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El libro enseña a amar lo bello

Gilma Guerra Suárez ama su profesión de bibliotecaria y a los libros porque prepara a los docentes y alumnos para que puedan acceder a la información, y adquirir nuevas destrezas de modo que puedan solucionar problemas y resolver asuntos importantes en el trabajo y en su vida diaria

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Graduada en Licenciatura en Educación (Idioma Ruso), las circunstancias de la vida llevaron a Gilma Guerra Suárez a terminar el técnico medio en Bibliotecología en 1989, una profesión que luego empezó a amar de tal manera que sintió la necesidad de superarse (se hizo Máster en Ciencias de la Educación) para después de ejercer como bibliotecaria y profesora de dicha especialidad, desempeñarse, desde hace casi diez años, como Metodóloga Provincial de Bibliotecas Escolares, en Camagüey.

«La licenciatura en Ruso me ayudó a encaminarme hacia esta otra carrera, porque me puso en contacto con la fabulosa literatura rusa y la soviética, muy rica en conocimientos. Comencé a leer con las novelitas rosas, que me crearon un hábito que luego se convirtió en adicción a medida que fui encontrándome con los clásicos», cuenta Gilma.

«Llegó un momento en que no podía pasarme un día sin que tuviera un libro en la mano y el colmo de la felicidad se produjo cuando me adentré en los estudios de Bibliotecología y fui descubriendo a través de miles de páginas fantásticas la historia de la humanidad. No lo dudé cuando elegí esta nueva profesión y no me arrepiento: trabajar para otros es estimulante, aunque me duele que no se reconozca del todo nuestro trabajo en muchas instituciones educativas.

«Me encanta ese pensamiento de Fidel, quien fuera un lector voraz, que habla de la significación de la labor que realizamos: “Leer es una coraza contra todo tipo de manipulación. Moviliza la conciencia, nuestro principal instrumento de lucha frente al poder devastador de las armas que posee el imperio, desarrolla la mente y fortalece la inteligencia, del mismo modo que caminar fortalece los músculos de las piernas; estimula el sentido crítico y es un antídoto contra los instintos egoístas del ser humano”.

«Amo esta profesión porque preparamos a los docentes y alumnos para que puedan acceder a la información, para que adquieran nuevas destrezas que le permitan evaluarla y aplicarla, de modo que puedan solucionar problemas y resolver asuntos importantes en el trabajo y en su vida diaria».

—¿Qué papel desempeña una bibliotecaria escolar en el siglo XXI?

—Más que nunca los bibliotecarios escolares deben trabajar para demostrar su valor a los estudiantes, educadores, padres; para aumentar la conciencia pública sobre el impacto de los servicios que ofrecen que pueden  transformar la vida de las personas en las comunidades a las que sirven de manera continua. Está claro que la sociedad se ha transformado y con ella las necesidades de la información de los estudiantes y educadores, tanto dentro del entorno académico, como en su día a día como ciudadanos.

«Son grandes los desafíos que debemos enfrentar como profesionales, pues se tiene la percepción de que los libros, las bibliotecas y los bibliotecarios ya no son esenciales, porque existe  internet. La biblioteca tiene el reto de incorporar las nuevas tecnologías a sus procesos y con el apoyo de estas ofrecer los servicios y programas que la sociedad necesita y espera.

«Es esencial cambiar la visión de la biblioteca escolar: que en verdad se integre totalmente al proceso docente educativo como el espacio para el desarrollo de los contenidos curriculares, habilidades y estrategias de aprendizaje, para lograr ese imprescindible enriquecimiento cultural».

—¿Cómo desarrollar la curiosidad e imaginación, el amor por la lectura?

—Desde temprana edad el libro debe acompañar al ser humano, ampliar sus horizontes, acercarlo a los grandes héroes y despertar el deseo de imitarlos; el libro enseña a amar lo bello. La escuela tiene la obligación de enseñar a las nuevas generaciones a extraer los conocimientos de los libros, a cultivar la pasión por la lectura, mientras los maestros, bibliotecarios y las familias deben ser ejemplos de lectores constantes.

«Si queremos lograr que nuestros alumnos sean buenos lectores, debemos sugerirles la lectura lo más pronto posible en su proceso de formación. Pero no podemos olvidar que solo se puede enseñar aquello que bien se conoce, por lo que es preciso estudiar la literatura destinada a los niños y adolescentes, encontrar la metodología para crear una motivación verdadera que los conduzca hacia aquellos textos que los entretengan y regocijen y que contribuyan a una sólida educación intelectual, moral y estética».

—¿De qué manera la biblioteca escolar se conecta con el plan de estudios en la actualidad?

—Satisfacer las necesidades de los usuarios es la principal razón del bibliotecario, por lo que su labor debe estar en función de resolver las necesidades educativas de docentes y alumnos, ya sean colectivas o individuales, y por otra parte trabajar por enseñar el uso y manejo de la información de manera que su trabajo se integre plenamente a todas las actividades de la escuela. Que el maestro sea capaz de decir qué quiere, cómo y cuándo, para tenerle en tiempo la documentación requerida, mientras que los estudiantes puedan realizar sus tareas, seminarios, trabajos prácticos y desarrollar ejercicios de cada asignatura o que simplemente vayan a leer motivados por los docentes.

«Para ello es importante: primero, que las enseñanzas reconozcan a la biblioteca escolar como parte inseparable de su función docente para el aprendizaje, ampliación de conocimientos y amor por la lectura; segundo, que se identifique a la biblioteca como parte esencial de ese centro cultural que debe ser la escuela dentro de la comunidad; tercero: que se delimiten las funciones de cada órgano técnico de la escuela en apoyo al trabajo de la biblioteca.

«Los cambios operados en los currículos y en la organización escolar, junto a los diferentes programas de la Revolución que hoy actúan en la escuela, así como el creciente trabajo de investigación que se viene desarrollando, implican una modificación en toda la actividad docente educativa, a la vez que demandan de la biblioteca escolar un papel más activo en este proceso con la incorporación de nuevas formas de trabajo.

«No queda otra alternativa que hacernos cada vez más imprescindibles, porque en verdad lo somos cuando se habla de ciencia y cultura general integral en la educación cubana. Demostremos que el bibliotecario es el eje de la ciencia que se genera en la escuela. Felicitemos a todo el personal bibliotecario en su día, algo que a veces se olvida, y ¿por qué?».

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