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Mensajes cifrados

Imaginación, belleza y sentido parecen cifrados en los videos nominados como los mejores del año para los Premios Lucas

Autor:

Joel del Río

Imaginación, belleza y sentido parecen cifrados en los videos nominados como los mejores del año para los Premios Lucas. Esbozo a continuación algunas singularidades de la actual temporada: no es tan frecuente que dos videos netamente coreográficos, como Mambo No. 0 (Toques del Río) y El buey cansao (Harold López Nussa junto con Cimafunk) acaparen el mayor número de nominaciones (nueve y ocho, respectivamente). Al parecer, los jurados votamos también, al final de un 2020 jodido en tantísimos aspectos, por la ligereza inspiradora, la sensualidad y la alegría.

También destacó la fusión como género musical capaz de inspirar obras de excelencia, pues aportó cuatro de los siete nominados entre los más sobresalientes. A los dos mencionados antes se suman Un hombre se levanta (The Real Project con Polito Ibáñez) y Reflexión (X Alfonso), con seis nombramientos el primero y ocho el segundo. El pop-rock y la música instrumental tributaron, sorpresivamente, el resto de los videos que alcanzaron cinco o más posibilidades de resultar vencedores: El punto cubano (David Blanco e invitados), Why Not (Carlos Varela), Cámara lenta (Buena Fe) y Casa gris (Frasis).

Y como los Premios Lucas reconocen sobre todo la riqueza y novedad de la realización audiovisual —aunque algunos sigan pensando que se trata solo de un concurso de popularidad—, entre los lauros más significativos se confiere aquel que reconoce a los mejores realizadores. Este año fueron elegidos los consagrados Alejandro Pérez (El punto cubano), Joseph Ros (Mambo No. 0) y X Alfonso, que dirige su propio tema Reflexión, mientras que Leandro de la Rosa fue excluido de esta relación, a pesar de que su Cámara lenta figura en cinco importantes categorías. Asimismo, lograron insertarse, con toda justicia, José Rojas, gracias a Casa gris, además de dos tríos que demostraron las virtudes del trabajo en conjunto: Daniel Santoyo, Mauricio Llópiz y Camilo Suárez, por Un hombre se levanta; y los también reconocidos diseñadores Raupa, Mola y Ponce, por el retro-futurista El buey cansao.

Con una brillante edición de Daniel Diez Jr., y los cortes acompasados al ritmo trepidante, en medio de un rítmico festín, muy pop, de colores brillantes y sugerentes citas, Mambo No. 0 le confiere otra posibilidad de lucimiento a la actriz Yessica Borroto, que remeda, con muchísima gracia, a la Uma Thurman de Kill Bill. El espléndido resultado tiene que ver también con la bien pensada caracterización de las bailarinas, y de los músicos, todos muy bien integrados a una trama carnavalesca y paródica, dominada por el alborozo y la gallardía.

La versión de Cimafunk y Harold López-Nussa sobre el clásico vanvanero El buey cansao fue ambientada en el futuro, año 2220, en el cual aparecen tres bailarinas robóticas, que teletransportan un VHS para mostrárselo a una suerte de reina que permanece de espaldas, hasta el final. Con una portadilla gráfica que es pura nostalgia ochentera, el VHS emite radiaciones de las cuales brota una efigie de Juan Formell, y luego aparecen el antiguo logo del Canal 6 y los músicos protagonistas, caracterizados a la manera de los Van Van, en medio de un concurso televisivo de bailadores que recuerda el mítico Para bailar. El video rezuma una fe estimulante en nuestro patrimonio cultural, musical y audiovisual, ese mismo que deberá sorprendernos, con su vitalidad, dentro de 200 años.

Una canción más antigua todavía, también de resonancia televisiva, Un hombre se levanta fue traído al presente para The Real Project con Polito Ibáñez, pero el video prescinde de fáciles referentes. Ellos prefirieron recrear una atmósfera oscura, opresiva, que se rompe con rendijas luminosas (preciosista la cinematografía del joven Bryan González) mientras son representados, al unísono, en impactantes primeros planos, los músicos tocando, en armonía con intérpretes vestidos de época, que rememoran el pasado e ilustran lo que cuenta la canción: un hombre se levanta… y decide salir a perseguir el sol.

Siete videos de calidad superior, interpretados y/o dirigidos por X Alfonso fueron presentados a concurso, pero los jurados preferimos Reflexión, que intenta y logra resumir, mediante icónicas imágenes, siglos de historia de la afrodescendencia. El grupo de bailarines o modelos en ocasiones sigue una coreografía o mira la cámara, como interpelándola, y otras veces integra una suerte de retrato de familia, o construye un breve episodio cuyo sentido enriquece, como le toca hacer a los mejores videos, la letra de la canción. El lustre y contraste del blanco y negro deleita al espectador en cuadros estáticos, o ralentizados, de composición pictórica, porque aquí importa sobre todo el discurso, los símbolos, todos ellos de una complejidad y belleza imposible de resumir en un párrafo.

La fotografía y dirección de Alejandro Pérez cumplió a cabalidad la ingente tarea de matrimoniar estampas nacionales de poderosa ascendencia cultural con la innegable modernidad de la versión pop de David Blanco respecto a El punto cubano. El video respira frescura y autenticidad cuando compendia, a su manera, 150 años de historia nacional y reúne, en un espacio vacío, inundado de blanquísimas luces, o corceles y palomas también inmaculados, a David con su piano, la tropa de Síntesis, la Orquesta de Cámara de La Habana, el Coro Diminuto y Digna Guerra, entre otros. Con la contribución del consagrado Onelio Larralde en la dirección de arte, el director recrea imágenes de visceral cubanía mediante símbolos transparentes que apelan, también, a nobles principios como la reconciliación, la concordia y la armonía.

David Blanco en El punto cubano, de Alejandro Pérez.

En las antípodas de la épica emotiva que promueve El punto cubano se sitúa el minimalismo conceptual de Casa gris, cercano a los principios del videoarte para retratar las columnas, el techo o la verja, las puertas que se abren y el banquete a medio comer, la cama sin tender y el goteo de una pila… La belleza de lo pequeño, lo aparentemente nimio, rige esta obra dominada, también, por la suavidad del agua, omnipresente en el lavamanos, la lluvia, el rocío... Es tan fuerte la sensación de reminiscencia, que el espectador hasta puede fabular quiénes son los habitantes de esta casa y qué estaban haciendo en el momento en que quedó deshabitada, atrapada en la melancolía, como aquella otra casa a la que alude un bellísimo poema de Dulce María Loynaz.

Tampoco hay figuras humanas en Why Not, del debutante Néstor Kim, sobre un tema bilingüe de Carlos Varela, cuyos brazos y manos aparecen al principio y al final manipulando una clepsidra, porque el video prescinde, en general, de protagonistas humanos, y recurre al recurso más difícil: crear imágenes que representen sueños, sensaciones, ideas abstractas. Casi todas las secuencias están dominadas por un haz luminoso, que toma diversas formas, e incluso escribe algunos fragmentos del texto, y así irradia sobre varios silenciosos y oscuros lugares. El éxodo de la luz parece simbolizar algo así como la esperanza, en medio de un sombrío pronóstico de malos tiempos, porque «nadie sabe bien cómo el silencio nos besó».

Y si el agua, en variantes como la lluvia  o el mar, es un motivo visual asociado a la nostalgia o la tristeza, a estas sensaciones y elementos se remite también Cámara lenta, mayormente filmada con la pareja de intérpretes (Ray Cruz y Nayomi Rodríguez) sumergidos en ella para sugerir el pesado deambular de una relación ralentizada y opresiva. Si a ratos el video recuerda ciertos momentos de la vanguardia surrealista, en vertiente onírica, la ilusión se desvanece un tanto cuando se insertan los Buena Fe cantando y tocando en un plano realista que rompe la magia, aunque la disrupción se resuelve de algún modo cuando vemos a los músicos inmersos en una atmósfera azul que iguala estos fragmentos con otros, los más memorables, de dos seres decididos a vivir abrazados, bajo cualquier circunstancia.

A la anterior lista, me permito añadir otros dos nombres, de noveles absolutamente prometedores que solo consiguieron tres nominaciones cada uno: Gabriel Guerra Bianchini, por el bellísimo trance de contraluces y transparencias que es Noche sin fin y mar (para Silvio Rodríguez), y Claudia Alonso por la sorprendente capacidad narrativa de El Skater, realizado para Dj Thellus, y que puede verse como un buen cortometraje de ficción.

Pocas palabras puedo añadir, porque se me acaba el espacio, sobre los nominados a los más populares. De los diez, Leoni Torres aparece en tres, y también destaca en el grupo Tutorial (Diván), con el uso creativo de efectos visuales que amplifican la buena actuación de Paula Massola. Y ahora sí termino, ansioso por acabar de enterarme a cuál de estos videos, ya ganadores, los jurados le concedieron su preferencia absoluta.

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