Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

«Convertir lo cotidiano en una obra de arte»

Serie Vivir y morir de la risa

Autor:

JAPE

Iván Camejo Vento. Actor, dramaturgo, guionista, y director artístico. Según entrevista realizada por la página humorsapiens.com, de nuestro amigo Pepe Pelayo, supimos que Iván se vincula con el teatro desde que cursaba el tercer grado de la primaria en un grupo de aficionados de la casa de cultura en su natal Pinar del Río. Luego en la secundaria básica hacía imitaciones. 

Es graduado de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, en la especialidad de Filología. Allí se mantiene vinculado seriamente al humor y, una vez graduado, se convierte en actor profesional. Su preparación académica como filólogo y el poseer un amplio bagaje cultural le ha permitido crear de forma diferente. 

Debuta en el año 1993 cuando en el 1er. Festival del Humor Aquelarre fue premiado con su monólogo llamado Cocina al minuto, un homenaje al programa de igual nombre de la televisión cubana que conducía Nitza Villapol. 

A mediados de la década de los 90, junto a Omar Franco y Joel Sánchez, funda Humoris Causa, grupo que rápidamente se instaló en la preferencia del público por la marcada elaboración de sus textos y puestas. En el año 2003, funge como director del Centro Promotor del Humor donde realiza una destacada labor por varios años.

Entre sus principales trabajos, donde el público cubano lo reconoce, se encuentra el programa No quiero llanto junto a Antolín el Pichón (Ángel García) que alcanzó una alta teleaudiencia en el país. También se destacó como escritor y actor en espacios como Deja que yo te cuente, La confronta, Vivir del cuento, El cabaret de enfrente, Humor por cuenta propia…  

Ha participado en el guion y dirección artística de múltiples espectáculos entre los que se destacaron Marquetíng (con el grupo Humoris Causa) y Reír es cosa muy seria, en colaboración con Kike Quiñones. 

Actualmente vive en Estados Unidos, donde no ha dejado de hacer humor. Se presenta en centros nocturnos y en espectáculos de stand-up comedy. Ha realizado giras por Colombia, República Dominicana, España, Venezuela y México.

 

***

 

—¿Cuál es tu opinión acerca del Centro Promotor del Humor y su festival Aquelarre?

—El Centro Promotor del Humor, más allá de sus aciertos y desaciertos, tiene la importancia de haber nucleado un movimiento de humoristas, algo que no existe en otros lugares. O sea, que los humoristas de un país determinado se sientan parte de un movimiento; ya sea en torno a una institución, un festival, o una casa en el vedado; pero que exista un sentido de pertenencia a un gremio. 

«Por otra parte, haber mantenido durante todos estos años el Festival Aquelarre que, teniendo en cuenta sus virtudes y defectos, la diferencia de estilos y la calidad que puede ser superior un año más que otro, constituye uno de los eventos de mayor afluencia de público de los que se realiza en el país. En cada edición hay un gran grupo de personas que espera este festival del humor y que acude en masa a los teatros para ver qué se está haciendo en materia de humor. El Aquelarre siempre fue un termómetro para medir lo que se hacía en el país porque no solo participan humoristas de La Habana, sino de toda Cuba.

«En ese sentido, pienso que es significativo haber sostenido este evento en el que se va mostrando qué ha pasado de un año a otro, no solo desde el sentido positivo de la existencia, sino el de probar si esa obra, espectáculo, monólogo, funciona dentro del contexto del Aquelarre. De ser así, eso ya es como un sello de calidad para los humoristas en Cuba, además de promover el talento joven que ha venido surgiendo. A pesar de la diferencia de criterios que pueda haber respecto al Aquelarre, sin dudas, es un evento de los más gustados y seguidos por el pueblo y, por eso, es importante mantenerlo».

—Tu concepto sobre el humor.

—El humor es una manera muy particular de ver, de entender y de transmitir una realidad específica. Quizá es por eso que no todas las personas tienen la posibilidad de ser humoristas, porque el humorista, por lo general, tiene un filtro que le permite ver, donde la gente ve lo cotidiano, ciertas particularidades que hacen que esa realidad resulte interesante. También es una dualidad porque no es solo ver la realidad de manera diferente, sino transmitirla de modo que la gente la pueda entender desde una forma peculiar, que es el estilo que tiene cada humorista.

«Un humorista depende en gran medida de la formación cultural y de la información que recibe. A diferencia de las personas que tienen vis cómica para contar un chiste, que son simpáticos, el humorista sí necesita tener una información determinada. No se trata de contar un chiste, sino de crear. El humor juega mucho con los parámetros, con las circunstancias que lo rodean. Uno debe ser conocedor de todas esas estructuras y convertir lo cotidiano en una obra de arte».  

—¿Qué le falta al humor cubano?

—Contenido no le falta. Quizá, espacios de desarrollo, recursos para producir ciertas ideas, ciertos espectáculos que pueden ser interesantes dentro del humorismo en Cuba. No me voy a referir a los medios porque el tema del humor y los medios es como una guerra histórica que no sé cómo se va a solucionar; de todos modos, no siempre el humor que se hace en los medios es el mejor, y no solo en el caso de Cuba, estoy hablando de manera general. 

«Aquel movimiento de los años 80 y principio de los 90, que prometía ser sólido y una especie de continuidad y escuela para los humoristas jóvenes, en un momento determinado —y por diferentes razones—, sufrió una ruptura o una desintegración, o como quiera llamársele… Lo cierto es que no hubo una continuidad entre todo un movimiento de artistas —la mayoría de ellos egresados de las universidades, con buen nivel cultural, con intenciones de hacer algo interesante—, y el movimiento que hay ahora, quizá más pendiente de la parte económica, que no estoy diciendo que sea un defecto, pero con un descuido de la parte artística, que sí me parece un defecto. Hubo un espacio de ruptura que no se llegó a reparar y mucho de lo que aprendimos, al final, no lo llevamos a la práctica.

«No obstante, como en todas las manifestaciones, siguen habiendo propuestas muy interesantes. Gente que está a la vanguardia, gente que se queda más a la saga y aquellos que ni merecen denominación alguna. Como pasa en la música, la plástica, la literatura… en todos los géneros hay gente buena y gente mala. Actualmente, en el humor cubano hay cosas interesantes, y una de las cosas que pueden ayudar a que esas propuestas se conozcan es tratar de capturarlas en un formato que perdure para que aquellos que no son asiduos al teatro o que no coincidieron con el momento en que esas obras fueron estrenadas puedan verlas cuando pase el tiempo. Y bueno… también hay cosas que no merecen ni grabarlas… jajaja».  

(Fragmentos de la entrevista realizada a Iván Camejo Vento en 2014 para el proyecto de la serie audiovisual Vivir y morir de la risa).

 

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