Acuse de recibo
El largo compás de espera que han experimentado los inquilinos de edificios altos de la capital con el actual programa de modernización de elevadores, y la dilatada puesta en funcionamiento de los mismos, fueron reflejados en varias cartas reseñadas recientemente en esta columna, bajo el título Ascensores sin ascenso, el pasado 21 de junio.
A propósito, responde el ingeniero Juan José Hernández Moreno, director general de UNISA, Empresa Provincial de Mantenimiento y Reparación a Ascensores, quien recalca que la actual operación de sustitución de 83 elevadores es inédita para esa entidad y para el país, pues desde 1959 hasta el 2007 solo se habían sustituido 11 de esos equipos en edificios multifamiliares.
El programa, abunda, está financiado por un crédito gubernamental ruso, y abarca la instalación de modernos ascensores: 81 en la capital y 2 en la provincia de Las Tunas, además de la compra de partes y piezas de repuesto, la capacitación de especialistas para atender dichos equipos y la asesoría de técnicos rusos.
Significa el director general que UNISA tradicionalmente se dedicó a la reparación y mantenimiento de esos equipos, y en menor medida al montaje. Para el actual programa de modernización tuvo que captar y capacitar personal, y crear 18 brigadas que asumieran tan vasto objetivo. Asimismo, no tenían experiencia en la contratación, importación y logística necesaria, para extraer cerca de 50 contenedores del puerto, almacenarlos y distribuirlos. Y tampoco las entidades inversionistas del programa tenían antecedentes en tan ambiciosa tarea.
Precisa Juan José que ya se concluyó el montaje de 32 ascensores, y otros 33 equipos están en ese proceso. Y la propia obra, tan ambiciosa, los sitúa en mejor situación ya de evitar errores que generan quejas en la población.
Se les brinda información a los residentes de los edificios escogidos, en reuniones donde participan todas las entidades implicadas, y se chequean integralmente las obras civiles correspondientes y el programa una vez por semana.
Reconoce que estos trabajos generan incomodidades, sobre todo donde hay dos elevadores. Abarcan un lapso de tres meses por equipo. Se trata de desmontar el existente y montar el nuevo. Y ese tiempo también depende de las características del edificio, la cantidad de paradas del ascensor, su altura y otros elementos. Y explica que «existen momentos en los cuales se paralizan los dos ascensores por problemas técnicos, de ejecución de obra, y por seguridad para la vida de los inquilinos de los edificios y los obreros que trabajan en el montaje».
El director general de UNISA recaba, ante cualquier duda o preocupación, las acciones y soluciones —en el menor tiempo posible, y con las explicaciones necesarias—, del conjunto de inversionistas, ejecutores, propietarios y población beneficiaria del programa en general, para llevar adelante el mismo.
E informa que el parque de ascensores a sustituir llevaba más de 50 años de explotación como promedio, con 24 marcas o tipos diferentes de elevadores, muchos obsoletos y descontinuados, sin piezas de repuesto ni materiales para su reparación.
Aún así, reconoce que «en ocasiones surgen problemas subjetivos, actitudes negligentes e indisciplinas» en trabajadores de UNISA, y también «en alto grado, las indisciplinas, robos y deterioros injustificados por parte de los usuarios de tan costosos equipos».
Recalca finalmente la importancia que concede UNISA a la comunicación y retroalimentación con los criterios de la población. Para ello, precisa los teléfonos en los cuales pueden evacuar cualquier queja o planteamiento. Dirección de UNISA: 8638273. Puesto de Mando para el Servicio: 8628452 y 8629447. Y también al 8636464, de la Micro Social, entidad a la cual pertenece UNISA.
Agradezco respuesta tan abarcadora, y esperemos que después de concluido el montaje, haya control y uso racional y disciplinado de los ascensores por parte de sus propios beneficiarios.