Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Pactos para sobrevivir

Escrita por el dramaturgo catalán Josep Maria Miró y dirigida por Abel González Melo, El principio de Arquímedes es la propuesta de estreno que continúa cautivando al público en la sede de Argos Teatro

Autor:

Lourdes M. Benítez Cereijo

¿Un beso es siempre algo inocente? La pregunta conmueve, inquieta. La pregunta traza un derrotero, en tanto la respuesta esquiva, se vaticina tan preocupante como liberadora. Sobre esas claves se mueve la obra El principio de Arquímedes, que escrita por el dramaturgo catalán Josep Maria Miró y dirigida por Abel González Melo, continúa cautivando al público que llega hasta la sede de Argos Teatro para reflexionar, pensar y, sobre todo, sentir.

Para explorar algunas interioridades de la puesta, Juventud Rebelde dialogó con el equipo que intervino en el montaje. Fue su director, el dramaturgo Abel González Melo (Chamaco, Talco, Epopeya), quien gentilmente nos abrió las puertas de Argos Teatro para descubrir esas esencias que van más allá de los ojos.

«Pienso que lo más contemporáneo de este texto es el modo en que se sumerge en las tinieblas del presente: cómo nos enfrenta a un mapa humano lleno de abismos y contradicciones. El público asiste a una historia que, como ocurre con los clásicos, aunque ha sido escrita por un autor catalán, habla de nosotros, de nuestros miedos y vacíos, y de la urgencia de pactos que nos permitan sobrevivir.

«Es sumamente provocador, no solo por el asunto que enfoca —un suceso aparentemente inofensivo que desata una espiral incontrolable de consecuencias—, sino, sobre todo, por la riqueza de su innovadora estructura, que emplea la fragmentación, la temporalidad, la repetición, y que maneja de forma magistral la recepción. Conseguir que el relato escénico vaya descubriendo las claves de la dramaturgia con mesura y belleza, que el elenco esté vivo, reaccionando en presente ante todo lo que les ocurre dentro del vestuario de un club de natación, ha sido el reto principal», comentó González Melo sobre El principio de Arquímedes, que le valió a su autor el Premio Born de Teatro 2011, calificó como finalista al Premio Max al mejor texto teatral 2012 y ha tenido una exitosa trayectoria luego de haber sido presentada en importantes plazas teatrales.

Yailín Coppola, Alberto Corona, Amaury Millán y Frank Andrés Mora conforman el elenco de la puesta, que además contó con el apoyo del escenógrafo Omar Batista, las luces de Jesús Darío Acosta y la música de Denis Peralta.

De los actores

Muchos desasosiegos contiene Anna, el personaje asumido por Yailín Coppola. Para ella, cada proceso es un nuevo aprendizaje, un nuevo universo. En esta ocasión interpreta a la directora de una escuela de natación, espacio donde se desarrolla la trama. «Anna tiene un dolor latente por la pérdida de su hijo y carga entonces con una interrogante de por vida: “No hay ni un solo día que no piense por qué no supe verlo y, sobre todo, por qué no pude evitarlo”. Ese dolor es lo que la lleva a dudar frente al conflicto que propone Miró.

«Hemos trabajado en equipo, aportando soluciones, ideas. Han sido días muy duros e intensos. Abel González Melo nos ha regalado la oportunidad de realizar este espectáculo y nos ha liderado con buen gusto y profundidad», aseguró.

Sobre la participación en la obra también habló Alberto Corona, quien da vida a Jordi, un ser que se acerca mucho a su  personalidad: alegre, rebelde, cariñoso, divertido. Él se ve atrapado en una situación extrema que el actor trató de imaginar para interpretarla, lo cual implicó un gran reto.

«La duda que se genera a su alrededor puede conducir al fin de su vida. He podido conocer y dar vida a una persona que ama y disfruta trabajar con niños: estos aportes son vitales, ya que nunca se alejarán de mí. Mi participación ha sido intensa desde el comienzo del proceso de montaje, he entregado cada gota de mi talento, inteligencia y conocimiento del arte teatral, que nunca son suficientes.

«Ahora en las funciones intento vivirlo en presente, siempre con verdad y fe en ese hombre que encarno, el excelente Jordi que escribió Josep Maria Miró y que Abel ha tejido de manera sutil en su montaje. Ningún ser humano está exento de encontrarse en algún momento en la situación de Jordi, en ese tormento que genera la duda», refirió Corona.

Amaury Millán admira los muchos valores del texto, que reúne roles sicológicamente muy complejos. Su Héctor «afronta la incertidumbre de tener que decidir entre apoyar al compañero o no. Si lo apoya se desata una tormenta desfavorable en su vida, y si no, pudiera salvarse pero estaría haciendo algo sentimental y éticamente incorrecto. Es una situación muy común, pero justamente por eso compleja e interesante. Así son los personajes de Miró y es lo que hemos tratado de reflejar en la puesta, bajo la guía de González Melo.

«Lanza preguntas a los espectadores en forma de una historia que trata sobre ellos mismos, sobre su interior; ha sido un proceso formador en mi carrera, importante e intenso. Hemos trabajado como una maquinaria ajustada, donde cada miembro aporta a la labor del otro. Mi resultado aquí es producto de todos», explicó.

El cuarto de los personajes que interviene en El principio de Arquímedes se nombra David, interpretado por Frank Andrés Mora. Su labor fue compleja, sobre todo desde el punto de vista sensitivo, porque aún no es padre, de modo que las ideas en su cabeza partieron de lo que imaginó podría pasarle en caso de tener hijos.

Compartir la escena con Yailín Coppola fue para él una oportunidad de lujo, «porque resulta una de las actrices más completas de nuestro teatro. Ella, junto al texto, me llevó de la mano en la escena. Ser parte de esta pieza magistral es todo un honor, donde nada, absolutamente nada, sobra.

«Cuando te llegan estos libretos solo puedes agradecer infinitamente y poner todo el empeño. Por supuesto que la mirada certera y el buen gusto de nuestro director complementan el trabajo. Es un placer crear bajo su tutela. Me siento en las nubes con este proyecto», precisó a JR el joven actor.

Necesarios apuntes

Asegura Abel González que dirigir constituye «un ejercicio afinado de dramaturgia: escuchar, componer, seducir, con la responsabilidad que conlleva fijar el pulso de un equipo, decidir las opciones escénicas y los comportamientos de los personajes para que el público reciba una historia íntima, particular, real», aspectos que ha aprendido apreciando el desempeño del premio nacional de Teatro Carlos Celdrán, quien, «como el maestro grande y generoso que es, ha impulsado y apoyado siempre el desarrollo de jóvenes directores en Argos».

El reconocido autor cubano afirma que se identifica con la labor de Josep Maria Miró «por su capacidad para perturbar desde lo no dicho, lo intuido, lo latente. La hondura con que cartografía el mundo contemporáneo: el auge del moralismo, la propagación desorbitada de la calumnia, la mediatización del desastre humano… Me encanta la altura de sus diálogos que aspiran a un espectador siempre cómplice. Lo que más valoro es el poderoso sustrato ético que rehúye de dogmas y verdades absolutas.

«Siento que compartimos inquietud ante nuestro tiempo y nos valemos del teatro para compartirla con los otros. Nos unen la preocupación ética y la confianza en la palabra y la escena como vertebradoras de pensamiento y acción».

Al ser interrogado sobre la producción cubana, Josep Maria Miró (La travesía, Tiempo salvaje, Umbrío, La mujer que perdía todos los aviones) afirmó, en exclusiva para nuestro diario, sentirse feliz, pues apreció una dirección con pulso, sensibilidad y talento.

«No hay ni un solo aspecto del montaje que no se note que ha estado pensado al detalle y siempre al servicio de la historia. Siento que ha caído en manos de un equipo excelente. Lo que más me emociona es cómo cada geografía hace suyo el texto, con las particularidades, conflictos y necesidades teatrales de su realidad. Sentí vibrar el público. Creo que el texto llega a Cuba en el momento pertinente para que esta historia sea contada. Solo puedo estar feliz y agradecido.

«Abel es un hombre de teatro que huye de las pirotecnias y los efectismos para buscar la teatralidad y, sobre todo, el compromiso con el texto. Cuenta aquí con la complicidad de cuatro excelentes actores con una entrega absoluta y dotados todos ellos de talento», agregó.

Josep Maria, a quien estuvo dedicado el reciente encuentro artístico-pedagógico Espacio ITI se dice afortunado por poder acercar su teatro a la Isla y, al mismo tiempo, conocer nuevas voces locales o acercarse a nombres consolidados. «Para mí el teatro es un espacio de ampliación del conocimiento y de aquellas interrogantes que uno se formula y que se relacionan con el tiempo que nos ha tocado vivir.

«Llegué con una maleta con sobrecarga de los libros que presentábamos para poder garantizar el evento (traía varios ejemplares). Siento que me voy con una maleta con una sobrecarga mayor, pero ahora de un intangible fruto de esta experiencia tan estimulante».

 

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