Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Dudas del idioma

Respuestas a las preguntas

palabras claves: masculino, femenino, el mar, la mar

ture napster preguntó:

El Diccionario panhispánico de dudas (RAE, 2005) señala que el  sustantivo mar “Masa de agua salada”, neutro en latín, se ha usado en  español en ambos géneros. En el español general actual es  masculino: «Estar cerca del mar, sobre el mar, por el mar. Siento ante él una sensación de libertad» (VMatas Suicidios [Esp. 1991]); pero  entre las gentes de mar (marineros, pescadores, etc.) es frecuente su  empleo en femenino, que también abunda en poesía: «¿Y en días  de temporal, cuando las olas embisten, cuando la mar se pone brava?» (Gironella Hombres [Esp. 1986]). De ahí que se emplee en femenino en  las expresiones que describen su estado (mar arbolada, mar calma, mar  gruesa, mar picada, mar rizada, mar tendida, etc.) o en locuciones  propias del lenguaje marinero, como alta mar o hacerse a la mar.  También es femenino en algunas otras frases o locuciones, como cagarse  en la mar (para expresar enfado), pelillos a la mar (para expresar  reconciliación) o la mar de (“mucho o muy”). Sin embargo, es masculino  en un mar de (“abundancia o gran cantidad de”), que forma parte de las  locuciones estar hecho un mar de dudas (“dudar mucho”) o estar hecho un  mar de lágrimas (llorar mucho). Cuando antecede al nombre propio de  cada una de estas masas de agua delimitadas geográficamente, es  siempre masculino y debe escribirse con minúscula inicial: el mar  Caribe, el mar Mediterráneo, el mar Rojo, el mar del Norte; solo se  escribirá con mayúscula inicial si forma parte de un nombre propio,  ej. Nuestra señora del Mar, advocación mariana venerada en Torroella  de Montgrí, Cataluña, España. (Depto. Lingüística, ILL)

palabras claves: masculino, femenino, una hambre, un hambre

dailin preguntó:

El sustantivo hambre es femenino. Al respecto el Diccionario  panhispánico de dudas (RAE, 2005) aclara que aquellos sustantivos  femeninos que comienzan con la /a/ tónica, como el vocablo hambre,  exigen el uso de la forma el del artículo masculino, si entre ambos  elementos no se interpone otra palabra, por ejemplo: el agua, el  álamo, el hambre. En el caso en que se interpone otra palabra que no  sea el artículo el, esta debe concordar con hambre en género  femenino, ej. «El niño regresó de la escuela con tremenda hambre»«El cachorro tenía mucha hambre cuando lo recogieron de la calle».  (Depto. Lingüística, ILL)

palabras claves: género, masculino, femenino, cubanas, cubanos, ellas, ellos

fernando preguntó:

En ocasiones no es necesario el desdoblamiento de género. En la  designación de seres animados, los sustantivos de género masculino no solo se emplean para referirse a los individuos de ese sexo, sino  también para designar la clase que corresponde a todos los individuos  de la especie, sin distinción de sexos. Por ejemplo, en un enunciado  como «Los niños llegaron temprano a clase», los niños se refiere  tanto a los  niños como a las niñas. La Nueva gramática de la  lengua española (RAE, 2009) explica que existe una tendencia reciente,  y variable según los países, a construir series coordinadas  constituidas por sustantivos de persona que manifiesten los dos  géneros: ej. A todos los vecinos y vecinas; La voluntad de los  peruanos y peruanas. Esta doble mención se ha hecho general en  ciertos usos vocativos en los que el desdoblamiento se interpreta como  señal de cortesía: ej. señoras y señores; damas y caballeros.  Sin embargo, la Nueva gramática sugiere que no se use el circunloquio  cuando el empleo del género no marcado (masculino) es suficientemente  explícito para abarcar a los individuos de uno y otro sexo. En  aquellos casos especiales en los que el contexto podría ser ambiguo  reconoce que este desdoblamiento es aceptado. Por ejemplo, en un  enunciado como Todos los cubanos pueden entrar al ejército, sería  necesario decir todos los cubanos y todas las cubanas, pues es sabido  que hasta hace pocos años el ejército era (y para algunos, sigue  siendo) una profesión de hombres; y realmente lo que se quiere decir  es que «tanto hombres como mujeres pueden entrar al ejército».  Referido al tema también hay que decir que desde la década del 70  del pasado siglo emergieron en las ciencias sociales, particularmente en  la lingüística, las preocupaciones por la representación en el  discurso de las desigualdades entre mujeres y hombres y por la presencia  de las normas masculinas como normas generales para la sociedad y el  lenguaje. Como resultado de esos cuestionamientos, surgió el concepto  de sexismo lingüístico: fenómeno lingüístico que se  caracteriza por la presencia en el discurso de mecanismos que reproducen  desigualdades entre mujeres y hombres. Desde esta perspectiva el uso del  masculino genérico es una clara expresión de discriminación e  invisibilización de la figura femenina en el discurso, de ahí que se  propongan fórmulas desdobladas, como los niños y las niñas, los  combatientes y las combatientes, para combatirlo. Este fenómeno ha  dado lugar a que varias universidades y organizaciones elaboren guías  de lenguaje no sexista, en las que es común encontrar como sugerencia  la sustitución del uso del masculino genérico por fórmulas  desdobladas como las mencionadas. En este sentido, los medios de  comunicación se han hecho eco de esta tendencia y es por ello que  escuchamos con frecuencia esas fórmulas desdobladas en la radio y la  televisión nacionales. Como se puede apreciar, este es un tema que no  está aún concluido y que es extremadamente polémico ya que no solo  tiene que ver con la lengua misma, sino también con un problema social  de vital importancia y alta complejidad: la discriminación de  género. (Depto. Lingüística, ILL)

palabras claves: libido, lente, masculino, femenino, llana, esdrújula

Jacinto Padrón Mirabal preguntó:

El Diccionario panhispánico de dudas de la RAE (2005) establece que la  palabra libido, con el significado de «deseo sexual» es llana:  [libído]. No es correcta, por tanto, la forma esdrújula *líbido*,  debida al influjo del adjetivo lívido (amoratado o pálido), con  el que no debe confundirse. Por otro lado, el Diccionario panhispánico de dudas de la RAE (2005)  valida el uso del sustantivo lente en ambos géneros en cualquiera de  sus acepciones, aunque las preferencias son distintas según las zonas;  así, cuando significa pieza transparente que se emplea en  instrumentos ópticos, en España se usa en femenino, mientras que en  América alternan ambos géneros, con cierta preferencia por el  masculino: «La distancia entre el foco y el centro óptico de la  lente se llama distancia focal» (Portillo Energía [Esp. 1985]);  «Se acerca al intruso camarógrafo e intenta tapar el lente de la  cámara» (Alberto Eternidad [Cuba 1992]). Lo mismo cabe decir de la palabra lente cuando significa juego de dos  lentes con armadura para corregir defectos de visión, se usa en  plural y normalmente en masculino en todo el ámbito hispánico: «Se  quitó la barba postiza y los lentes ahumados» (Mendoza Ciudad [Esp.  1986]). Con este último sentido hay algún ejemplo esporádico de  femenino en España: «Buscó las lentes en el bolso, se lamentó de  lo poco que veía ya» (Delgado Mirada [Esp. 1995]). (Depto.  Lingüística, ILL)

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