Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¿Y el ciudadano qué?

Bendita la autosuficiencia de Gilberto Pérez Perna, quien me confiesa que enfrenta la vida con valor. A pesar de sus 74 años y las dos piernas amputadas, el veterano asegura en su carta que se vale por sí mismo en todo y no es carga para nadie.

El señor, quien reside en Mariano Hernández 165, entre Julio Antonio Mella y Carlos Roloff, en la ciudad de Sancti Spíritus, refiere que su silla de ruedas lo es todo para él. Pero su movilidad por la villa del Yayabo peligra, porque las dos gomas traseras de ese medio de locomoción ya están en muy mal estado.

«Eso me limita para salir a la calle —señala—, ya que cada vez que me poncho tengo que pedir ayuda, y causar un espectáculo desagradable en medio de la calle: hay que buscar un carretón y cargarme a mí y a la silla».

Las gomas que Gilberto necesita las hay en Sancti Spíritus. Las comercializa en divisas la corporación CIMEX, pues son imprescindibles en esas carretillas usadas para cargar las mercancías en las tiendas. La paradoja es que solo se venden a organismos.

Gilberto se entrevistó con funcionarios de esa Corporación en el territorio, quienes mostraron interés en ayudarle, pero reconocen que no está en sus manos, porque no pueden violar los procedimientos establecidos. También ha recurrido a otras entidades, pero le plantean que no pueden adquirirlas por cheque y luego vendérselas en dinero efectivo, porque ello transgrede principios de la contabilidad y el control. La potestad que tienen es para comprar medios básicos, no para comercializar a particulares.

«No hay manera de romper el nudo gordiano. ¿Será que tengo que vivir dentro de mi casa hasta el fin?», se cuestiona el veterano.

El problema no está en vulnerar los procedimientos, si esas entidades no lo pueden hacer. El asunto increíble es que haya tantos vacíos en el comercio minorista, incluso en divisas. No son pocos los artículos que solo se venden a entidades y no así a los ciudadanos. Y muchas veces son bienes que satisfacen necesidades vitales. ¿Para qué se hacen tantos estudios de mercado? ¿Quién decide o dispone lo que uno puede adquirir si tiene el dinero requerido?

Lo más preocupante de todo es que, de esa manera, se obliga al ciudadano a propiciar o a convivir con procedimientos oscuros en las entidades estatales, para poder adquirir eso que necesita.

No quiero concluir hoy sin reconocer que, cuando en el recién concluido Festival Nacional de la Prensa Escrita, Juventud Rebelde recibiera entre varios lauros el Premio al Mejor Vínculo con los Lectores, el pensamiento de este redactor estaba anclado en todos ustedes, que son los verdaderos artífices de esta columna. Este Premio lo repartimos entre millones.

Nada, que ya a estas alturas a Acuse de Recibo no hay quien lo pare en este empeño de servir, debatir y promover soluciones.

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