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Me enamoré del deporte

El taekwondo es eminentemente táctico y requiere la asesoría psicológica para que los atletas controlen las emociones y puedan pensar con claridad

Autor:

Julieta García Ríos

La psicóloga Maritza Viusá González-Noroña es una desconocida para los cubanos. Pero ya la cosa cambia si se dice que en sus más de 25 años de desempeño profesional ha contribuido al éxito de descollantes figuras como José Antonio Guerra, uno de los mejores clavadistas cubanos de todos los tiempos, y Dayron Robles, campeón olímpico de Beijing 2008 en los 110 metros con vallas. También los campeones del mundo en taekwondo Glenhis Hernández y Rafael Alba han contado con su asesoría.

Elegante en el vestir y de trato amable, Maritza es una mujer apasionada con su trabajo. La conocí hace año y medio en la Escuela de Combate Ramiro Chirino, situada al este de la capital cubana. Era ese un día de competencia. Los atletas de la selección nacional de taekwondo topaban entre sí. Ella apuntaba en su cuaderno sus impresiones de cada pelea, asalto por asalto, punto por punto… Además de los golpes entre los atletas, escribía la manera en la que el entrenador se comunicaba con ellos y el tono de sus órdenes, los gestos de los atletas, su comportamiento dentro y fuera del tapiz… Todo era información de valor para la especialista. Desde entonces la veo siempre en cada entrenamiento o competencia de los taekwondistas, quienes cariñosamente le dicen «la psico».

Nuestro diálogo transcurrió en dos tiempos, antes y después de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz, cita donde Cuba estuvo representada por 15 taekwondistas. Allí la Isla quedó en segundo lugar por países, detrás de México, con un total de nueve medallas: tres coronas, cuatro preseas de plata y dos de bronce.

Prearranque

—¿Qué pensarías si faltando 30 segundos miras el marcador y estás en desventaja?, le preguntó Maritza a Yislena Lastre, de la división de 57 kilogramos.

—Estoy perdida, respondió con aplomo.

—¿Cuánto tardas en realizar una acción?

—Un segundo, dos…, contestó la atleta de 20 años, considerada por los entrenadores una de las atletas con más técnica del equipo.

—Entonces, en medio minuto, ¿cuántos golpes y combinaciones puedes dar?

La situación, que fue un ejercicio de «entrenamiento» poco antes de partir a los XXII Juegos Centroamericanos y del Caribe, se repitió en la última jornada de la competencia de taekwondo en el World Trade Center de Veracruz.

Cerca de las cinco de la tarde, hora local, en el octágono se enfrentan Lastre y la venezolana Adriana Martínez, en la pelea final de los 57 kilogramos.

A pocos segundos para terminar el último y definitorio asalto —con marcador de 5-0 a favor de la venezolana—, Yislena lanzó una patada a la cara de su oponente y acortó la desventaja a dos puntos. Luego arremetió a la cabeza con combinación de diu furio chagui (patada circular donde se gira 360 grados) y con la misma pierna remató con dollyo (semicircular). Fue una técnica limpia, perfecta, que sumó otros tres tantos. Entonces la cubana se sintió monarca. Quedaban solo dos segundos para concluir el combate. Ya lo sabía de antemano, su psicóloga le había hecho entender que la pelea no termina hasta que el tiempo se agota. Pero una reclamación del entrenador venezolano frustró la victoria. Sin embargo, se ganó la simpatía del público y los televidentes. Luego vino el llanto por el oro que no pudo conquistar. Para calmarse, como le enseñó Maritza, respiró hondo, expulsó el aire despacito y miró al frente.

En su casa en el reparto habanero de Alamar, la psicóloga Maritza Viusá siguió los Juegos de Veracruz. La muchachita la hizo feliz: había aprendido a controlar sus emociones, a pensar y creer en la victoria.

—¿Cuánto pueden influir los nervios en el éxito de un combate?

—El taekwondo es un deporte de combate eminentemente táctico, y la táctica está conectada al pensamiento. Para poder pensar bien hay que controlar las emociones. Y tener una mente positiva que te impulse a la acción sin desorganizarte. De nada sirve tener muchos recursos técnicos, tácticos, físicos, si no tienes la preparación psicológica que te estimule al éxito.

«En eso trabajo en la actualidad. Estoy haciendo una investigación para tratar con mayor profundidad esos aspectos. Para saber qué reacción tiene cada atleta ante el estrés competitivo y la relación que guarda con el desempeño en la competencia».

—¿Qué es el estrés competitivo?

—En la etapa preparatoria a la competencia la tensión aumenta, y es adecuado que el nivel de excitación sea diferente a cuando entrenan. Existe un estrés negativo y otro positivo.

«Cuando el atleta percibe que las demandas de la situación son más altas que los recursos que tiene para enfrentarla y siente que está ante un gran reto y no tiene habilidades para enfrentarlo, estamos en presencia del estrés negativo.

«En cambio, si tiene un estrés positivo, es porque su nivel de activación es alto y hace una buena valoración de la situación».

—¿Cómo preparas al equipo nacional de taekwondo?

—En la etapa previa a la competencia trabajo de manera sistemática en tres habilidades fundamentales: la seguridad en sí mismos, el control emocional ante situaciones de alta tensión propias de la competencia y la concentración de la atención, todas estrechamente vinculadas.

El experimentado entrenador Ramón Arias considera útiles los consejos de la Viusá.

«Hacemos ejercicios para concentrar la atención, para el tiempo de reacción complejo, para que lo optimicen, y sobre todo para que aprendan a manejar el pensamiento, el uso de automandatos y a cómo enfrentar el prearranque.

«El uso de la respiración va en dependencia del ánimo del atleta, al igual que el calentamiento».

—¿Qué aconsejas a quienes se comportan con ansiedad?

—Si el atleta tiene un prearranque excitatorio, debe calentar con menos intensidad y un tiempo más largo. Los ejercicios de respiración para relajarse los hará tomando el aire por la nariz con conteo de cinco y expulsará el aire por la boca hasta la cuenta de diez. O sea, bien lento, y ese ejercicio se acompaña con un pensamiento donde ordenas estar tranquilo, relajado, seguro.

«Si por el contrario tiene un prearranque inhibitorio, el calentamiento será con alta intensidad y menos tiempo, respirará bien profundo y botará rápido el aire por la boca. Su pensamiento debe ser positivo y se concretará en estar activo, dispuesto, rápido y seguro».

Comento a Maritza mi preocupación por los atletas que regresan de la competencia sin resultados satisfactorios y cuánto debe ayudarlos para aliviar sus penas. La sinceridad de sus palabras me sorprende.

«Me gusta ver al atleta sufrir cuando pierde, es bueno que sienta vergüenza. Si eso no pasa es porque realmente no estaba muy involucrado, lo cual es señal de que algo anda mal. Es necesario ese tiempo de duelo para luego sobreponerse. El primer paso está en reconocer sus propias deficiencias. Es el principio de autoconciencia, a partir de ahí podrá movilizar su conducta y trabajar por superar sus faltas», comentó.

Me quedo en el deporte

Por azares de la vida, Maritza se vinculó en el trabajo con los atletas de alto rendimiento, labor que en principio se le hizo muy difícil.

«Mi especialidad era la clínica, y la ejercí por varios años. Te confieso que mi vínculo con el deporte fue duro, sufrí mucho, hasta que me enamoré de la psicología deportiva, a la que muchos consideran más fácil».

—¿Y no es así?

—No. Cuando uno es psicólogo clínico, el paciente va a la consulta en busca de tu opinión. En cambio, el psicólogo deportivo va al terreno del entrenador a decirle, muchas veces, lo que no te preguntó, y otras tantas, lo que no quiere oír.

«Así que hay que ser lo suficientemente profesional y asertivo para sugerir al entrenador principal y a su equipo técnico que debe cambiar su método de trabajo o mejorar la comunicación con algún atleta. Nuestro objetivo es que ellos acepten nuestros consejos para juntos trabajar en un mismo camino».

—Luego de más de 25 años en el deporte, ¿volverías a la clínica?

—No. Me quedo en el deporte. Esta labor me ha dado grandes alegrías. Me da muchísima satisfacción cuando un atleta tiene buenos resultados y sé que tengo al menos un uno por ciento en ello. No te hablo ni siquiera del taekwondo, deporte al que me vinculé desde que finalizaron las Olimpiadas de Londres 2012. Antes, por muchos años trabajé con el atletismo y seguí de cerca al relevo. Por eso me puse muy feliz cuando vi por la televisión cómo el relevo masculino de 4x400 metros ganó el Oro en Veracruz. Me emocioné con ese tiempo de 3:00:70 minutos, que rompió récord de la competencia. Cosas como esas me llenan.

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