Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Frank Herrera, la inteligencia encima del box

Relevista nato, de los que está acostumbrado a subir al montículo cuando el juego luce más caliente, justo ahí sabe cómo sortear cada escollo

Autor:

Raciel Guanche Ledesma

Cuando el equipo de Industriales llega delante en el marcador a la altura de la sexta o séptima entrada, por lo general el timonel Guillermo Carmona no titubea. En ese instante manda para el bullpen a Frank Herrera, el joven calienta rápido su brazo y en cuestión de minutos se encarama en la lomita.

Frank es un relevista nato, de los que está acostumbrado a subir al montículo cuando el juego de pelota luce más caliente. Justo ahí sabe cómo sortear cada escollo, saca out, y entrega la bola con ventajas al cerrador.   

Sin embargo, no solo acomoda partidos. Durante la recién concluida Serie Nacional 62 el diestro fue un puntal decisivo para el subtítulo de los Leones, pues relevó 25 juegos, guió remontadas importantes en la temporada regular y se apuntó seis victorias.

Si algo llama poderosamente la atención en sus actuaciones es la inteligencia que muestra en el box. Estudia, observa cada movimiento de los bateadores contrarios y pichea donde duele. Tiene la ambición constante de superarse y resulta, quizá, la antítesis de esa falsa sentencia arraigada en la vox populi que dice: «el deportista y el estudio nunca ligan».

Cuando no está lanzando, dijo Frank Herrera a Juventud Rebelde, me siento a mirar los bateadores en el home, en qué zona son más débiles y a qué pelota le conectan con facilidad. Ahí está la clave para que un lanzador logre éxitos. Además, reconoce, se ha apoyado mucho en el trabajo de scouting junto al Doctor en Ciencias Alfredo Ríos.

Tan cerca del título

Toda esta labor consagrada del lanzador azul fue fundamental en el repunte felino de los Leones durante la temporada. «El equipo comenzó muy mal la clasificación, cuando se bateaba no respondíamos los lanzadores, y también viceversa. Resultaba difícil mantener el nivel en los tres parámetros de juego», asegura.

Pero Industriales pudo salir poco a poco del bache que los tuvo tocando fondo en la tabla de posiciones y llegó hasta un meritorio segundo puesto.

Aunque por ahora el subtítulo deja ese sabor agridulce, afirma, se queda con las ganas mostradas siempre por sus compañeros para salir casi al estilo épico del lugar 16 y clasificar luego entre los mejores de Cuba. 

Cuando apenas el oriundo del municipio habanero de Plaza de la Revolución tenía doce años, soñaba un resultado así. Recuerda que la efervescencia vivida en el año 2004, cuando los Industriales dejaron al campo a Villa Clara para llevarse el título, lo atrapó.

A partir de entonces la pelota fue lo de Frank Herrera. El muchacho aprobó incluso las pruebas de ingreso a la vocacional Lenin, pero declinó ir justo porque no podía continuar con la sacrificada rutina del béisbol. Finalmente se graduaría como Licenciado en Cultura Física y mientras estuvo lesionado hace par de años culminó una segunda carrera en Lengua Inglesa.

Segundas partes

A veces las segundas partes son buenas. Y si no, que le pregunten al propio lanzador de los Industriales, quien se vio forzado a pausar su carrera deportiva para ser intervenido con una cirugía Tommy John.

Después de la operación me enfoqué en recuperarme bien. Y realmente fue consagratoria y dolorosa esa etapa, pero necesaria. Anteriormente vivía casi todo el tiempo de lesión en lesión y, por tanto, no me dejaba tener una serie sólida como la 62, aclaró.

Según cuenta, esta campaña la ganó desde el momento que comienza a prepararse bien tanto física como mentalmente. Frank Herrera ha sido de los pocos pícher operados con el método Tommy John que regresan a la función de relevo, pues generalmente los lanzadores sometidos a este tipo de cirugías retornan para abrir partidos. En mi caso, comentó, tuve la suerte que supieron dosificarme cada una de las salidas esta temporada.   

«Junto a mis entrenadores diseñamos una preparación con el fin de obtener mayor masa muscular, también en la zona del codo y el hombro, para ganar en velocidad». Tanto fue así que, durante la recién concluida postemporada, Frank registró picos de 91 millas. A ello hay que sumarle su alto rendimiento y dominio en la Serie, donde le batearon los contrarios para .230 y tuvo un promedio de carreras limpias excelente de 2.70.

Hermandad azul

En la actualidad a sus 30 años, Herrera, es uno de los píchers con más experiencia y liderazgo dentro de los Leones. A la par que entrena en el bullpen, se le puede ver dando un consejo o recibiéndolo, da igual. E incluso, ha sabido guiar como un hermano mayor cada paso del debutante lanzador y novato del año, Rafael Orlando Perdomo.

Cuando llegué a Industriales, cuenta Herrera, mi compañero de cuarto era Frank Montieth y recuerdo que siempre estaba dándome criterios para ayudarme. Ahora he tratado de hacer lo mismo con jóvenes como el propio Perdomo.

«Y es que toda la preparación rumbo a la Serie Nacional la hicimos juntos. Su madurez siendo novato es lo más llamativo y cómo afronta el juego de pelota. Hasta cierto punto todavía no ha comprendido lo que hizo esta temporada», afirma Frank.

Sin dudas, el subtítulo de Industriales tiene un matiz fresco, con una generación que viene jugando junta desde categorías inferiores. «La verdad es que como equipo nos llevamos bastante bien. Y en el área de los lanzadores, a pesar de que prevalece la juventud, todos hemos sido uno solo», dice.    

Muchos se preguntan hoy cómo Frank Herrera no fue convocado a la última preselección nacional rumbo a los Juegos Panamericanos. Méritos y números le sobraron para ello indudablemente, pero, en la orilla de las decisiones, otra vez, volvió a quedar talento joven fuera de la lista.

Él no habla de eso. Quizá porque prefiere mirar hacia delante dispuesto, sin que nadie ni nada borre del camino su meta mayor: esa de llegar a vestir en algún momento las cuatro letras al pecho. Ahora, afirma, seguirá actualizándose y preparándose mejor, también para demostrar que los números esta temporada no fueron un golpe de suerte ni obra explícita de la casualidad.

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