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Cómo hacer que tu celular rinda más

En el centro de la vida digital contemporánea late un componente diminuto que sostiene todo el engranaje: la batería de los teléfonos móviles. Te brindamos algunos consejos para aprovecharla al máximo y, al mismo tiempo, cuidarla

Autor:

Yurisander Guevara Zaila

El celular forma parte de nuestro modus vivendi. Es el dispositivo más empleado en la actualidad por la mayoría de los seres humanos, y en su interior se esconde un componente vital para poner el mundo en la palma de nuestras manos: la batería.

En tiempos donde las contingencias energéticas obligan a maximizar su rendimiento en aras de la rutina laboral, las gestiones personales y el entretenimiento, un dispositivo con mejor autonomía es cada vez más deseado. Sin embargo, no es un problema totalmente resuelto. 

La tecnología que da forma al smartphone se ha vuelto más sofisticada y, al mismo tiempo, más demandante de energía. Las pantallas de alta definición, con tamaños cada vez mayores, encabezan la lista de los grandes consumidores. A ellas se suman la conexión a redes móviles, el uso constante de wifi, los sistemas de geolocalización y la ejecución de aplicaciones cada vez más exigentes. La suma de todos estos elementos convierte al teléfono en un dispositivo que necesita energía de manera casi constante.

Los especialistas recuerdan que no existe un truco mágico para duplicar la autonomía de un móvil, pero sí una serie de hábitos que pueden marcar la diferencia. La clave está en comprender qué factores drenan la batería y cómo gestionarlos para que cada miliamperio-hora cuente.

ENEMIGOS SILENCIOSOS

El primer enemigo suele pasar inadvertido. Muchas aplicaciones instaladas se mantienen activas, aunque el usuario no las abra de forma consciente. Permanecen en segundo plano, actualizan datos, rastrean la ubicación, reciben notificaciones y, en consecuencia, consumen energía. Este fenómeno ocurre tanto en dispositivos Android como en iPhone. Entre las más voraces se encuentran las redes sociales más populares, como Facebook, Instagram, YouTube, WhatsApp, y servicios de mapas como Google Maps. El patrón es evidente: aplicaciones que requieren pantalla activa, transmisión de datos o geolocalización se convierten en auténticas devoradoras de batería.

El usuario común desconoce con frecuencia que esas aplicaciones abiertas continúan funcionando a menos que se cierren manualmente. Los sistemas operativos ofrecen mecanismos para detectar cuáles absorben más energía. En Android, la ruta comienza en Ajustes y sigue por la opción Batería o Cuidado del dispositivo, hasta llegar al apartado Uso de batería. En iOS, basta con acceder a Configuración, seleccionar Batería y revisar el desglose de consumo por aplicación. Ese diagnóstico permite tomar decisiones concretas: cerrar lo innecesario, limitar permisos o incluso desinstalar lo que resulta prescindible.

Cerrar aplicaciones en segundo plano es una medida de impacto real. La operación es sencilla. En iPhone, el usuario accede al carrusel de aplicaciones abiertas y desliza hacia arriba las que desea eliminar. En Android, el procedimiento cambia según el modelo, pero casi siempre incluye un botón con dos rectángulos solapados que despliega la lista de aplicaciones activas. Con un toque en «Finalizar todo» se consigue una liberación inmediata de recursos.

Cerrar aplicaciones en segundo plano contribuye con el ahorro de batería. Foto: Tomada de Andro4All.

DIME CÓMO CARGAS, Y TE DIRÉ CUÁNTO DURA

 

Uno de los aspectos más sensibles está en la forma de cargar el dispositivo. Las baterías de litio ionizado, el estándar hoy en los teléfonos inteligentes, tienen un número limitado de ciclos de carga, estimado entre 300 y 500. Cada ciclo se completa cuando se consume y se recarga el ciento por ciento de la capacidad, independientemente de las veces que se conecte el móvil. Por esa razón, los expertos recomiendan evitar que la carga baje de 20 por ciento y no sobrepasar el 80 por ciento. Esas franjas son consideradas el rango ideal para mantener la salud de las celdas químicas.

Dejar que el teléfono se apague por completo reduce la vida útil de la batería, al igual que mantenerlo constantemente al ciento por ciento. No obstante, un ciclo completo de vez en cuando (al menos cada seis meses), con descarga casi total y carga al máximo, ayuda a que el sistema operativo calibre correctamente el indicador de energía. La práctica, sin embargo, no debe repetirse con frecuencia porque acelera la degradación interna.

La costumbre de cargar el teléfono durante toda la noche genera debate. Una parte de los especialistas consultados insiste en que mantener la batería a tope durante muchas horas acorta su vida útil. Otros recuerdan que las generaciones más recientes incorporan sistemas que interrumpen la entrada de energía cuando se alcanza la carga completa. En esos casos, el dispositivo solo activa pequeños impulsos de carga cuando detecta una leve caída, lo que garantiza que al despertar el usuario encuentre el móvil con energía suficiente sin que se produzca un sobrecalentamiento grave. Pese a estas mejoras, la recomendación de no sobrepasar el 80 por ciento de carga continúa vigente como regla de oro.

ENTRE CALOR Y CARGADORES

El calor constituye otro factor determinante. Las baterías son especialmente vulnerables a las altas temperaturas, que deterioran su rendimiento y reducen su vida útil. Colocar el móvil bajo la luz directa del sol, usarlo de manera intensiva mientras se carga o exponerlo en un automóvil cerrado puede provocar un sobrecalentamiento casi inmediato. El resultado es una batería que se agota con mayor rapidez y se degrada de forma irreversible. La recomendación es cargar siempre en ambientes frescos y evitar el uso del dispositivo durante el proceso.

La elección de los cargadores también influye. Los fabricantes incluyen adaptadores diseñados específicamente para las características de sus baterías. Sustituirlos por cargadores genéricos, sin certificación, implica riesgos. Algunos de estos accesorios no ofrecen la potencia adecuada o carecen de sistemas de seguridad. Un cargador de baja calidad puede provocar desde una carga ineficiente hasta daños permanentes en el dispositivo.

El propio sistema operativo ofrece herramientas que, si se configuran adecuadamente, permiten ganar minutos valiosos de autonomía. La pantalla sigue siendo el componente que más energía consume, de modo que ajustar el brillo marca una diferencia inmediata. Reducir el tiempo de bloqueo automático cuando el dispositivo no se usa también contribuye al ahorro. Otro recurso útil consiste en
desactivar funciones como Bluetooth, GPS o wifi cuando no son necesarias.

El modo de ahorro de energía, presente tanto en Android como en iOS, está diseñado precisamente para esos momentos en los que el usuario necesita prolongar la autonomía. Al activarse, reduce el brillo, limita las actividades en segundo plano y ajusta la velocidad del procesador. No se trata de una solución permanente, porque sacrifica fluidez y rendimiento, pero resulta eficaz.

Las actualizaciones de software juegan un papel menos evidente, aunque fundamental. Cada versión de sistema operativo o de aplicación suele incluir mejoras en la gestión energética. Realizar esas actualizaciones cuando el dispositivo está conectado a una red wifi evita que el proceso consuma datos y, en muchos casos, garantiza un uso más eficiente de la batería en el día a día.

Cuidar la batería es, en esencia, cuidar el propio dispositivo. Se estima que un teléfono bien gestionado puede extender su vida útil hasta cinco años. Esa cifra contrasta con la percepción común de que un smartphone queda obsoleto tras dos o tres años de uso. La diferencia radica en la forma en que se gestiona la energía.

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