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¿A quién creer?

Agustín Rodríguez Oliva saca la cara por los residentes en la ciudadela, sita en Campanario 1 067, entre Rastro y Carmen, en el municipio capitalino de Centro Habana. Y no es para menos: están sufriendo una rotura en la línea central de aguas albañales de ese inmueble.

Como no se ha abierto la línea no se ha podido detectar dónde está la avería. Y la consecuencia es constantes tupiciones, hasta formarse un gran foco infeccioso en esa comunidad. Y a consecuencia de dicha rotura, las aguas sucias están filtrándose por los cimientos de la edificación.

Afirma Agustín que cartas de los vecinos no han faltado: a los gobiernos Municipal y Provincial y a la Dirección Municipal de la Vivienda, entre otras instancias. Y no han recibido respuestas ni visitas al respecto; con la excepción del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos y de Aguas de La Habana, los cuales han precisado que un problema interno de la ciudadela no está dentro de su jurisdicción, que es la red exterior.

Sí se ha presentado Saneamiento Básico del municipio, asegura, y les ha enviado el camión de destupir, que solo soluciona por varios días.

Manifiesta Agustín que el 30 de septiembre pasado, a raíz de otro reporte reiterado para que les enviaran de nuevo el camión de destupir, se enteraron, para su asombro, de que esa ciudadela no está incluida en el plan de cambio de redes de 2019, cuando el problema data de hace más de siete años, y es de conocimiento del delegado de la circunscripción, y la Vivienda y el Gobierno en el municipio.

No obstante, les informaron en Inversiones de la Vivienda que es el delegado del Poder Popular quien tramita con el Gobierno, y este, a su vez, le solicita a la Dirección Municipal de la Vivienda la inclusión en el Plan. Y el propio delegado de la circunscripción les notificó que había tramitado el asunto y hablado con el Director de la Vivienda.

«¿A quién creer?, pregunta, ¿cuándo seremos definitivamente incluidos?, ¿quién responde por tanta inercia e irresponsabilidad ante tamaño problema? Albergamos la esperanza de que alguien tenga un poco de sensibilidad y dé solución lo antes posible, porque el panorama es preocupante y espantoso», concluye.

¿Dónde está su refrigerador?

El pasado 7 de octubre, Carlos O. León Montero me escribió desde la Avenida 60, No. 8 306, entre 83 y 85, en la ciudad de Cienfuegos, para narrar una historia de «faltantes» (¡qué palabrita!).

Contaba Carlos que el 10 de junio pasado recibió en los almacenes de Aerovaradero una carga impuesta desde México. Y de los seis artículos que debían llegar, había cinco. Faltaba el refrigerador que compró en ese país.

De inmediato hizo la reclamación con la persona encargada de dichos trámites, quien le explicó que en un plazo máximo de 60 días él recibiría respuesta, mediante una notificación que le sería enviada, con la ubicación del refrigerador en cuestión.

«Han pasado más de 90 días, afirma Carlos, y no he recibido notificación o respuesta alguna, a pesar de que en tres oportunidades he concurrido a las oficinas de Aerovaradero; además de llamar en varias ocasiones a ese lugar, sin que nunca un operativo de guardia, directivo u otro personal nos ofrezca una explicación o solución con respecto a la pérdida».

«Residiendo en Cienfuegos, son múltiples y sensibles los gastos en que ya he incurrido, por culpa de esa suerte de peloteo, al punto de que hasta la mismísima Aduana me he llegado, por haber sido remitido a la misma, precisamente por orientación de trabajadores de Aerovaradero.

«Mi paciencia y recursos se han agotado, y solo espero que esta denuncia al menos logre lo que hasta el momento de suscribir este documento no se ha encontrado: el responsable y la solución a mi pérdida», concluye Carlos.

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