Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Apuntes desde la línea de fuego

Juan Gómez Mazorra, «el Coco», es el hombre que ha dirigido más equipos en series nacionales. Desde Industriales hasta Guantánamo. Sin embargo, mucha gente lo recuerda mejor como coach en tercera base, pues en esa función estuvo muchísimos años

Autor:

Juventud Rebelde

Dicen que este hombre se las sabe todas en la pelota. Al menos, es el mentor con más «carretera» que ha pasado por nuestras series nacionales.

Debutó al frente de Granjeros y luego estuvo con otros seis equipos: Habana, Industriales, Constructores, Henequeneros, Guantánamo y Sancti Spíritus. En total, acumuló 350 victorias y 308 derrotas.

Pero también dirigió a Ciudad de La Habana en la serie Selectiva de 1991 y quedó en segundo lugar detrás de Pinar. Si sumamos los números de ese campeonato, su récord histórico quedaría en 389 éxitos y 332 fracasos.

Sin embargo, antes de todo eso jugó con Occidentales en la segunda Serie Nacional. Tiene muchas cosas para contar y confiesa que no es fácil «echar la cinta hacia atrás». «Ya son 77 años. Nací el 24 de diciembre de 1933», dice.

De todas formas lo intentamos, mientras él se acomoda en uno de los salones del estadio Latinoamericano, abierto para nosotros por casualidad.

«Comencé jugando torneos oficiales en Matanzas, con 13 años. Estaba estudiando en la escuela progresiva de Cárdenas y participábamos en la Liga del buen vecino.

«Después jugué los juveniles y más adelante estuve en la liga de Quivicán y en la Unión Atlética Amateur. Te hablo de 1953 y 1954, más o menos. Ya tenía 21 años.

«La primera Serie Nacional nos sorprendió jugando un torneo en Pinar del Río. Por eso nos incorporamos en la segunda con el equipo Occidentales. Pero estuve activo solo un par de años y enseguida comencé a trabajar como coach y entrenador, a las órdenes de Gilberto Torres».

—¿Por qué se decidió a pasar de atleta a entrenador?

—Mira, después de la Serie Nacional, yo me quedaba trabajando con Roberto Ledo en los equipos de la Administración Pública. Nos dividíamos los campos deportivos: él iba para el Cardona y yo permanecía en el Conte. Ahí jugábamos y también éramos los entrenadores. No teníamos muchos atletas. Había 12 o 15 peloteros en los equipos.

«En esa época Juan Ealo era el comisionado de Béisbol y un buen día habló conmigo para darle mi plaza de jugador a Arturo Linares. Me dijo que yo tenía más posibilidades como entrenador.

«Al final, creo que a Linares lo ubicaron en un equipo de 10 de Octubre y yo empecé en la línea de coach con Gilberto Torres, pues Juan Bregio tuvo un accidente y me pusieron en su lugar. Desde entonces no me separé de la pelota hasta el año 2000».

—¿Cómo llega a ser manager en la Serie Nacional?

—Eso fue más adelante, en la temporada de 1965-1966, con Granjeros. Antes había trabajado en Camagüey, pero con los juveniles. Estuve dos series nacionales y después me mandaron a regresar. En 1967-1968 dirigí al equipo Habana y salimos campeones. Tuvimos un gran torneo. Comenzaban Capiró y otros atletas que fueron muy buenos.

—Pero después no dirigió más hasta la undécima serie (1971-1972), cuando se hizo cargo de los Industriales. ¿Cómo fue aquella experiencia?

—Terminamos en tercer lugar, a un juego de Mineros y Azucareros, que discutieron el play off. Estuvimos a un paso de ganar el torneo, pero a última hora perdimos cuatro juegos seguidos en Camagüey. Allí se presentó una situación fuera de lo normal y nos suspendieron a varios atletas. Recuerdo que ellos metieron hasta un león de verdad en el estadio, como parte del ambiente. Algunos peloteros se quedaron pasmados con aquello.

—¿Con industriales usted sintió más presión?

—Yo no escuché nunca a las gradas, ni para bien, ni para mal. Pero te digo una cosa: los equipos complicados son los perdedores, porque con los fuertes tú sabes que si andas mal en algún momento las cosas te van a salir mejor. Vaya, te desesperas menos.

—Sus últimos años como manager fueron con equipos diferentes: Constructores (1972-1973), Henequeneros (1974-1975), Guantánamo (1982-1983) y Sancti Spíritus (entre 1983 y 1985). ¿Por qué tantos cambios?

—Bueno, yo no decidía eso. Me mandaban a prestar servicios a otras provincias. Muchas veces ni siquiera podía completar el trabajo, porque los resultados no llegan enseguida. Asumí que iba a sembrar semillas y otros recogerían los frutos.

—¿Cuál es el secreto para hacer un buen trabajo como coach en tercera o primera base?

—Son muchos detalles. Cuando fui manager yo siempre me ponía en la línea de coach en tercera base. Pero lo hice más como auxiliar de grandes mentores, entre ellos Gilberto Torres, Roberto Ledo y Servio Borges.

«Con Gilberto Torres debuté en el equipo Cuba para los Juegos Centroamericanos de San Juan, en 1966, cuando la gesta del Cerro Pelado. Al año siguiente estuve con Roberto Ledo en los Panamericanos de Winnipeg, donde sufrimos una amarga derrota frente al equipo de Estados Unidos.

«Ganamos más juegos que ellos, pero ese año se hizo un play off para discutir el título y ahí nos derrotaron, con Alarcón lanzando. Todos queríamos que la tierra nos tragara».

—Usted hizo tremenda pareja como coach con Arnaldo Raxach. Dice la gente que se conocían a la perfección y a veces volvían locos a los rivales. ¿Es cierto?

—Más o menos. Raxach entró por Escaurido. En realidad, hacíamos cosas tremendas entre los dos. A veces el manager nos decía que buscáramos la forma de jugar para una carrera y teníamos que inventar. Por suerte, entrenábamos algunas jugadas para situaciones de emergencia, como mandar «pisa y corre» con un fly detrás de primera base, o de tercera, cuando la gente no se lo esperaba. También atacar hasta segunda con un hit a los jardines, si el defensor estaba en la bobería.

«Pero no improvisábamos. Casi todo eso lo habíamos previsto en el entrenamiento. Lo que pasa es que en mil juegos solo tienes que llevarlo a cabo una vez, o dos, porque la pelota es impredecible».

—¿Qué hacía usted como coah si el manager lo mandaba a transmitir una seña con la que no estaba de acuerdo, en un momento cumbre del juego?

—Imagínate, en ese caso debes obedecer, pero después, cuando se analice el partido, hay que tener valor para decir tus opiniones. No importa si la jugada finalmente salió bien y a los ojos de todo el mundo el manager tenga la razón. El béisbol es un juego de probabilidades.

—¿De quién es la responsabilidad cuando ponen out a un corredor en home?

—Siempre es del coach. Si lo paras y al final resulta que el tiro vino malo y podía haber llegado quieto, imagínate como te cae la gente encima. Pero si lo mandas y es out pasa lo mismo.

—¿Y si lo sorprenden en bases?

—Le gritan más al atleta, pero la responsabilidad no es suya. El coach tiene que cuidarlo.

—¿Cuándo decidió retirarse?

—Después de los Juegos Olímpicos de Sydney 2000. Allí perdimos. Ya estaba a media máquina, como dice la gente. Antes me llamaron para el juego contra los Orioles de Baltimore, como auxiliar de Alfonso Urquiola.

«Con Urquiola fui también a los Juegos Panamericanos de Winnipeg, en 1999. La vida es tremenda y 32 años después logré sacarme la espinita de 1967.

«Aquel fue el torneo más difícil en que yo he participado. Todos los equipos llevaron jugadores profesionales muy bien preparados y nosotros estuvimos mal a la ofensiva, quizá por el cambio del bate de madera. El jonrón de Linares contra Canadá fue muy emocionante y nos clasificó para la Olimpiada de Sydney».

—¿Alguna vez lo «bajaron» sin explicaciones del equipo nacional?

—Mira, estuve muchas veces como entrenador del equipo Cuba y durante ese tiempo otros compañeros seguramente se preguntaban por qué iba yo. Cuando se pierde un torneo es que cambia todo y botan desde la silla hasta el sofá. Pero como antes lo ganábamos todo, tuvimos bastante suerte.

—¿Qué hace ahora?

—Vivo tranquilo. Doy algunas conferencias en la academia provincial de la capital y a veces colaboro con la comisión nacional. Por suerte, no tengo enemigos en la pelota.

Fotos Relacionadas:

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.