas Barallobre

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