Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Políglota

Autor:

Celima Bernal

Hoy quiero hablar de algo que nada tiene que ver con la gramática ni con la redacción ni con la ortografía, pero sí con la lengua.

Siempre me he preguntado qué razones existen para que se adopten esos acentos extraños, esas entonaciones raras, que muy libremente llamo: «de aeropuerto» y «de hotel». La primera fue descrita por alguien como si, al hablar, se usara una pinza de tender ropa en la nariz. Es ese que acompaña a: «Señores pasajeros, el vuelo 339 saldrá para Madrid dentro de treinta minutos». Nunca he podido imitarlo. Supongo la desesperación de las muchachas que aspiran a una plaza frente a esos micrófonos, para ensayar el tono hasta conseguirlo. No crean, resulta más difícil que una carrera universitaria.

El otro es el de los hoteles y muchos centros laborales. Este parece emitido por habitantes de otro planeta, o como si estuvieran intentando evitar un inminente estornudo: «Le transmito a la habitación dos, uno, cero, dos» o «Le comunico con la operadora». Dista mucho de la manera de hablar de los seres humanos.

Lo que me extraña es que la locutora de Etecsa, Ana Margarita Gil, mi querida y admirada amiga, no ha cambiado ni un ápice su bella voz, su correcta y normal entonación, para informarnos que «la línea está ocupada» o que «ese número no pertenece a ningún abonado». ¿Quién obliga a los demás a cambiar su modo de hablar, y por qué? De verdad, no sé a ustedes, pero a mí me parece cosa de película del sábado.

La respuesta de hoy

Una lectora, deseosa de mantener el anonimato, me pide: «Hable del milagro, pero no del santo». Le contesto con otra frase hecha: «Por el hilo van a sacar el ovillo». En fin, ella y su jefe discutieron a causa de una palabra: políglota. Es de género común, y significa persona versada en varias lenguas, y poligloto (ta) o polígloto (ta) lo escrito en varias lenguas. Ya ve, fue una discusión inútil. Recuerde que en cuestión de disputas, generalmente gana quien pierde.

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