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Ficción y realidad: mundos cercanos

Juventud Rebelde publica en dos partes la entrevista online realizada recientemente a parte del equipo de la popular telenovela En tiempos de amar, que ahora transmite Cubavisión

Autores:

José Luis Estrada Betancourt
Alejandro A. Madorrán Durán

Lo conocieron gracias a JR. Por eso después de más de 60 capítulos, los lectores aplauden a la Casa Productora de Telenovelas por haber tenido la idea de concebir de un modo diferente En tiempos de amar, el dramatizado que los lunes, miércoles y viernes en la noche los lleva a sintonizar Cubavisión. El «trasiego» de información se produjo recientemente por vía online entre ellos, el director y algunos de los principales actores de la gustada propuesta de factura nacional. Fue justamente con el máximo responsable de la realización, Ernesto Fiallo, con que consiguieron ciertos pormenores.

«La iniciativa buscaba llevar adelante una producción en la que interviniera un grupo de   experimentados guionistas capaces de realizar, de manera más expedita, una obra factible. Así se eliminaban las demoras que en ocasiones trae aparejada la escritura en solitario y se explotaba al máximo el trabajo del colectivo que, como regla, conlleva al enriquecimiento de la obra en cuestión», explicó quien está al frente de proyectos como Somos familia, El selecto club de la neurona intranquila y La liga juvenil de la neurona intranquila, junto a Gustavo Fernández-Larrea.

Realmente a Yia Caamaño, la Elena de En tiempos..., le encantó el guion desde que le cayó en sus manos, según le dijo a la legión de seguidores que tiene en internet, seguramente por lo «mala» que es. Justo César Valdés (Raulito), en tanto, cree que la historia ha pegado, entre otras razones, porque tiene como trasfondo «una experiencia general del cubano de hoy: muchas personas me han comentado en la calle que qué bueno que se toca el tema de la vivienda, con el cual se sienten tan identificados».

«Sin duda, cada escritor parte de sus propias vivencias, pero ya sabemos que la vida real es mucho más rica que la ficción, incluso la supera», considera Maikel Amelia (Laura), la protagonista (Tras la huella, Santa María del Porvenir). Sin embargo, una y otra vez los televidentes reclaman que la telenovela criolla sea casi un calco del día a día del cubano. Por esa razón, en el cajón de texto de nuestra página web aparecieron interrogantes como: ¿Se asesoraron sobre los temas relacionados con el derecho y la vivienda? ¿Será que no quieren buscarse problemas los guionistas? ¿Estudiaron cómo son los procedimientos para entrar a trabajar en el turismo?

«Aunque es ficción —insistió uno de los que decidieron entrevistar—, no se puede poner en pantalla hechos que no son reales, como que en un hotel del turismo entre a trabajar una persona que cumplió prisión, o que se lleve a trabajar allí a un       desempleado que no ha estado en la bolsa de trabajo del sector ni se le ha hecho una rigurosa investigación».

A esas preguntas respondió Fiallo: «Desgraciadamente continuamos exigiéndole a la telenovela lo que tendríamos que exigirle a otros espacios. Es ficción y tiene necesidades obvias que hacen que la realidad sea revalorada en función de la historia. Es una “necesidad”, por ejemplo, que el Licenciado entre a trabajar en el hotel, así que esa licencia debe ser tomada para lograr un cambio en la vida de los personajes y la trama…  Una y otra vez surge el debate entre ficción y realidad, pero si nos aferramos a la realidad, la telenovela duraría un capítulo».

Y como era de esperar, no pocos salieron a la «defensa» del equipo convocado por JR de En tiempos..., como aquel que «protestó»: «¿Hasta cuándo vamos a estar criticando todas las novelas que nuestros escritores, directores y actores nos traen a la pequeña pantalla, es que acaso algún crítico se atreve a realizar una novela sin detalle alguno que la empañe?».

Gratamente sorprendida por esa reacción, Yia sintió que el cibernauta que llegó en «auxilio» curiosamente expresaba justo su criterio. «Las justificaciones no valen, pero no voy por ahí, nadie se imagina lo difícil que es hacer televisión, técnicamente; las carencias que sufren algunas producciones, las condiciones de los estudios. Sin embargo, aprecio la condescendencia que existe de nuestro público con las producciones extranjeras y cómo puede asumir las realidades inventadas y las realidades que todos sabemos que no son totalmente así. Pero nadie las cuestiona, porque “esas cosas solo pasan en las telenovelas”».

A pesar de las «críticas», la mayoría de los que respondieron con calor al llamado del diario se mostraron muy curiosos por saber cómo los actores concibieron sus personajes.

«En realidad —esclarece el director— constituyó un proceso que trabajamos de colectivo y cuyo objetivo era acercar la vida real y sus conflictos a los personajes. Lo que se ve en la pantalla son problemas humanos universales ubicados en la Cuba de hoy».

«Todos los personajes son  ficción, significó Justo César, pero si miramos a nuestro alrededor siempre encontrarás un adolescente que se le revira a su madre, a pesar de que ella, por tener más experiencia, solo quiere que estudie algo que le funcione, profesional o económicamente en el futuro, pero a veces sucede, como le pasa a mi personaje en particular, que para el muchacho esa opción, sencillamente, no es de su interés, no es de su preferencia, ya que tiene un punto de vista diferente».

No es muy distinta la «receta» de Roxana Broche. «Un actor no solo debe acudir a sus propias vivencias, dice, sino enriquecerse de su alrededor y de las concepciones de aquellos cuyas vidas corresponden con las que el guion en mano plantea. Cada personaje de la telenovela, aun con sus particularidades, los vemos día a día en las calles, caminando a nuestro lado, en las paradas de ómnibus, en las escuelas, en las universidades, en todo tipo de ambiente social. La novela refleja un mundo que no es lejano a ninguno de los participantes de este proceso, ni a los espectadores, ni a los responsables de su puesta en pantalla.

«Les cuento que mi Alina fue concebida a mitad: a partir de mi propia vida y las de aquellos jóvenes que me rodearon en el preuniversitario y secundaria básica, que sí fueron testigos de la partida de sus padres a misiones y cuyas familias los vieron como una carga, los que fueron rechazados por su orientación sexual o por no ser muy agraciados, o tal vez por no ser portadores de los signos de la moda en un tiempo determinado. En todos esos casos la soledad se convierte en una aliada. Es difícil que un ser humano no la sienta alguna vez.

«También conocí del bullying escolar, por tanto Alina para mí es como una especie de personaje protesta, ya que en su momento no pude o no tuve tal vez la inteligencia para reaccionar ante ese acoso, ese maltrato, o defender a alguna víctima. Ahora, por ser actriz, tengo la responsabilidad de expresar mi punto de vista... Después de cierto tiempo entendí que cada actor es la voz de miles de voces que no tienen la oportunidad de hablar.

«Poco a poco fui tejiendo un personaje con el cual el público se identificara y rechazara la manera de tratar a aquellos que por algún motivo la sociedad siente que son diferentes, anacrónicos.

«Nunca quise que me arreglaran el cabello, que me quitaran los aparatos o que se me maquillara demasiado. Muchas personas en la calle, cuando me reconocen, se asombran y se preguntan por qué salgo tan desarreglada en la telenovela, si en la realidad soy todo lo contrario. Y es que esa es la vida real. En la vida real no todos somos ni pensamos igual, por tanto la tolerancia y la aceptación deben abrirse paso. La belleza no se manifiesta de una única forma, todo posee belleza. En eso más que en otra cosa debemos pensar quienes ahora integramos la sociedad».

UNA NUEVA EXPERIENCIA

Los muchos admiradores de En tiempos de amar también se interesaron por cómo se llevó adelante la dirección de actores, la cual quedó en las manos de Julio César Ramírez. Como ya ha dicho Fiallo en otras ocasiones, se trata de una nueva experiencia que se puso en práctica con la telenovela de turno, porque anteriormente esta responsabilidad también recaía en el director general. «Fue un proceso intenso, porque teníamos que trabajar el melodrama y resaltar de la manera más efectiva todos sus códigos, pero creo que valió la pena. Sin duda, los actores se sintieron muy bien con este otro modo de trabajar».

Para Yia, resultó muy bueno y didáctico. «Tuve la posibilidad de ser dirigida por tres excelentes directores, muy diferentes entre sí, pero que se complementaban perfectamente; algo que pienso se nota en En tiempos de amar».

Justo César, por su parte, agradece ese contacto cercano que se produjo con el director de Teatro D’ Dos. «Se realizó un trabajo intenso, se ensayaron las escenas más importantes de cada personaje, cada situación de la novela. Cuando creía que había escenas que no tenían tanto peso, él me hacía cambiar la óptica... Nos ayudó desde la teoría en la «pre» de la telenovela, a encontrar una gestualidad o un comportamiento en particular de nuestros personajes. A la hora de grabar en el set estaba pendiente del detalle, de la terminación de un texto, de una mirada dentro de la trama... A mí, en lo personal, me aportó mucho».

Lo mismo asegura Maikel Amelia. «Fue maravilloso compartir tantos momentos de creación a su lado en el período de ensayo y durante el rodaje. Su guía fue imprescindible todo el tiempo».

Justo César Valdés (Raulito) y Roxana Broche (Alina) también respondieron las preguntas de los internautas.

 

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