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Da Vinci en La Habana

El Museo de las máquinas y las invenciones del genio del Renacimiento donó a Cuba una exposición en la que se puede interactuar directamente con sus creaciones

Autor:

Aracelys Bedevia

De loco habrían tildado a quien dijera hace cientos de años que Leonardo da Vinci llegaría a La Habana del siglo XXI para quedarse definitivamente en el Salón Blanco del Museo de Arte Sacro, de la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, antigua iglesia fundada el 18 de enero de 1575. Desde el pasado jueves el connotado artista, científico, investigador e inventor visionario dialoga con el público cubano a través de unas cien piezas construidas, bajo la supervisión de especialistas, por artesanos de su ciudad natal, a partir de los planos originales de los diseños contenidos en los Códigos del genio del Renacimiento.

La exhibición, patrocinada por la fundación italiana Anthropos y organizada en Cuba con la colaboración de la Oficina del Historiador de La Habana, permite interactuar directamente con las máquinas diseñadas por este ingeniero y adentrarse en campos de estudios tan disímiles como la anatomía, la mecánica o la dinámica.

Se trata de un evento sin igual, un viaje al pasado con toques de modernidad. Las reproducciones realizadas fundamentalmente en madera, cuero y lienzo dejan ver de manera clara que los materiales de la época no fueron un impedimento para Da Vinci, quien concibió mecanismos que en la actualidad no serían imaginados sin la presencia del metal o el plástico.

Es visible la inquietud de Leonardo por el movimiento, llegando a decir que el carro de ruedas fue el más grande invento del hombre. Probablemente haya arribado a esa conclusión intentando crear algún artefacto que permitiera lo mismo sin el uso de la rueda, proyecto bien difícil de llevar adelante hasta en los tiempos actuales.

Quizá en el intento de lograr tal propósito creó su vehículo autopropulsado: un coche de madera accionado por la interacción de muelles con ruedas dentadas y que el público podrá apreciar y palpar.

Entre tantas concepciones y mecanismos está la propuesta de Da Vinci de lo que sería la ciudad ideal. Viviendo en una Milán asolada por la peste, él imaginó una urbe más eficiente, a la cual estaría orgulloso de llamar hogar. Su arquitectura posee un alto grado de detalle y tiene incluso establos para caballos con tomas de ventilación para la entrada de aire fresco. Cuentan que para desconcertar a los modernos milaneses, no incluyó una parcela para un campo de fútbol.

Sobresale igualmente el traje de buceo, acoplado a una manga de aire y a una campana que flota en la superficie. Adjunto a este se aprecia una pequeña bolsa para que el submarinista pueda orinar en ella.

Loable resulta la iniciativa de mostrar físicamente estas obras del autor de La Gioconda y La última cena, en tanto ayudan a entender a un público muy amplio al que se le hace difícil descifrar los dibujos y las notas originales, aun cuando puedan verlos en algún libro facsimilar o en Internet. Sin embargo, algunas de las piezas bien podrían haberse acercado más al diseño planteado por el también filósofo, botánico, anatomista y poeta para dar, por ejemplo, la ligereza de las alas para volar, la flexibilidad de la catapulta o la homogénea forma helicoidal de un tornillo de madera, entre otros detalles.

No obstante, esta exposición resulta un excelente punto de partida para quien desee adentrarse en el estudio de la obra de Leonardo, que seguirá revelando conocimientos y una asombrosa imaginación para aplicar las leyes de la Física con sencillez y eficiencia, como en el puente de ensamblaje rápido, que no ha sido superado por ningún otro en simplicidad y uso práctico.

La diversidad de objetos que se exponen confirma la capacidad del maestro nacido en Florencia de crear constantemente, lo cual quedó plasmado en sus códigos. Acompañan a estas obras, mesas explicativas confeccionadas en seis idiomas, paneles ilustrativos y didácticos; multimedias pedagógicas y copias de los Códigos, dibujos y diseños más famosos.

El genio de Leonardo da Vinci, título de la exposición, es fruto del intercambio cultural entre Italia y Cuba, intensificado en los últimos años con nuevos convenios de colaboración, según afirmó Marco Baccin, embajador de Italia en el Archipiélago. Esta colección fue donada al país y contiene un mayor número de piezas que sus similares en otras naciones. Puede ser visitada en los horarios de 9:30 a.m. a 5:00 p.m.

El genio... posibilita la aproximación a la obra de un hombre que trascendió todos los tiempos y dejó para la posteridad una impresionante cantidad de diseños, que anteceden a muchas de las invenciones de nuestros días.

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